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China se perfila como un Estado totalitario digital

Foto: NYT
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China se perfila como un Estado totalitario digital. El impulso a la vigilancia está empoderando a la Policía china que ha adoptado mayor papel Michael Massing China se perfila como un Estado totalitario digital. El impulso a la vigilancia está empoderando a la Policía china que ha adoptado mayor papel en el Gobierno de Xi … Leer más

China se perfila como un Estado totalitario digital. El impulso a la vigilancia está empoderando a la Policía china que ha adoptado mayor papel

Michael Massing

China se perfila como un Estado totalitario digital. El impulso a la vigilancia está empoderando a la Policía china que ha adoptado mayor papel en el Gobierno de Xi Jinping, el mandatario federal.

China está aumentando su capacidad de espiar a sus casi mil 400 millones de habitantes a nuevos y perturbadores niveles. Le ofrece al mundo un modelo para establecer un Estado totalitario digital.

Las autoridades de este país están uniendo tecnologías antiguas y de vanguardia –escáneres de celulares, cámaras de reconocimiento facial, bases de datos de rostros, huellas digitales y muchas otras– para crear herramientas exhaustivas de control autoritario, según un conjunto de políticas y bases de datos privadas analizadas por ‘The New York Times’.

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En cuanto se combinan y comienzan a operar, las herramientas pueden ayudar a que la Policía identifique a las personas cuando caminan en la calle, averigüen con quién se encontrarán e identifiquen quién pertenece o no al Partido Comunista.

Estados Unidos y otros países usan algunas de esas técnicas para rastrear a terroristas o capos de la droga. Las ciudades chinas quieren utilizarlas para darles seguimiento a todos.

El despliegue ha ocurrido a costa de la privacidad personal. El ‘Times’ descubrió que las autoridades almacenaban los datos personales de millones de personas en servidores que no cuentan ni con las medidas más básicas de seguridad. También reveló que los contratistas e intermediarios privados tienen amplio acceso a los datos personales que recaba el Gobierno chino.

La expansión apenas ha comenzado, pero está abarcando todas las ciudades del país. Las redes de vigilancia son controladas por la Policía local, como si los alguaciles de los condados en Estados Unidos tuvieran sus propias versiones de la Agencia de Seguridad Nacional.

Por sí misma, ninguna de las nuevas técnicas de China está más allá de las capacidades de Estados Unidos ni de otros países. Pero, en conjunto, podrían llevar el espionaje de China a otro nivel, pues ayudan a que sus cámaras y programas se vuelven más inteligentes y más sofisticados.

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Este impulso de vigilancia está empoderando a la Policía china, que ha adoptado un mayor papel en el Gobierno de Xi Jinping, el presidente del país. Les ofrece métodos poderosos para rastrear a los criminales, así como a los inconformes que simpatizan en internet con el movimiento de las protestas en Hong Kong, los detractores de la Policía y otras personas consideradas indeseables. A menudo, los objetivos de las autoridades son grupos vulnerables como los trabajadores migrantes –los que llegan desde el campo para llenar las fábricas chinas– y grupos étnicos minoritarios como los uigures, de mayoría musulmana, en el territorio occidental de China.

Los datos de cada persona dejan un rastro”, dijo Agnes Ouyang, trabajadora del sector tecnológico en la ciudad sureña de Shenzhen, cuyos intentos de concientizar a la gente sobre la privacidad fueron objeto de escrutinio por parte de las autoridades. “El Gobierno y los dirigentes de las grandes compañías pueden usarlos para dar seguimiento a lo que hacemos. Nuestras vidas valen lo mismo que la mugre”.

‘Dejando un rastro’

Un día de abril, la Policía llegó a un complejo deslucido de apartamentos en Zhengzhou, una ciudad industrial en China central. Durante tres días, instalaron cuatro cámaras y dos cajas blancas pequeñas en las puertas del complejo, donde hay hoteles baratos y negocios de dudosa reputación.

Una vez activado, el sistema comenzó a recolectar datos personales. Las cajas escáneres de celulares llamados receptores IMSI (Identidad Internacional del Abonado Móvil) –usados de manera generalizada en Occidente– recolectaban códigos de identificación de celulares. Las cámaras grababan rostros.

En su parte interna, el sistema intentó vincular los datos, según mostró un análisis de su base de datos subyacente. Si un rostro y un celular aparecían en el mismo lugar y momento, el sistema confirmaba que pertenecían a la misma persona.

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Durante cuatro días en abril, las cajas identificaron más de 67 mil celulares. Las cámaras capturaron más de 23 mil imágenes de las cuales se derivaron cerca de 8 mil 700 rostros únicos. Combinando los conjuntos dispares de datos, el sistema conjuntó alrededor de 3 mil celulares con rostros, con distintos niveles de certeza.

El sistema individual forma parte de una red de vigilancia por toda la ciudad que abarca placas de automóviles, números de teléfono, rostros e información de redes sociales, según la base de datos de una Oficina de Seguridad Pública de Zhengzhou.

Otras ciudades chinas están copiando el modelo de Zhengzhou. Desde 2017, los documentos de adquisición pública e informes oficiales muestran que la Policía en las provincias chinas de Guizhou, Zhejiang y Henan han comprado sistemas similares. La Policía en Zigong, una ciudad de tamaño medio en la provincia de Sichuan, compró 156 conjuntos de esta tecnología, según muestran los documentos.

En Wuhan, la Policía señaló en un documento de adquisición que querían sistemas que pudieran “recolectar de manera integral la identidad de todos los usuarios de internet en espacios públicos, su comportamiento en internet, su ubicación, sus movimientos e identificar información sobre sus celulares”.

La gente pasa y deja una sombra”, dice un panfleto para promocionar un sistema de vigilancia similar en los departamentos chinos de Policía. “El celular pasa y deja un número. El sistema conecta ambos”.

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Incluso para la Policía de China, que disfruta amplios poderes para cuestionar y detener a las personas, este nivel de control no tiene precedentes. Rastrear a la gente tan de cerca alguna vez requirió cooperación de instituciones poco colaboradoras en Pekín. Las compañías celulares dirigidas por el Estado, por ejemplo, a menudo se muestran reacias a compartir datos confidenciales o lucrativos con autoridades locales, dijeron las personas que saben del sistema.

Ahora la Policía local está comprando sus propios rastreadores. La tecnología mejorada los ayuda a compartirlo por la cadena de mando al Ministerio de Seguridad Pública central en Pekín, comentaron las personas.

Las redes de vigilancia cumplen la vieja meta de asegurar estabilidad social, que data del levantamiento en la plaza de Tiananmén en 1989, pero ahora existe un mayor apremio debido a las manifestaciones de la Primavera Árabe en 2011 y 2012. En años recientes, la Policía china aprovechó los temores relacionados con la intranquilidad para obtener más poder y recursos.

No está claro cuán bien está usando estas nuevas capacidades la Policía ni lo eficaz que podrían ser, pero el potencial está ahí.

AMIP.

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