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Surgen dudas sobre el procesamiento de crímenes de odio

Foto: Especial
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Una organización civil puso en tela de juicio los protocolos de la policía sobre este rubro a raíz de un incidente ocurrido con una madre latina y su hija Michael Levenson Una madre y su hija hablaban en español mientras caminaban a casa después de cenar en un vecindario de Boston, Massachusetts, donde más de … Leer más

Una organización civil puso en tela de juicio los protocolos de la policía sobre este rubro a raíz de un incidente ocurrido con una madre latina y su hija

Michael Levenson

Una madre y su hija hablaban en español mientras caminaban a casa después de cenar en un vecindario de Boston, Massachusetts, donde más de la mitad de los residentes son latinos y 50 por ciento nació en otro país.

De pronto, dos mujeres las atacaron en la calle. Las golpearon, patearon y mordieron, según el recuento de los fiscales y la madre.

Las mujeres gritaron “¡estamos en Estados Unidos! ¡Hablen inglés!”, según narró la madre, quien solicitó que se le identificara solo como Vasquez para proteger la identidad de su hija –quien tiene 15 años– con la finalidad de evitar que la acosen.

El 27 de febrero pasado, los fiscales presentaron acusaciones de delitos graves de odio contra las dos mujeres, Jenny Leigh Ennamorati y Stephanie M. Armstrong –ambas de 25 años de edad y  originarias de Revere, Massachusetts– en relación con la agresión que tuvo lugar el 15 de febrero en la zona residencial de East Boston. Este altercado provocó indignación en Boston, una ciudad con antecedentes de violencia y conflictos raciales.

El odio y la intolerancia no tienen cabida en el condado de Suffolk”, dijo Rachael Rollins, la fiscal de distrito del condado. “El nivel de legitimación y privilegio que debieron sentir las acusadas para proferir estas palabras tan racistas y cargadas de odio, y después atacar físicamente a una madre y a su hija por reír y hablar en español es indignante y reprobable”.

Vasquez, de 46 años, dijo que todavía tenía pesadillas sobre el ataque y que su hija seguía usando un collarín.

Fue espantoso… horrible”, describió Vasquez, una inmigrante sudamericana que ha vivido en la zona de East Boston desde hace cinco años. “Nadie se espera que lo ataquen mientras camina por la calle”.

Ennamorati y Armstrong comparecerán ante la corte el 9 de marzo por cargos que incluyen dos acusaciones de delito grave por violación a los derechos constitucionales mediante lesiones corporales, y dos acusaciones de delito menor por agresión con lesiones.

El sábado pasado, nadie respondió las llamadas a los números telefónicos registrados a nombre de las dos mujeres y no estaba claro si contaban con abogados.

Los fiscales afirmaron que ambas mujeres le dijeron a la policía que estaban tomadas. Un informe policial indicaba que Ennamorati y Armstrong creían que Vasquez y su hija se estaban burlando de ellas en español, un idioma que ninguna entendía. Ellas empezaron a gritarles a la madre y a la hija antes de atacarlas, según indica el informe.

Uno de los abogados de Vasquez, Iván Espinoza-Madrigal, dijo que los funcionarios de la policía presentaron las acusaciones formales hasta después de que dos de ellos sostuvieron una conferencia de prensa el lunes pasado para atraer atención al caso.

Espinoza-Madrigal dijo que Vasquez habló con la policía la misma noche del ataque, pero luego buscó su asesoramiento legal porque se sintió frustrada con la lentitud de la respuesta.

Con base en los detalles del informe inicial de la policía, el cual se redactó en el lugar de los hechos, esto debió señalarse de inmediato como un crimen de odio”, afirmó Espinoza-Madrigal, director ejecutivo de Lawyers for Civil Rights, una organización sin fines de lucro con sede en Boston que combate la discriminación en nombre de personas de color e inmigrantes.

“El hecho de que eso no haya sucedido suscita dudas graves sobre el proceso en el que se basa la policía para identificar los crímenes de odio y resolverlos”, continuó.

Espinoza-Madrigal dijo que, tras la conferencia de prensa, su oficina se enteró de las mujeres latinas que habían sido víctimas de violencia racial en East Boston, quienes también decían que la policía no estaba investigando sus casos de manera apropiada.

Los datos de la ciudad muestran que la población nacida en el extranjero en la zona de East Boston ha aumentado a más de 50 por ciento en el transcurso de las últimas décadas, y su población latina creció de 1 por ciento en 1970 a 58 por ciento en 2015.

La experiencia de esta familia no fue un incidente aislado”, afirmó Janelle Dempsey, otra abogada de Lawyers for Civil Rights. “Los actos racistas y xenofóbicos son alarmantemente comunes en East Boston”.

El sargento detective John Boyle, portavoz del Departamento de Policía de Boston, declaró que los investigadores habían atendido el ataque contra Vasquez y su hija la misma noche en que sucedió.

“Remitimos este caso a nuestra unidad de derechos civiles, que empezó a trabajar en la investigación enseguida”, afirmó.

Boyle agregó que los residentes de vecindarios con una población considerable de inmigrantes como East Boston deben reportar cualquier delito, sin importar su estatus migratorio. Boston es una ciudad santuario que limita la facultad de las fuerzas de seguridad locales de cooperar con la entrega de inmigrantes a las autoridades federales para su deportación.

“Si no tienen documentos, los trataremos como víctimas y nada más”, comentó Boyle. “Nadie debería tener miedo de acudir a la policía si fue víctima de un crimen”.

THE NEW YORK TIMES/FOR

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