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Las razones por las que el coronavirus comenzó en China

Por un tiempo se le denominó ‘neumonía de Wuhan’, por la ciudad en el centro de China donde fueron detectados los primeros contagios humanos El nuevo coronavirus ya tiene nombre: COVID-19. El genoma del virus fue secuenciado aproximadamente a las dos semanas de su aparición, pero por muchas más semanas no se supo ni cómo llamarlo … Leer más

Por un tiempo se le denominó ‘neumonía de Wuhan’, por la ciudad en el centro de China donde fueron detectados los primeros contagios humanos

El nuevo coronavirus ya tiene nombre: COVID-19. El genoma del virus fue secuenciado aproximadamente a las dos semanas de su aparición, pero por muchas más semanas no se supo ni cómo llamarlo ni la enfermedad que causa.

Por un tiempo, en algunos sectores, a la enfermedad se le denominó “neumonía de Wuhan”, por la ciudad en el centro de China donde fueron detectados los primeros contagios humanos; sin embargo, los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud, que recientemente bautizó el COVID-19, no recomienda llamar a enfermedades con nombres de lugares o personas, para evitar “impactos negativos involuntarios que se podrían suscitar al estigmatizar a ciertas comunidades”.

El virus no es chino, aunque su origen haya sido rastreado hasta una cueva en China. Tampoco lo es la enfermedad que causa. Las epidemias, por otra parte, son por lo general sociales o políticas, de manera similar al hecho de que las hambrunas son usualmente causadas por el hombre, a pesar de que las sequías ocurran naturalmente.

En cuanto al brote actual, existen dos factores culturales que ayudan a explicar cómo el fenómeno natural de un solo virus contagiando a un solo mamífero se pudo convertir en una crisis sanitaria mundial.

Ocho médicos fueron detenidos por la policía en Wuhan a principios de enero bajo la acusación de haber difundido rumores luego de que señalaran en las redes sociales los riesgos de un potencial brote viral. Uno de ellos falleció recientemente tras haber contraído el COVID-19.

De forma similar, la epidemia del SRAS, el cual es causado por otro coronavirus, que se desató en el sur de China a finales de 2002 fue ocultado por las autoridades locales durante más de un mes, y el primer cirujano que dio la alarma fue retenido en una prisión militar durante 45 días.

En 2008, surgió un escándalo sobre leche para bebés contaminada, tras haberse descubierto que importantes productores chinos habían añadido melamina a la leche en polvo. Cuatro años después, el denunciante reconocido como el primero en exponer el problema fue asesinado a puñaladas en circunstancias misteriosas.

Estos son ejemplos recientes, pero eso no significa que deban ser adjudicados exclusivamente al Partido Comunista de China. La práctica de castigar a quien sea que exponga verdades embarazosas ha sido la norma desde al menos la época de Confucio, en el siglo VI a. C.

Castigar a las personas que dicen la verdad ha sido una práctica común de la élite dominante de China durante más de dos milenios y es un medio establecido para la estabilidad coaccionada. No es un invento de la China moderna bajo el control de los comunistas, aunque el partido, fiel a su estilo, ha perfeccionado la práctica. Y ahora, el haber amordazado al mensajero ha ayudado a propagar el letal COVID-19, el cual ha infectado a alrededor de 75.000 personas.

El segundo factor cultural detrás de la epidemia son las creencias tradicionales chinas sobre el poder de ciertos alimentos, lo que ha incentivado algunos hábitos peligrosos. En particular, está el aspecto de la cultura alimenticia china conocido como ‘jinbu’, que significa, a grandes rasgos, ‘llenar el vacío’. Algunas de sus prácticas son folklóricas o esotéricas, pero incluso entre los chinos que no las siguen, el concepto está generalizado.

La teoría holística parte de la idea de que es mejor curar una enfermedad con comida que con medicina. Las enfermedades se dan cuando el cuerpo agota su sangre y energía, aunque no se refiere al tipo de sangre y energía estudiada en Biología y Física, sino a una versión mística de ellas.

Para los hombres, es más importante llenar el vacío de energía, el cual está relacionado con la virilidad y la potencia sexual. Para las mujeres, el énfasis está en reemplazar la sangre, la cual incrementa la belleza y la fertilidad. Se piensa que las plantas y animales exóticos del mundo silvestre son los que ofrecen los mejores reabastecimientos, especialmente cuando son consumidos frescos o crudos. Se dice que el invierno es la temporada donde el cuerpo necesita más alimentos  ‘jinbu’. (¿Pudiera eso explicar por qué tanto el SRAS como la epidemia actual surgieron durante esa época del año?).

Los creyentes extremos del ‘jinbu’ parecen también creer en esta noción: “Consumir formas similares fortalecen formas similares”, donde la palabra ‘formas’ a veces se refiere a órganos humanos y sus funciones. Los adeptos tienen entre sus favoritos una lista larga de alimentos exóticos, cuyos métodos de adquisición o preparación pueden llegar a ser totalmente crueles. Algunos de ellos son sencillamente demasiado repugnantes para ser
descritos aquí.

Por lo tanto, existen fuertes razones para afirmar que la epidemia actual del COVID-19 ha sido ayudada por dos prácticas culturales fundamentalmente chinas. Esto puede ser incómodo de escuchar; la idea podría incluso parecerle ofensiva a algunas personas, pero es necesario investigar todas las causas detrás de esta epidemia mortal, sin importar su naturaleza, porque de no hacerlo, solo estaremos
invitando a la siguiente.

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