Lele, la muñeca que representa a Querétaro

Es orgullo de Amealco y ha recorrido nueve ciudades, seis países y cuatro continentes

Giovanna Cancino

Lele, que es otomí, significa ‘bebé’ en español. Es el nombre con el que se bautizó a la muñeca tradicional de trapo que es elaborada por artesanos indígenas en Amealco, la cual fue declarada en abril de 2017 como Patrimonio Cultural del estado. De ella se hizo una versión de seis metros de altura para que recorra el mundo y difunda la cultura mexicana a través del trabajo artesanal que se hace en Querétaro.

Madrid, Londres, Shanghái, Sídney, Chicago, San Francisco, Los Ángeles, Toronto y Montreal fueron las ciudades a las que arribó Lele como parte de su primera gira. Algunos objetivos de su viaje son exaltar la memoria viva del pasado, revalorar la trascendencia para que las raíces dejen huella y promover la riqueza humana, cultural y turística en los espacios públicos emblemáticos de estas nueve ciudades, seis países y cuatro continentes.

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La muñeca, que fungió como símbolo de armonía y unión, durante su gira incrementó las ventas de artesanías queretanas hasta en 170 por ciento, así lo compartió la secretaria de Cultura del estado, Paulina Aguado.

Lele ha generado un sentido de pertenencia, arraigo a la tierra y un trasfondo lleno de valores”, agregó en una entrevista. Ahora que ya está de nuevo en su casa, turistas y locales hacen largas filas para tomarse la foto del recuerdo con ella. “Lele simboliza la unión desde el pasado, porque permite que retomemos tradiciones y recordemos los ejemplos que nos dejaron nuestros antepasados; significa el presente, porque a través de ella se realizó un trabajo en equipo; y el futuro, porque nos permite enseñarles a las nuevas generaciones lo que se está haciendo por Querétaro y el país. Lele es la unión de valores, actitudes y habilidades”, dijo la coordinadora de Comunicación Social, Mariela Morán Ocampo.

Su elaboración

Decenas de artesanos tapizan sus puestos con estas creaciones hechas de trapo confeccionadas a mano y de distintos tamaños portando prendas de colores vivos mexicanos.

La mayoría de ellos empezaron a realizar este arte por la necesidad de buscar un ingreso para vivir, sin imaginar que se convertiría en un negocio familiar que sigue y continuará con las nuevas generaciones.

Sin embargo, su elaboración proviene de talleres pequeños y no de una fábrica de muñecas, por lo que es importante valorar el acabado y no intentar pagar menos de lo que realmente vale una muñeca otomí, que es de 70 a 400 pesos, dependiendo del tamaño y su vestimenta.

Gracias a su colorido, diseños y texturas, estas muñecas que cobran vida a través de pedazos de tela, listones y un poco de pintura se han convertido en una obra de arte y en un atractivo en México y el extranjero. Por su existencia, los artesanos hallan en ellas una fuente de ingreso y una forma de desarrollar su creatividad y preservar las tradiciones indígenas mexicanas.

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En Amealco de Bonfil hay más de 10 mil mujeres de origen otomí que se dedican a elaborarlas.

Al mes logran realizar 150 mil piezas para ser comercializadas en diferentes puntos del estado y del mundo.

AMIP.