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Este no es el momento que predijeron sus detractores: Trump

Foto: AP
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Algunos de los principales lugartenientes de Trump apostaban a que cualquier respuesta de Irán resultara ser menos seria de lo que se esperaba Peter Baker Durante tres años, los detractores del presidente Donald Trump han manifestado sus inquietudes acerca de la manera en que manejaría una crisis internacional verdadera, y advertían que un comandante en … Leer más

Algunos de los principales lugartenientes de Trump apostaban a que cualquier respuesta de Irán resultara ser menos seria de lo que se esperaba

Peter Baker

Durante tres años, los detractores del presidente Donald Trump han manifestado sus inquietudes acerca de la manera en que manejaría una crisis internacional verdadera, y advertían que un comandante en jefe famoso por sus reacciones impulsivas podría extralimitarse, ocasionando consecuencias alarmantes.

En los momentos de enojo y arrebato posteriores al ataque del dron estadounidense que asesinó al general de división de Irán, Trump se enfrentó a un instante decisivo que demostrará si esos críticos estaban en lo correcto o si se equivocaron al juzgarlo.

“Probablemente haya llegado el momento que todos temíamos”, escribió el fin de semana en Twitter el senador demócrata del estado de Connecticut Christopher Murphy, un crítico acérrimo de Trump. “Un presidente inestable que se ve rebasado por la situación y entra en pánico cuando ya todos sus asesores experimentados han renunciado y solo quedan los principiantes que lo adulan. Asesinar a líderes extranjeros, anunciar planes de bombardear a los civiles. Una verdadera pesadilla”.

Los asesores y los aliados de Trump descalificaron la crítica como el inevitable contragolpe partidista de los adversarios políticos que son demasiado tímidos como para tomar medidas contundentes contra los enemigos extranjeros que han tenido en la mira a Estados Unidos impunemente durante años. Además, algunos de los principales lugartenientes de Trump apostaban a que cualquier respuesta de Irán resultara ser menos seria de lo que se esperaba.

Puede ser que haya un poco de ruido aquí, mientras los iraníes decidan responder”, dijo el secretario de Estado Mike Pompeo, el 5 de enero, en el programa de la NBC ‘Meet the Press’, cuando pasó por los cinco programas de noticias más importantes en la televisión. “Espero que eso no suceda. El presidente Trump ha dicho claramente lo que haremos si lo hacen, que nuestra respuesta será contundente y enérgica”.

Pero el efecto dominó del ataque con el dron que mató al general Qassem Soleimani, comandante de las fuerzas de élite de seguridad e inteligencia de Irán, se desarrollaba con rapidez el domingo 5 de enero. Irán declaró que iba a hacer caso omiso de algunas restricciones a su programa nuclear. El Ejército de Estados Unidos detuvo las operaciones contra el Estado Islámico para concentrarse en defenderse de las represalias.

El resultado es una situación tan volátil como no lo ha sido en muchos años, la cual desafiará a un comandante en jefe instintivo, combativo y relativamente poco experimentado para que transite a través de un periodo complicado y peligroso sin cometer el tipo de errores de los que acusó a sus predecesores de haber cometido. Además, enfrenta un gran escepticismo por parte de sus detractores que, desde hace mucho tiempo, han advertido que era demasiado impredecible para enfrentar momentos de crisis.

Tal vez, a fin de cuentas, las manifestaciones masivas y los llamamientos a tomar represalias en la región no sean más que “un poco de ruido”, como lo aseveró Pompeo. La votación parlamentaria de Irak para obligar a las fuerzas de Estados Unidos a salir del país no fue vinculante y tal vez el Gobierno provisional no siga adelante, aunque solo sea para mantener una protección contra el predominio iraní. Incluso cuando Teherán juró proseguir con su programa nuclear, mantuvo sus opciones abiertas al no expulsar a los inspectores internacionales.

Además, algunos expertos en esta región insinuaron que tan solo el carácter impredecible de Trump era suficiente como para disuadir, y argumentaron que quizás el asesinato de Soleimani había sido tan osado e impactante para los dirigentes iraníes que estos tendrán cuidado de no provocar a un presidente estadounidense que a todas luces está dispuesto a intensificar sus acciones como no lo estuvieron sus predecesores.

“En realidad, Trump tiene una mano muy dura frente al régimen clerical”, afirmó Reuel Marc Gerecht, un antiguo especialista de la CIA en Irán y miembro de la Fundación para la Defensa de las Democracias, una organización que reunió a la oposición del Gobierno de Irán. “No sé si decidirá hacerlo. No es un estratega, pero su juego táctico no ha sido malo. El ataque a Soleimani fue genial… dejó completamente desconcertado a su oponente”.

No obstante, esas son apuestas muy riesgosas donde hay mucho en juego.

Por el momento, Estados Unidos enfrenta una ruptura drástica con Irán, país en el que ha invertido mucho durante casi 17 años, y las personas de línea dura en Teherán han consolidado su posición local al capitalizar el coraje contra Estados Unidos. El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, tal vez no responda de inmediato, ya sea con violencia o a través de medios cibernéticos, pero todos creen que actuará en algún momento.

“Cuando llegue esa respuesta, y dependiendo de cuál sea, la pelota regresará de lleno a la cancha de Trump para enfrentarlo a una decisión igualmente crucial”, señaló Robert Malley, presidente del Grupo Internacional de Crisis y exasesor en materia de Medio Oriente del presidente Barack Obama. ¿Avanza más, como lo advirtió, y corre el riesgo de que haya una confrontación militar mucho más prolongada, sangrienta y costosa? ¿O busca una salida alternativa?”.

Trump ha dicho que no eliminó a Soleimani, cuyas fuerzas han sido responsables de la muerte de cientos de soldados estadounidenses a lo largo de los años, para iniciar una guerra, sino para detener un posible enfrentamiento bélico; sus asesores aseveraron, sin presentar pruebas, que el comandante iraní estaba urdiendo un ataque “inminente”. Al mismo tiempo, el presidente ha hablado más sobre la guerra y ha jurado responder a cualquier provocación de Irán con una fuerza aplastante, la cual incluye ataques al patrimonio cultural de Irán, cosa que algunos expertos dijeron que equivaldría a crímenes de guerra.

No se retractó de ello el 5 de enero. “Les permiten matar a nuestra gente, les permiten torturar y mutilar a nuestra gente, les permiten usar bombas al borde de las carreteras para hacer volar a nuestra gente, ¿y no nos permiten tocar sus patrimonios culturales?”, le comentó a los reporteros. “Así no funcionan las cosas”.

Para agravar el conflicto, incluso mencionó que estaba dispuesto a intensificar medidas contra Irak, el país en el que Estados Unidos ha trabajado mucho para tenerlo como un aliado fundamental en la región, y amenazó con imponer “sanciones muy fuertes” si expulsa a los soldados estadounidenses.

“No nos iremos a menos que nos retribuyan por ello”, declaró acerca de una base aérea en Irak. “Si nos piden que nos vayamos, si no lo hacemos de manera amistosa, les impondremos sanciones como las que nunca antes han visto. Las sanciones a Irán parecerán inocuas”.

Una confrontación militar más prolongada, sangrienta y costosa en Medio Oriente no es lo que Trump pronosticó cuando ganó la presidencia en 2016, ni tampoco lo que, al parecer, ofreció desde que asumió el cargo. A lo largo de la campaña prometió sacar a Estados Unidos de un nido de víboras que ha costado tantas vidas y tanta riqueza y, todavía el domingo, reiteró su conclusión de que “entrar a Medio Oriente fue la peor decisión tomada en la historia de nuestro país”.

Sin embargo, muchos de sus pronunciamientos sobre las políticas durante la campaña y desde entonces fueron ambiguos y, en ocasiones, contradictorios, lo que dio lugar a que los electores escucharan lo que querían.

Como candidato, varias veces hizo llamamientos a terminar los acuerdos con Medio Oriente, mientras que otras veces también decía que podría necesitar hasta 30 mil soldados en esa región para derrotar al Estado Islámico. Repudió la invasión a Irak del presidente George W. Bush mientras se declaraba admirador de las técnicas de interrogación de ese Gobierno, y en algún momento declaró que “la tortura funciona”.

Michael Doran, catedrático emérito del Hudson Institute, quien con anterioridad trabajó en los departamentos de Estado y de Defensa y fue miembro del personal del Consejo de Seguridad Nacional, comentó que la decisión de Trump de asesinar a Soleimani representaba “una evolución parcial” de un presidente que reprobaba las “guerras interminables”.

Donde quizás Trump solía ver un choque con Irán como una oportunidad para negociar un acuerdo nuclear mejor que el de Obama, ahora ve una conexión indisoluble con las acciones malintencionadas de Teherán en la región, que fomentan guerras y apoyan el terrorismo, señaló Doran.

“Pero también es más consciente de la diferencia de poder entre nosotros y los iraníes”, afirmó Doran. “Cuando se dio cuenta de que Jamenei pensaba que Soleimani le proporcionaba una ventaja competitiva, Trump simplemente eliminó del mapa a Soleimani. Con un dron, no con una invasión”.

Al codificar la ecuación, Trump tomó la iniciativa; no como hicieron Bush u Obama a su propia manera, pero al estilo clásico de Trump, desequilibrando a todos, proyectando dureza y apostando que podrá manejar cualquier cosa que surja después.

THE NEW YORK TIMES/FOR

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