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Se erigieron una parte de ese muro del que tanto has oído hablar

Foto: New York Times
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Tres años después de que Donald Trump asumió su cargo, dos cuadrados de acero, recién instalados e incompletos se encuentran a 1.6 kilómetros al norte del río Bravo Alyssa Schukar Dos gigantescas grúas de construcción se elevaban sobre los campos de caña de azúcar ya cosechados, y estaban coronadas por un par de banderas a … Leer más

Tres años después de que Donald Trump asumió su cargo, dos cuadrados de acero, recién instalados e incompletos se encuentran a 1.6 kilómetros al norte del río Bravo

Alyssa Schukar

Dos gigantescas grúas de construcción se elevaban sobre los campos de caña de azúcar ya cosechados, y estaban coronadas por un par de banderas a cuadros que ondeaban al viento. A cierta distancia a lo largo de este tramo plano y rural del Valle del Río Grande, en el sur de Texas, hay dos estructuras ubicadas entre las grúas que recuerdan a las pantallas de los autocines abandonados.

Esos paneles gemelos de vigas de acero, de unos 5.4 metros de altura, no parecen gran cosa, pues los únicos letreros que indican que se trata de un sitio de construcción advierten ‘Carretera cerrada’ y ‘No pase’, pero sí son una especie de hito.

Casi tres años después de que el presidente Donald Trump asumió el cargo, los dos cuadrados de acero, recién instalados y aún incompletos que se encuentran a 1.6 kilómetros al norte del río Bravo, son las primeras secciones nuevas que se erigirán del muro que el mandatario prometió construir a lo largo de los más de 3057 kilómetros de la frontera suroeste.

Hace más de dos años, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos comenzó a perforar y tomar muestras de suelo a lo largo de la frontera y, en los últimos años, ese trabajo ha continuado en California, Arizona y Nuevo México. Hasta ahora el trabajo ha consistido en mejorar y remplazar las barreras existentes. La construcción de la primera sección nueva del muro fronterizo, donde antes no había nada, comenzó justo al sur de Donna, Texas, a finales de octubre.

Foto: New York Times

La obra se inició meses después de la fecha planificada y costará alrededor de 167 millones de dólares. Cuando se finalice la construcción en esa sección histórica del controvertido proyecto del muro, un símbolo de la presidencia de Trump y un punto crítico para sus adversarios, la frontera dura con México solo será 12.8 kilómetros más larga. Todavía faltarán cientos de kilómetros por construir.

El Gobierno está apresurándose para cumplir con una fecha límite debido a la promesa del presidente de construir aproximadamente 804 kilómetros de cercas fronterizas para finales de 2020. Según los funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza, se han reservado cerca de 9.8 mil millones de dólares en fondos del Departamento de Defensa, el Departamento de Seguridad Nacional y un fondo de decomiso de activos del Departamento del Tesoro.

Creemos que, dependiendo de ciertas condiciones del terreno, podríamos alcanzar unos 804 kilómetros para finales del próximo año”, dijo Trump a los periodistas en septiembre mientras mostraba los bolardos de acero recientemente erigidos cerca de San Diego, y agregó: “Estamos construyendo a una velocidad vertiginosa”.

La construcción de los 12.8 kilómetros del muro ubicado en Donna estaba programada para comenzar en febrero, pero no se puso en marcha hasta finales de octubre. El proyecto tardará meses en completarse. A unos 48.2 kilómetros al oeste del sitio de construcción en Donna, cerca de un parque estatal, los equipos ya han despejado el terreno en preparación para la construcción de más muros nuevos que, junto con otros tres puntos, constituyen el trabajo a realizar en el Condado de Hidalgo.

En otros tramos de la frontera suroeste se están realizando preparativos similares.

Los funcionarios federales dicen que, en total, se han completado cerca de 122 kilómetros del muro de reemplazo a lo largo de la frontera, lo que significa que se deben instalar más de 643 kilómetros en unas 60 semanas para cumplir con el plazo.

Los ejecutivos y los que participan en la construcción de las secciones anteriores de la valla fronteriza que se hicieron durante la administración de George W. Bush afirmaron que era un plazo difícil de cumplir, sin embargo, reconocieron que era realizable.

“Hace 15 años te habría dicho: ‘¿Qué estás fumando?’”, dijo Víctor Manjarrez Jr., exjefe de la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso, Texas, quien ayudó a supervisar la construcción de la valla fronteriza de la era de Bush a finales de la década de 2000. “Pero ahora, la gran diferencia es que no solo se trata de los recursos del Departamento de Defensa. Ahora son los contratistas los que trabajan muchísimo más rápido de lo que podríamos haber imaginado”.

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La frontera suroeste de Estados Unidos con México abarca cuatro estados y más de 3 mil 218 kilómetros, pero durante mucho tiempo no estuvo cercada y las barreras ubicadas en esa zona solo cubren unos mil 46 kilómetros. Algunas de las controversias que retrasaron y complicaron los esfuerzos de los presidentes anteriores para construir nuevas cercas continúan obstaculizando el proyecto actual.

A lo largo del río Bravo algunas personas, cuyas propiedades privadas se necesitan para la construcción del muro, están luchando contra el Gobierno en los tribunales y “constantemente” presentan nuevas demandas, afirmó Ricky Garza, abogado del Proyecto de Derechos Civiles de Texas. Los desafíos legales de los terratenientes que se opusieron cuando el Gobierno de Bush intentó construir un muro fronterizo se han prolongado durante más de una década. A principios de este año, había más de 60 casos pendientes de la era de Bush que involucraban a terratenientes, dijo Garza.

También se han presentado otros retrasos. Fisher Sand & Gravel, un contratista de construcción de Dakota del Norte, impugnó el proceso de licitación y selección del gobierno para asignar los contratos del muro fronterizo tanto en los tribunales como con una queja interpuesta ante la Oficina de Responsabilidad del Gobierno. Aunque las demandas fueron descartadas, retrasaron el calendario de la construcción.

A pesar de todo el debate público sobre la necesidad del muro, y las protestas y los enfrentamientos que este ha suscitado en el Congreso estadounidense, los sitios de construcción reales han funcionado sin problemas, con poca fanfarria.

Donna, un pueblo de casi 17 mil personas y con un ingreso familiar promedio de 30 mil dólares, fue donde los soldados del Ejército establecieron un campamento base el año pasado durante el despliegue de tropas en la frontera que ordenó Trump. El alcalde, Rick Morales, dijo que no tenía problemas con las obras de construcción.

“Sí creo que tiene que haber algún tipo de barrera”, dijo Morales. “Tenemos una barrera natural, que es el río, pero hay mucho contrabando de drogas y tráfico de personas en esta zona”.

Otros funcionarios electos han sido menos solidarios, cuestionando si la construcción de un muro amerita todas estas molestias y el dinero. Descartaron las promesas de que la construcción traería nuevos empleos sustanciales.

“Tenemos un presidente que dice que fue elegido con la promesa de construir un muro fronterizo”, dijo el principal funcionario electo en el condado de Hidalgo, Richard Cortez, quien se desempeña como juez del condado y es demócrata. “Bueno, creo que tenemos que tener mejores razones para construir un muro fronterizo que una promesa de campaña. Prefiero gastar millones en los problemas de drenaje que tenemos aquí”.

Funcionarios de la Patrulla Fronteriza dijeron que las secciones del muro que se están construyendo en el condado de Hidalgo aliviarían la presión que enfrentan los agentes en el sector del Valle del Río Grande, la zona fronteriza más concurrida de la agencia. El  40 por ciento de las detenciones de migrantes realizadas en la frontera suroeste suceden en ese sector.

El nuevo muro probablemente ayudará a detener o frenar los cruces fronterizos ilegales, dijeron los agentes, ya que la mayoría de los migrantes y contrabandistas buscan puntos de cruce que no estén cercados. Este sector fronterizo de más de 445 kilómetros solo tiene unos 88 kilómetros cercados.

“Van a llegar al punto de menor resistencia”, dijo Christian Alvarez, un agente supervisor del sector. “Simplemente tienes más control operativo. Cuando no hay una barrera allí, siempre estamos tratando de controlar el flujo”.

THE NEW YORK TIMES/ FOR

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