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Texanos, el obstáculo para el muro de Trump

Foto: The New York Times
Foto: The New York Times

Ante los problemas que los propietarios de las zona fronteriza han puesto al actual gobierno estadounidense, se baraja la posibilidad de expropiarlos Zolan Kanoo-Youngs  Dos días después de darle al gobierno federal su firma, Richard Drawe se detuvo junto a su esposa y su madre en un dique que su familia ha poseído por casi … Leer más

Ante los problemas que los propietarios de las zona fronteriza han puesto al actual gobierno estadounidense, se baraja la posibilidad de expropiarlos

Zolan Kanoo-Youngs 

Dos días después de darle al gobierno federal su firma, Richard Drawe se detuvo junto a su esposa y su madre en un dique que su familia ha poseído por casi un siglo, para apreciar las grullas y las espátulas rosadas.

Un muro fronterizo que aceptó colocar en su terreno a regañadientes pronto dividirá a esta familia tejana de todo ese paisaje: el dique, un lago, un campo de cebollas y todas esas aves.

Drawe, de 69 años, duda que el muro haga mucho por detener la inmigración ilegal, y aunque apoya al presidente que lo ordenó, cree que la construcción “arruinará” su vida. Sin embargo, el razonamiento de Drawe fue que vender el terreno de una vez era una opción preferible —y más económica— a enfrentar al gobierno en los tribunales, solo para terminar perdiendo las tierras de todas formas.

El muro, las luces y las carreteras serán construidas en alrededor de 4,8 hectáreas que su abuelo compró en los años 20, y le quitarán las invaluables vistas del río Bravo que tanto atesora.

La lista de desafíos que aún enfrenta el muro “grande y hermoso” de Trump incluye una investigación a los contratos de construcción, demoras en el financiamiento y una decisión legal reciente de bloquear el acceso de emergencia a los fondos del Departamento de Defensa para construirlo.

La orden judicial nacional ha restringido, por ahora, la construcción del muro en 281 kilómetros en Laredo y El Paso, Texas; en Yuma, Arizona, y en El Centro, California.

Pero el acceso a terrenos privados como los de Drawe puede ser el mayor obstáculo entre el presidente y su muro.

El gobierno solo ha construido 150 kilómetros de nuevo muro, la mayor parte en territorio federal donde ya existían barreras deterioradas o para vehículos, de acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. La ruta final del muro fronterizo todavía no se ha establecido, pero 260 kilómetros de esa ruta pasarán por el sur de Texas, donde 230 de esos kilómetros son propiedad privada, según datos de la agencia fronteriza.

El gobierno de Trump ha comprado solo 4,8 kilómetros desde 2017.

Durante todo el primer mandato de Trump, la Casa Blanca ha presionado al Departamento de Seguridad Nacional para acelerar la construcción del muro. A medida que el sentido de urgencia ha crecido, Trump —que conoce bien las facultades de la expropiación forzosa— ha sugerido en algunas reuniones “tomar las tierras” de los propietarios privados.

La ley está del lado del gobierno. Destacados académicos y abogados especializados afirmaron en entrevistas que los propietarios de la frontera tienen pocas opciones una vez que reciben una petición del gobierno.

Los propietarios pueden permitir voluntariamente a las autoridades acceder e inspeccionar sus terrenos y, si los funcionarios deciden que la quieren, aceptar la oferta del gobierno. O pueden ir a los tribunales para pelear por una compensación mayor.

Pero de acuerdo con esta ley, el gobierno puede iniciar la construcción incluso antes de que los propietarios reciban el pago completo.

La tristeza es mayor cuando se sabe dónde estará realmente el muro. La construcción no es en la frontera, la cual corre a lo largo del río Bravo. Se realizará mucho más al interior del lado estadounidense. Drawe perderá acceso fácil a los terrenos ubicados entre el muro y el río, unas 141 de sus 212 hectáreas. Se supone que unas puertas al sur del muro le permitirán el acceso a su propiedad.

Drawe considera que todo esto no servirá de mucho y teme que los miembros de carteles que Trump cita como la razón de la construcción, tomen el control de todo el territorio al sur del muro. “Si se levanta el muro”, dice Drawe, “esa será la nueva frontera”.

Becky Jones se está preparando para pelear. El gobierno le mandó recientemente una carta informándoles que se estaban preparando para llevarlos a juicio si no les permitían a los funcionarios inspeccionar sus campos para la construcción del muro fronterizo.

Jones y Drawe dicen que apoyan a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y la seguridad en la frontera, pero que desearían que el gobierno se enfocara en modificar las leyes de inmigración de la nación, en contratar más agentes y en invertir en tecnología para monitorear la frontera en vez de construir un muro inútil.

Para probar el punto, Drawe mostró una escalera de madera que, según él, fue abandonada por inmigrantes en sus tierras, cerca de un viejo sector de muro fronterizo. A principios de mes, un video de un inmigrante usando una escalera parecida para escalar el muro recién construido y entrar a El Centro, California, se hizo viral.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza asegura que el video muestra que el muro está funcionando como se planeó: enlenteció al inmigrante lo suficiente para que los agentes arrestaran al adolescente mexicano de 16 años.

THE NEW YORK TIMES/FOR

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