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La mano dura de México en la frontera sur, elogiada por Trump

Las personas que querían cruzar de forma ilegal fueron atacados con gas pimienta.
Las personas que querían cruzar de forma ilegal fueron atacados con gas pimienta.

El Gobierno mexicano responde con puño de hierro a inmensa caravana migrante de centroamericanos que querían ingresar al país Kirk Semple / Brent McDonald Durante generaciones, México fue un paso libre para los migrantes no autorizados que viajaban a Estados Unidos. Todos los años, cruzaban el país, sin impedimentos de las autoridades mexicanas. Sin embargo, esta … Leer más

El Gobierno mexicano responde con puño de hierro a inmensa caravana migrante de centroamericanos que querían ingresar al país

Kirk Semple / Brent McDonald

Durante generaciones, México fue un paso libre para los migrantes no autorizados que viajaban a Estados Unidos. Todos los años, cruzaban el país, sin impedimentos de las autoridades mexicanas.

Sin embargo, esta semana, la nueva postura firme del Gobierno mexicano en torno a la migración respondió con puño de hierro frente a una caravana migrante de centroamericanos que buscaba ingresar a México.

Hace unos días, el Gobierno mexicano desmanteló el grupo en la frontera sur, con una combinación de recompensa y castigo: el atractivo de un posible empleo para los legales, y gas pimienta, detenciones y deportaciones para los que no escogieran esa opción.

El 24 de enero, una caravana que hasta hace una semana tenía 4 mil personas se redujo a varias decenas. Más de mil personas fueron regresadas a Honduras y unas 800 fueron detenidas en México, según las autoridades gubernamentales.

“No crucé porque vi las dificultades”, comentó Rony Benítez, un chofer de autobús de 49 años de edad de Honduras, que el 24 de enero por la mañana estaba sentado en una acera de Tecún Umán. “Ya me harté de la caravana”.

La caravana tal vez haya sido la prueba más grande y dramática para México y su nueva resolución de endurecer su política hacia la migración ilegal. El giro político comenzó el año pasado bajo la presión de Donald Trump, que amenazó con cerrar la frontera e imponer aranceles y exigió a México  que detuviera el flujo de migrantes que pasa a través de su territorio en camino hacia Estados Unidos.

Esta semana, la postura estricta del Gobierno produjo  que fuerzas de seguridad mexicanas, vestidas con uniformes antidisturbios, rodearan a migrantes centroamericanos que intentaban cruzar en masa la frontera sur de México.

La táctica generó críticas de parte de los defensores de los migrantes e incluso de funcionarios mexicanos, quienes acusaron  de violar los derechos humanos al hacer un uso excesivo de la fuerza. No obstante, el Gobierno de Trump aplaudió los esfuerzos, y felicitó al Gobierno mexicano por haber endurecido su postura en el tema de inmigración.

Kenneth T. Cuccinelli II, subsecretario interino de Seguridad Nacional, dijo a los reporteros el 24 de enero que la Administración de Trump había visto más cooperación “de la que se consideraba posible” de parte de México, El Salvador, Honduras y Guatemala.

Cuccinelli señaló que los procedimientos fueron el resultado del despliegue de decenas de agentes de Seguridad Nacional en la región, para capacitar a las autoridades locales y detener la migración hacia EUA. Cuccinelli agregó que la próxima semana Trump negociará un acuerdo para que los hondureños que buscan asilo sean deportados de vuelta a su país.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, defendió la respuesta de su Gobierno frente a la caravana dijo que las fuerzas de seguridad respetaron  los derechos humanos con profesionalismo.

La respuesta del Gobierno mexicano frente a la caravana fue un alejamiento drástico de la estrategia utilizada para las migraciones masivas similares que ocurrieron hace apenas un año.

López Obrador asumió la presidencia en diciembre de 2018 en medio de una explosión migratoria de Centroamérica, cuando miles de personas huyeron de la pobreza, la violencia y la disfunción gubernamental, para llegar a la frontera sudoeste de Estados Unidos.

Pero López Obrador, un defensor de los pobres, abrió las puertas, con la promesa de oportunidades laborales en México y una distribución de visas humanitarias con vigencia de un año.

Al incentivarse una mayor migración, resultado que enfureció a Trump, este amenazó a México con imponer aranceles perjudiciales y cerrar la frontera entre Estados Unidos y México. En respuesta, México comenzó a tomar medidas enérgicas en contra de la migración ilegal, al aumentar de forma dramática las detenciones de migrantes no autorizados.

Al mismo tiempo, Trump también obligó a sus homólogos de Centroamérica a redoblar sus esfuerzos para detener el flujo de migrantes, y presionó a los países del Triángulo Norte, Guatemala, Honduras y El Salvador, a firmar acuerdos que les exigieran a los migrantes de paso por alguno de esos países que buscaran asilo primero ahí antes de solicitarlo en EUA.

Como resultado de estas medidas, en meses recientes, ha menguado la migración hacia el norte que pasa por México hasta la frontera de EUA. Sin embargo, esta ola de políticas cada vez más restrictivas en toda la región no desalentó la formación de la más reciente caravana migrante.

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