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El COVID-19 no frena el espectáculo en la ópera de Madrid

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Aunque muchas de las grandes óperas del mundo están cerradas, acudir a una representación en el Teatro Real de Madrid casi puede hacerle olvidar el coronavirus AP Sobre el escenario del Teatro Real de Madrid, ninguno de los actores lleva mascarilla, una imagen inusual en tiempos de pandemia Y eso es incluso antes de una … Leer más

Aunque muchas de las grandes óperas del mundo están cerradas, acudir a una representación en el Teatro Real de Madrid casi puede hacerle olvidar el coronavirus

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Sobre el escenario del Teatro Real de Madrid, ninguno de los actores lleva mascarilla, una imagen inusual en tiempos de pandemia

Y eso es incluso antes de una escena del segundo acto de la ópera ‘Rusalka’ de Antonín Dvořák, sobre una ninfa acuática que se enamora de un mortal, donde los miembros del elenco se besan y manosean en una orgía fingida y sin distanciamiento social.

Aunque muchas de las grandes óperas del mundo están cerradas, incluyendo la Metropolitan Opera en Nueva York, Covent Garden en Londres y La Scala en Miáan, acudir a una representación en el Teatro Real de Madrid casi puede hacerle olvidar el coronavirus.

Ubicado en una de las ciudades más golpeadas por el virus, el Teatro Real está haciendo un esfuerzo hercúleo para que el espectáculo continúe, invirtiendo en medidas de seguridad que le han permitido realizar representaciones, aunque con menos público, desde julio.

“El teatro y la cultura tienen que apostar por seguir abiertos en todo momento”, dijo el director general del Teatro Real, Ignacio García-Belenguer, a The Associated Press. “No se trata de remar contra corriente, ni de ser excepcionales… es que creemos que es lo que tenemos que hacer”.

Con un presupuesto anual de 60 millones de euros (71 millones de dólares), el principal centro cultural del país reconoce que tiene capacidad para seguir adelante.

Su financiación, compuesta por ayudas públicas, patrocinadores y venta de entradas, coloca al Teatro Real en una posición única para cubrir sus gastos, a diferencia de otras óperas, que suelen ser en su mayoría públicas o privadas, afirmó García-Belenguer. Las ayudas estatales por la pandemia también ayudarán, agregó.

Pero también influye la suerte de estar ubicado en una región que ha decidido adoptar un enfoque distinto contra el virus y aplicar menos restricciones y más localizadas, permitiendo que los bares, restaurantes y recintos culturales sigan abiertos con aforos reducidos.

La ópera estuvo cerrada los tres meses que duró el confinamiento de la primera ola, de marzo a mayo, pero los preparativos para su reapertura siguieron adelante. Implementó una serie de medidas que le permitieron representar con público ‘La Traviata’, de Giuseppe Verdi’, en julio. Desde entonces, por su escenario han pasado otras dos óperas, ballets y espectáculos de flamenco, y espera un calendario completo para 2021.

LA NUEVA NORMALIDAD

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Todos los que entran al teatro pasan controles automáticos de temperatura realizados por máquinas. El desinfectante de manos abunda y se reparten mascarillas quirúrgicas a todos. Además, hay lámparas ultravioleta para desinfectar el teatro principal, los camerinos y las prendas, y se ha adaptado el aire acondicionado para asegurar un flujo de aire y una temperatura más saludables.

Para finales de año, la institución habrá invertido 1 millón de euros (1.2 millones de dólares) en medidas de seguridad, apuntó García-Belenguer.

La clave para permanecer abierto durante la pandemia fue la decisión del Teatro Real de establecer un comité médico con especialistas de cinco hospitales de Madrid como asesores, dijo.

Fuera del escenario, las mascarillas son obligatorias para todos. El reparto, el coro y la orquesta pasan controles cada tres días, y el resto del personal tienen controles regulares. Los tramoyistas deben cubrir cuestionarios de salud todos los días.

Ha habido casos positivos aislados, pero en cada uno de ellos, el teatro dijo que actuó con rapidez y sometió a más de 50 personas que habían estado en contacto con el contagiado a pruebas de detección del virus.

Los alrededor de mil espectadores que acuden a cada función — un 65% del aforo total — se dividen en 19 sectores con zonas de refrigerios y baños separados, y un pequeño ejército de acomodadores que se aseguran de que nadie deambule por las instalaciones.

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