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La amistad, pilar de la salud psicológica

Relaciones afectivas. /Foto: iStock
Relaciones afectivas. /Foto: iStock

Las relaciones de amistad de larga duración son un ejemplo de salud psicológica pues implican compartir procesos emocionales afectivos y la capacidad de autorregulación Actualmente, se ha generado una especie de crisis en torno al ideal de salud mental, entendiendo por ella un estado de bienestar general en donde el individuo puede vivir de forma … Leer más

Las relaciones de amistad de larga duración son un ejemplo de salud psicológica pues implican compartir procesos emocionales afectivos y la capacidad de autorregulación

Actualmente, se ha generado una especie de crisis en torno al ideal de salud mental, entendiendo por ella un estado de bienestar general en donde el individuo puede vivir de forma completa y desarrollar su capacidades para contribuir a la sociedad.

Como señala el sociólogo Axel Honneth, los cambios históricos-sociales, el entorno y los estándares culturales impactan la forma de concebir nuestra identidad y el ideal de salud mental”, comenta el doctor en psicoanláisis, Arturo Jesús Herbert Mainero.

En psicología -específicamente en el ámbito de sus ideales como disciplina- también se ha producido cierta crisis hacia como valorar la salud psicológica, puesto que antes se tenía concebido como ideal la adaptación a la realidad social. Es decir, el individuo debe aceptar y responder a los parámetros sociales preestablecidos, internalizar las reglas de comportamiento para relacionarse entre sí y responder conforme a los estándares sociales aceptados.

De igual forma, Herbert Mainero  explica que con los cambios socio-culturales que contrae consigo efectos como la migración (diariamente llegan a Querétaro 36 personas) y la venida de distintas culturas, resulta difícil mantener el ideal de la salud mental que se tiene sobre el sujeto en sociedad adaptado a la realidad social de orden preestablecido.

Lo anterior es debido a la diversificación en cuanto a cómo desarrollamos nuestra identidad, pues esta misma es diversa y responde a varios contextos de manera simultánea, lo cual dificulta establecer un estándar general para la sociedad.

Un indicador importante sería la amistad, específicamente aquellas que se generan y mantienen en plazos de años, las cuales en la adultez se les denomina “segunda familia”, también recordando que la salud psicológica viene acompañado de un sentimiento de dignidad.

La amistad resulta un criterio de convivencia que requiere una relación que sea de manera simultánea igualitaria y creativa, en donde los individuos entre sí pueden sentirse parte de un grupo. Requiere vivir situaciones y reconocer a los demás como iguales y a la vez reconocer sus diferencias. Pero la capacidad ya no reside en identificar los estándares sociales y adaptarse a ellos de modo individual, tampoco en soportar la relatividad de las normas y la construcción de un individuo ajeno a su identidad individual.

La amistad poco a poco se ha convertido en un tema de discusión debido al lugar que ocupa para la salud psicológica; las relaciones de amistad de larga duración (10 años o más) son entonces un ejemplo de salud psicológica pues implican compartir procesos emocionales afectivos y la capacidad de autorregulación de los miembros entre sí.

Por ello, señala, es interesante reflexionar sobre esta temática pues al tener amigos de largo tiempo en la adultez, requeriría sobre todo del sentimiento de reciprocidad.

También existe un sentimiento de validación de lo que uno es para los demás y por último la posibilidad de sentirse en confianza porque provee pautas de cómo se regula emocionalmente ante los demás.

La amistad en la adultez reside en la capacidad de estar a solas, pues requiere cierta confianza en sí mismo y en los demás para sentirse acompañado en la vida cotidiana y por ello se puede identificar como un buen indicador de salud psicológica.

Requiere también una confianza tanto de autovaloración de cómo se siente que es importante para los demás y de la relación que tiene de sus interlocutores. Este criterio resulta de importancia vital para la salud mental, pues provee la orientación hacia el desarrollo de las capacidades potenciales y también la estabilidad emocional y valoración de su entorno como de sí mismo.

Para resumir y como conclusión, existe una cierta tendencia a favorecer la posibilidad de los individuos de establecer relaciones de amistad significativas, pero si los criterios para establecerlas son afectivos, pues resulta difícil tratar de organizar movimientos por parte de la salud pública, tales como la iniciativa en Inglaterra en donde existe un ministro que trata de organizar políticas que puedan intervenir sobre los sentimientos de aislamiento o soledad.

Resulta complejo tratar de manejarlo como un movimiento social que pueda establecer pautas para generar amistades entre los individuos, sin embargo lo dejamos para la reflexión del lector.

AM 

 

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