El toque de Midas por aquí, por allá
El color dorado siempre ha sido sinónimo de riqueza y prestigio; evoca, en el imaginario colectivo, sentimientos de bienestar, calidez y prosperidad Excell Erre/ Ópera Rhagàntia En los últimos años, el diseño de interiores ha tenido como pauta el uso de elementos metálicos, no obstante, el mayor éxito lo ha obtenido el latón, reapareciendo tanto … Leer más
El color dorado siempre ha sido sinónimo de riqueza y prestigio; evoca, en el imaginario colectivo, sentimientos de bienestar, calidez y prosperidad
Excell Erre/ Ópera Rhagàntia
En los últimos años, el diseño de interiores ha tenido como pauta el uso de elementos metálicos, no obstante, el mayor éxito lo ha obtenido el latón, reapareciendo tanto en la versión dorada como bruñida.
Esta tendencia es un regreso a la década de 1920, donde el oro, el bronce y el latón se incorporaron con gusto a los muebles, en un estilo que nunca fue lujoso, sino perfectamente dosificado con gran equilibrio.
El color dorado siempre ha sido sinónimo de riqueza y prestigio; evoca, en el imaginario colectivo, sentimientos de bienestar, calidez y prosperidad.
La decoración en dorado ya no es símbolo de opulencia, sino de gran refinamiento.
Así hemos visto los elementos más comunes de la casa transformados en oro, desde la grifería hasta los azulejos, desde las lámparas hasta los espejos y la creación de mobiliario.
Si aún quedan prejuicios de que el oro es sinónimo de kitsch, cualquier duda se disipa viendo con los propios ojos un entorno amueblado por expertos con elementos de color dorado. El efecto es el de una decoración interior brillante, luminosa y delicada.
La regla a seguir es “menos es más” , ya que abusando con el color solo se obtiene el resultado contrario.
Enfócate en los detalles: Un papel tapiz con adornos dorados, un marco dorado, una lámpara, un puf con base dorada, las patas de la mesa o un sillón…
Inserta algunos elementos dorados aquí y allá, sin exagerar en cantidad.
El resultado será perfecto.
MT