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Médicos temen que virus empeore en África

Médicos temen que virus empeore en África / Foto: The New York Times
Médicos temen que virus empeore en África / Foto: The New York Times

La pobreza en algunas regiones dificulta los tratamientos y avances contra la pandemia Sheri Fink / New York Times En medio de una aterradora oleada de coronavirus, 242 pacientes yacían en filas y filas de camas bajo las altísimas vigas de metal de una vieja y clausurada fábrica de Volkswagen. Los trabajadores del enorme hospital … Leer más

La pobreza en algunas regiones dificulta los tratamientos y avances contra la pandemia

Sheri Fink / New York Times

En medio de una aterradora oleada de coronavirus, 242 pacientes yacían en filas y filas de camas bajo las altísimas vigas de metal de una vieja y clausurada fábrica de Volkswagen.

Los trabajadores del enorme hospital de campaña podían proporcionar oxígeno y medicamentos, pero en un domingo reciente no había camas de unidad de cuidados intensivos, ni respiradores, ni teléfonos que funcionaran, y solo un médico de guardia: la doctora Jessica Du Preez, en su segundo año ejerciendo de forma independiente.

En un refrigerador con forma de galpón, detrás de una puerta con la inscripción “DEPÓSITO DE CUERPOS”, había carritos que contenían los restos de tres pacientes aquella mañana. Una funeraria ya había recogido otro cadáver.

Durante sus rondas, Du Preez se detuvo en la cama de una paciente de 60 años, una abuela y exconsejera universitaria. Su tubo de oxígeno se había desprendido mientras yacía boca abajo, pero los enfermeros tenían tantos pacientes que no se habían dado cuenta. Ya había muerto.

Mientras dos porteadores colocaban su cadáver en una bolsa, un trabajador se asomó por la puerta para informarles que otro paciente, un hombre diabético de 67 años, había fallecido.

En ese mismo momento, la condición de una maestra de unos 50 años estaba empeorando. Du Preez intentó conseguirle un espacio en alguna otra unidad de cuidados intensivos de la ciudad, pero fue en vano. Llamó al esposo de la maestra, quien le preguntó qué podía hacer. “No mucho”, respondió la joven médica.

“Es una pena”, dijo una y otra vez ese día.

Durante horas sonó la alarma del monitor al lado de la cama de la maestra. Su nivel de oxígeno era peligrosamente bajo, su pulso estaba acelerado y su presión arterial estaba por las nubes. Aun así, permaneció consciente, diciendo que no podía respirar. Esa noche, murió sola. El libro “A Heartbeat of Hope: 366 devotions” yacía en su mesita de noche junto a un par de gafas de lectura.

Cuando comenzó la pandemia, los funcionarios de salud pública mundial expresaron tener serias preocupaciones por las vulnerabilidades de África. Sin embargo, en general parecía que a sus países les estaba yendo mejor que a los de Europa o América, lo que les dio un vuelco a las expectativas de los científicos. Ahora, el coronavirus está aumentando de nuevo en varias regiones del continente, lo que presenta una nueva amenaza, posiblemente más letal.

En Sudáfrica, una avalancha de nuevos casos que se propagó desde Puerto Elizabeth está creciendo exponencialmente por todo el país, acumulando muertes.

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