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Arizona y el giro en la conversación migratoria

Foto: AP / Arizona y el giro en la conversación migratoria
Foto: AP / Arizona y el giro en la conversación migratoria

El estado de la unión americana es pionero en implementar políticas de odio racial que han sido duramente criticada por otros entidades del país Simon Romero Hace varios años, el calor en el desierto de Sonora se acercaba a los 37.7 grados Celsius. Los agentes de la Patrulla Fronteriza, que se encontraban en un puesto … Leer más

El estado de la unión americana es pionero en implementar políticas de odio racial que han sido duramente criticada por otros entidades del país

Simon Romero

Hace varios años, el calor en el desierto de Sonora se acercaba a los 37.7 grados Celsius. Los agentes de la Patrulla Fronteriza, que se encontraban en un puesto de control, le pidieron a la conductora de un automóvil que se orillara. A bordo iba un hombre hispano, ya mayor, vestido con un impecable traje a la medida.

Le ordenaron que saliera del vehículo y le pidieron sus documentos de identidad, que demostraron que era un inmigrante mexicano llamado Raúl H. Castro. Ese día cumplía 96 años.

Ana Doan, una amiga de toda la vida que lo llevaba a una celebración en Tucson, les suplicó, sin éxito, que le permitieran darle al hombre un poco de agua.

“Yo les gritaba a los agentes que se trataba de un exgobernador de Arizona”, dijo ella.

Castro, quien había nacido en 1916 en el norte de México en una familia muy afectada por la pobreza, cruzó la frontera cuando era niño. Posteriormente, se convirtió en el primer y único gobernador latino electo de Arizona en 1974, en la cúspide de una excepcional carrera política que resulta casi inimaginable de repetir en la Arizona actual.

Desde la victoria histórica de Castro, hace 46 años, ningún latino ha sido elegido para desempeñar otro cargo público estatal en Arizona y mucho menos, como gobernador.

En cambio, este estado se ha convertido en un campo de pruebas para las políticas destinadas a mantener a los extranjeros fuera del país y, así, reducir la influencia de los latinos en la política estadounidense; políticas que ayudaron a sentar las bases para las medidas antimigratorias en otras entidades y en la Casa Blanca de Donald Trump.

Esta primavera, se cumplen diez años desde que los líderes de Arizona promulgaron una de las leyes antimigratorias más polémicas que ningún otro estado haya adoptado en su historia reciente: la Ley SB 1070, permite que las autoridades pidan a las personas que les muestren sus papeles. Además, proporcionaron tanto al alguacil del condado de Maricop, Joe Arpaio, como a otros policías locales, amplios poderes para detener a cualquiera sin una orden judicial. Con la sola sospecha de cometer un delito, se recurre a la deportación.

Esta entidad también exigió a sus empleadores descartar a los trabajadores indocumentados, eliminó la elegibilidad de los mismos en las tarifas escolares, para residentes del estado e, igualmente, introdujo barreras que dificultan la votación para la población latina. Incluso ahora, otros lugares del país están implementando leyes similares a los primeros intentos de Arizona para limitar la inmigración.

Sin embargo, ahora que los electores se dirigen a las urnas para las elecciones primarias demócratas estatales, la enmarañada política migratoria de Arizona se ha vuelto más impredecible e incluso, algunos republicanos e independientes en el estado rechazan la política divisoria de los últimos 20 años. Esto sugiere que tal vez las políticas migratorias de mano dura del presidente Donald Trump no encuentran la aprobación generalizada que alguna vez tuvieron en esta entidad.

La historia de la evolución turbulenta del tema migratorio en Arizona –desde Raúl Castro hasta Joe Arpaio y la elección al Senado de Estados Unidos en 2018 de la demócrata Kyrsten Sinema– ofrece una fascinante lección de la historia del suroeste estadounidense y, posiblemente, del futuro del Partido Demócrata tras desafiar la supremacía republicana en los bastiones tradicionales.

Arizona es una advertencia para el resto de los Estados Unidos”, dijo Lisa Urias, empresaria de Phoenix que vivió la intensa caída de Arizona en el nativismo patrocinado por el estado. “Es extremadamente preocupante que ahora estemos repitiendo, al frente y al centro del escenario nacional, un doloroso capítulo en la historia de Arizona”, agregó.

Castro era un candidato improbable en Arizona. Aunque una gran población hispana mantuvo cierta influencia en Nuevo México, Arizona fue un lugar donde los anglosajones tuvieron las palancas del poder desde sus inicios.

Cercano final de su larga vida, soportaba la humillante detención por parte de los agentes de la Patrulla Fronteriza. Posteriormente, los tribunales declararon inconstitucionales grandes partes de la Ley SB 1070 y, cuando fue eliminada, los partidarios de las medidas estrictas en Arizona quedaron marginados en un estado que trataba de superar un episodio de agitación nativista.

THE NEW YORK TIMES/FOR

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