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Jair Bolsonaro, desafiante, descarta amenaza de COVID-19

Jair Bolsonaro, en plena crisis por COVID-19, hizo un llamado a los habitantes de Brasil a regresar a sus trabajos, con excepción de los adultos mayores A medida que aumentan los casos y las muertes por coronavirus en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro ha mantenido su actitud desafiante convirtiéndose en el último bastión notable, entre … Leer más

Jair Bolsonaro, en plena crisis por COVID-19, hizo un llamado a los habitantes de Brasil a regresar a sus trabajos, con excepción de los adultos mayores

A medida que aumentan los casos y las muertes por coronavirus en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro ha mantenido su actitud desafiante convirtiéndose en el último bastión notable, entre los principales líderes mundiales, que niega la gravedad del coronavirus.

Los brasileños, según declaró la semana pasada, están especialmente preparados para resistir la pandemia porque pueden sumergirse en aguas residuales y “no agarran nada”.

Jair Bolsonaro cambia discurso y se proclama listo para enfrentar al coronavirus

Desafiando las pautas emitidas por su propio Ministerio de Salud, Jair Bolsonaro visitó el domingo un concurrido distrito comercial de Brasilia, la capital, donde les hizo un llamado a todos los brasileños, excepto a los de edad avanzada, para que volvieran al trabajo.

Luego insistió en que una píldora contra la malaria, cuya eficacia no ha sido comprobada, curaría a quienes se enferman con el virus que ha matado a más de 43 mil personas en todo el mundo.

“Dios es brasileño”, le dijo a una multitud de seguidores. “La cura está ahí”.

Varios líderes mundiales, entre ellos el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro británico, Boris Johnson, tardaron en comprender la amenaza del virus altamente contagioso y se mostraron reacios a adoptar las medidas disruptivas y económicamente dolorosas del distanciamiento social que se han convertido en la norma en gran parte del mundo.

Sin embargo, Jair Bolsonaro sigue perteneciendo al grupo de alto perfil que ignora el consenso científico sobre las medidas de confinamiento necesarias para evitar que los sistemas de atención médica se vean abrumados.

Su manejo de la crisis ha generado consternación en todo el espectro político del país, a tal punto que los líderes del Congreso, los comités editoriales y el líder del Supremo Tribunal Federal han suplicado a los brasileños que ignoren a su presidente. Un movimiento para enjuiciar políticamente a Jair Bolsonaro está ganando apoyo popular, y todas las noches los brasileños cacerolean desde sus ventanas para repudiar a su mandatario.

“Ha demostrado que no está capacitado para ser presidente”, dijo Maria Hermínia Tavares de Almeida, politóloga de la Universidad de São Paulo. “Solo permanece en el poder por una razón muy simple: nadie quiere crear una crisis política para expulsarlo en medio de una emergencia de salud”.

Desde que el nuevo coronavirus se detectó por primera vez en Brasil a fines de febrero, el virus se ha extendido rápidamente por todo el país, infectando a grandes grupos en São Paulo y Río de Janeiro, los estados más poblados del país. Hasta el miércoles, había 6836 casos confirmados en Brasil, donde las pruebas son limitadas, y 240 muertes registradas.

El martes por la noche, en un discurso televisivo, Jair Bolsonaro habló sobre el virus en términos más graves, al calificarlo como “el mayor desafío de nuestra generación”.

No obstante, de manera notable, el presidente no aprobó medidas estrictas de cuarentena y ha parafraseado de forma engañosa algunos comentarios del jefe de la Organización Mundial de la Salud al afirmar que los trabajadores informales deberían continuar trabajando duro.

“Los efectos colaterales de las medidas para combatir el coronavirus no pueden ser peores que la misma enfermedad”, dijo.

En gran parte del país, sus palabras fueron ahogadas por los manifestantes que caceroleaban sartenes y cantaban: “¡Abajo Bolsonaro!”.

A mediados de marzo, los gobernadores comenzaron a instar a los brasileños a permanecer en el interior de sus casas a menos que trabajen en sectores críticos y les pidieron a varias categorías de negocios que cierren sus operaciones. Desde entonces, el comercio, el tránsito y los vuelos se han reducido drásticamente, lo que ha ahogado la economía más grande de América Latina, que aún no se ha recuperado de la brutal recesión de 2014.

A medida que el conjunto de medidas de confinamiento se endureció, Jair Bolsonaro arremetió contra los gobernadores por caer en un estado de “histeria” y afirmó, sin pruebas, que estaban inflando las cifras del coronavirus para lograr ganancias políticas. Atacó a periodistas, acusándolos de provocar pánico en un esfuerzo por socavar a su gobierno. Ha llegado a definir el virus como un “resfriado insignificante”.

Dijo que “algunos morirán” porque “así es la vida”.

Durante el fin de semana, Twitter, Facebook e Instagram eliminaron algunas publicaciones de Bolsonaro en las que cuestionaba las medidas de distanciamiento social, al considerar que violaban las pautas que prohíben el contenido que pone en peligro la salud pública.

El martes, la OMS instó a los líderes del continente americano a expandir de manera urgente la capacidad de atención al paciente, mientras implementan las medidas de distanciamiento social que podrían permanecer vigentes durante al menos tres meses.

“Esas medidas pueden parecer drásticas, pero son la única forma de evitar que los hospitales se vean abrumados por recibir a demasiadas personas enfermas”, dijo Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, en un encuentro con los medios celebrado en Washington. Agregó que los protocolos de distanciamiento social “siguen siendo nuestra mejor apuesta” para combatir al virus.

Bolsonaro y sus aliados sostienen que es injusto retratarlo como alguien imprudente por postular que las estrictas medidas de aislamiento podrían ser más perjudiciales para el bienestar de los brasileños que permitir que el virus se extienda más rápidamente.

“El presidente y el gobierno están trabajando en dos frentes: salvando vidas y salvando empleos”, dijo Víctor Hugo de Araújo, un legislador federal que es considerado como la mano derecha de Bolsonaro en el Congreso. “Lo que está haciendo el gobierno es tratar de encontrar un punto medio entre el cierre total y permitir que la economía y el comercio continúen”.

Ernesto Londoño/Manuela Andreoni/Letícia Casado

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