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Las estrellas varadas del Wuhan FC

Foto: AP. El equipo chino de futbol se quedó estancado en España mientras hacía sus actividades de pretemporada. Entrenar ha quedado en segundo término; lo que más desean es volver a casa
Foto: AP. El equipo chino de futbol se quedó estancado en España mientras hacía sus actividades de pretemporada. Entrenar ha quedado en segundo término; lo que más desean es volver a casa

El equipo chino de futbol se quedó estancado en España mientras hacía sus actividades de pretemporada. Entrenar ha quedado en segundo término; lo que más desean es volver a casa Tariq Panja y Edu Bayer Muchas veces, Yao Hanlin ha imaginado cómo será su regreso a casa. Habrá una reunión llena de lágrimas con su … Leer más

El equipo chino de futbol se quedó estancado en España mientras hacía sus actividades de pretemporada. Entrenar ha quedado en segundo término; lo que más desean es volver a casa

Tariq Panja y Edu Bayer

Muchas veces, Yao Hanlin ha imaginado cómo será su regreso a casa. Habrá una reunión llena de lágrimas con su esposa y su hijo pequeño, luego abrazará a su madre y comerá boles llenos de fideos secos y picantes. Uf, cómo se le antojan esos fideos.

Durante más de 60 días, Yao y sus compañeros de equipo del Wuhan Zall FC, una escuadra de la máxima categoría del futbol de China, han vivido en una especie de purgatorio deportivo. Desde que los dejaron fuera de Wuhan el 22 de enero, cuando la ciudad fue puesta en cuarentena para detener un veloz brote de coronavirus, mientras iban a un viaje de pretemporada en Cantón, los jugadores y sus entrenadores han pasado las últimas seis semanas en un exilio temporal en la Costa del Sol con sus playas rodeadas de palmeras, contando las horas y soñando con casa.

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Han tenido distracciones: la mayoría de los días, los futbolistas han entrenado en canchas impecables bajo cielos azules y claros, y ocupan su tiempo libre comprando en tiendas de diseñador y consintiéndose en excursiones turísticas. Los invitaron al Clásico entre el Real Madrid y el Barcelona, y son observadores entusiastas de las bellas puestas de sol andaluzas.

Sin embargo, ha sido difícil hacer a un lado los pensamientos sobre los parientes aislados del mundo exterior, sobre los amigos y los abuelos que luchan con el virus.

Los jugadores del Wuhan Zall no están enfermos. Pero están cansados.

Tal vez voy a llorar un poco”, dijo Yao, un oriundo de Wuhan y el futbolista que más tiempo ha pasado en el equipo, mientras piensa en el momento en que por fin pondrá un pie en casa.

La presencia del equipo en un hotel de lujo en Marbella, incluso después de tantas semanas lejos, se sigue sintiendo incongruente. La mayoría de los días, turistas ancianos de Alemania y el Reino Unido, ataviados con batas blancas para la piscina, se cruzan con los jugadores cuando regresan de la última sesión de entrenamiento para una temporada postergada, cuyo inicio –con más de un mes de retraso– sigue siendo incierto.

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Sentado en el balcón de un hotel poco poblado, Yao recordó el momento en que se le desmoronó el mundo.

El 22 de enero, estaba en un campo de entrenamiento en Cantón, cuando una oleada repentina de mensajes comenzó a sonar en varios grupos de chat de su teléfono celular. Su reacción fue visceral; Yao mencionó que el teléfono se calentó tanto que sintió la necesidad de aventarlo al suelo.

Los mensajes le informaron a Yao –y a sus compañeros de equipo, quienes recibieron mensajes similares– que Wuhan, una ciudad de 11 millones de personas, el lugar donde había nacido y crecido, donde se había convertido en un héroe local gracias a su compromiso de una década con el equipo más importante de la ciudad, iba a quedar aislada, en un esfuerzo por evitar la propagación de un virus con unos tentáculos que, desde ese momento, han llegado a todos los rincones del mundo. Para ese entonces, Yao ya llevaba un mes alejado de su esposa e hijo y estaba desesperado por reunirse con ellos para las celebraciones del Año Nuevo chino a finales de esa semana.

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Un día antes de la llegada del equipo, el hotel donde habían reservado las habitaciones las canceló repentinamente. Luego, el dueño del campo de entrenamiento donde el equipo supuestamente iba a tener las sesiones de práctica mencionó que un equipo ruso que estaba usando el campo contiguo se había quejado; según esta persona, el Wuhan Zall iba a tener que encontrar otro lugar para entrenar.

José González, un español contratado en enero para entrenar al Wuhan, les dijo que no tomaran la reacción de manera personal; en su mayor parte era miedo a lo desconocido. Los jugadores y los miembros del personal le hicieron caso; después de todo, varios reconocieron que muchos de ellos habían compartido los mismos temores cuando el virus comenzó a propagarse.

El viernes, el presidente del Gobierno de España declaró un estado de emergencia, y le dio al Gobierno el poder de cerrar las ciudades, restringir el movimiento de los ciudadanos y racionar los productos.

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Por el momento, el plan es partir el sábado. Como regresar a Wuhan sigue siendo imposible, el equipo planea montar otro campamento en Shenzhen, al sureste de China. Esto quiere decir otro hotel, otro campo de entrenamiento, otra espera… Sin embargo, antes de eso, tendrán que pasar un periodo de aislamiento de quince días.

La demora ha hecho que la preparación del equipo sea irrelevante. “Imagina la idea de que tu familia está encerrada en su casa día tras día”, sugirió González, mientras inflaba las mejillas. “Es muy, pero muy difícil. Por suerte, cuando están jugando futbol, tienen unas pocas horas al día para olvidarse de todo. Las mayores sonrisas que he visto han sido en un campo de juego”.

AMIP.

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