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La erosión de los acuerdos nucleares deja al mundo al borde de una nueva carrera armamentista

Foto: The New York Times
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Una nueva carrera armamentista parece estar gestándose, atrayendo a más participantes, más dinero y más armas Steven Erlanger Después de la muerte reciente del tratado que da cobertura a los misiles de alcance intermedio, una nueva carrera armamentista parece estar gestándose, atrayendo a más participantes, más dinero y más armas en un momento de inestabilidad … Leer más

Una nueva carrera armamentista parece estar gestándose, atrayendo a más participantes, más dinero y más armas

Steven Erlanger

Después de la muerte reciente del tratado que da cobertura a los misiles de alcance intermedio, una nueva carrera armamentista parece estar gestándose, atrayendo a más participantes, más dinero y más armas en un momento de inestabilidad mundial creciente y ansiedad respecto de la proliferación nuclear.

La arquitectura del control armamentista de la Guerra Fría, que involucró decenas de miles de armas nucleares, se diseñó laboriosamente a lo largo de años de negociaciones difíciles entre dos superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. Los complejos tratados ayudaron a evitar que hubiera una aniquilación nuclear a nivel mundial.

Actualmente, esos tratados están siendo abandonados por Estados Unidos y Rusia justo cuando nuevos competidores estratégicos que no están cubiertos por los acuerdos de la Guerra Fría —como China, Corea del Norte e Irán— están consolidándose como potencias regionales y desafían la hegemonía de Estados Unidos.

El desmantelamiento del “control armamentista”, un mantra de la Guerra Fría, ahora está aumentando los riesgos de una nueva era en la que potencias nucleares como India y Pakistán están enfrentándose por Cachemira, y en la que Israel, con su programa nuclear, se siente amenazado por Irán, Corea del Norte está probando nuevos misiles, y se cree que otros países como Arabia Saudita tienen acceso a armas nucleares o que son capaces de construirlas.

Los expertos dicen que la consecuencia probablemente será un entorno más peligroso e inestable, incluso a corto plazo, lo cual podría precipitar conflictos no deseados y exigir una vasta expansión militar entre las potencias más grandes del mundo, entre ellas Estados Unidos.

“Si no hay un desarme nuclear, habrá proliferación”, dijo Joseph Cirincione, analista nuclear y presidente del Ploughshares Fund, una fundación global de seguridad. “Si las grandes potencias se apresuran a fortalecer sus arsenales, las potencias más pequeñas seguirán su ejemplo”.

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“Mientras que los principales agentes se aferren a sus juguetes, otros los querrán también”, agregó, citando a Mohamed el Baradei, exdirector del Organismo Internacional de Energía Atómica.

Los principales agentes no solo se están aferrando a ellas, ahora también hay más participantes importantes en el juego, y quieren más juguetes.

Para Washington, China es un rival y competidor estratégico ascendente. Además, Estados Unidos se está preparando para aumentar su presencia militar y sus despliegues de misiles en Asia, como una disuasión en contra de un Pekín más agresivo, que ha expandido y modernizado en gran medida sus reservas de misiles de alcance medio que pueden atacar a embarcaciones estadounidenses, así como a Taiwán.

Al mismo tiempo, John R. Bolton, asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, ha hablado de permitir que el último tratado estratégico de control armamentista, el Nuevo START, caduque en febrero de 2021, sin extenderlo cinco años más, como se preveía en el acuerdo, el cual fue firmado durante el gobierno del presidente Barack Obama.

Sin límites a las armas nucleares, y sin sistema de verificación presencial o intercambio de información, una nueva carrera armamentista muy costosa parece casi inevitable con Moscú, y probablemente se aceleraría otra con Pekín.

Libre del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF, por su sigla en inglés), el gobierno de Trump está probando, y quiere desplegar, una nueva generación de misiles de alcance intermedio lanzados desde tierra en Asia.

Conforme lo hace, el deseo declarado de Trump de incluir a China en charlas armamentistas tripartitas parece estar más lejos que nunca de cumplirse.

“Algo malo está ocurriendo, y estamos al borde de un entorno en el que no hay límites ni verificación entre nosotros y Rusia”, dijo Lynn Rusten, funcionaria de control armamentista en el gobierno de Obama. “Estamos perdiendo uno de los controles clave que alejó a Estados Unidos y a Rusia del conflicto nuclear. Por lo menos durante la Guerra Fría nos comunicábamos”.

Richard Burt ayudó a negociar el tratado INF y dirigió las negociaciones que llevaron a un Tratado Estratégico de Reducción de Armas Estratégicas más radical, conocido como START I, durante el gobierno del presidente George Bush.

Sin el Nuevo START, dijo, “ya no habrá ninguna inspección presencial ni transparencia, así que regresaremos a suponer lo peor de lo que está haciendo tu adversario”.

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“En las décadas de 1970 y 1980, incluso los que tomaban las decisiones decían que la expansión estadounidense y soviética era demente, ambos bandos construyeron de más sin previsibilidad, y a ese punto nos estamos dirigiendo”, comentó Burt. En las décadas de 1960, 1970 y 1980, el gasto militar de Estados Unidos era aproximadamente el siete por ciento de la producción económica, en comparación con tan solo más del cuatro por ciento actualmente.

Si añadimos a China a la receta, dijo Burt, “podríamos gastar enormes cantidades de dinero pronto”.

“Estamos hablando de modernizar toda la triada estadounidense, con nuevos misiles balísticos intercontinentales, submarinos y bombarderos”, explicó. “Eso superará un billón de dólares, y no incluye los misiles de alcance medio ni los hipersónicos”.

Radoslaw Sikorski, exministro polaco de defensa y ahora legislador europeo, simplemente dijo: “Hemos desmantelado prácticamente toda la arquitectura del control armamentista de la Guerra Fría, y eso no es algo bueno. Además, tenemos un gobierno en Washington que sobrevalora el poder estadounidense”.

Incluso tras décadas de reducir arsenales, Estados Unidos y Rusia aún poseen más del 90 por ciento de las armas nucleares del mundo, más de 8000 ojivas nucleares, suficientes para destruir el mundo varias veces. El Nuevo START limitó el número de ojivas nucleares desplegadas en cada bando a cerca de 1550, un recorte de casi dos tercios respecto del START I.

No obstante, cuando el presidente ruso Vladimir Putin habló con Trump acerca de renovar el Nuevo START en su primera conversación telefónica en febrero de 2017, Trump atacó el tratado, afirmando que favorecía a Rusia y era “uno de varios acuerdos deficientes negociados por el gobierno de Obama”.

En junio, Bolton —que ha expuesto su opinión de que los pactos internacionales no pueden aplicarse y limitan a Estados Unidos— dijo que era poco probable que se extendiera el Nuevo START, en parte porque no cubre armas nucleares tácticas.

Sin embargo, en asuntos nucleares, lo perfecto puede ser enemigo de lo malo, dijo Jon Wolfsthal, que fue director sénior de control armamentista en el Consejo de Seguridad Nacional de Obama.

El deseo de Trump de incluir a China es positivo, dijo Wolfsthal.

“Hay muchas preocupaciones de las que hablar”, dijo refiriéndose también a la expansión militar y naval de China, sus misiles antibuque, y las inquietudes de China como los despliegues de misiles estadounidenses, la defensa con misiles, la ciberguerra y el espacio.

“Sin embargo, es demente la idea de que China se una a Estados Unidos y Rusia con respecto al control armamentista y se apegue al estatus inferior de esos países”, dijo Wolfsthal, especialmente en un momento en el que Washington está ejerciendo presión en una guerra comercial con Pekín y vendiéndole armas a Taiwán.

Tan solo la semana pasada, Mark Esper, secretario de Defensa, dijo que con el tratado INF ahora caduco, le gustaría comenzar a desplegar misiles de alcance intermedio lanzados desde tierra en Asia “cuanto antes”, incluso “en cuestión de meses”.

FILE– President Barack Obama signs the New START treaty with Russia, surrounded by Senators and Cabinet members in the Oval Office of the White House in Washington on Feb. 2, 2011. President Donald Trump’s national security adviser, John Bolton, has talked about letting the strategic-arms control treaty die in February 2021, without extending it another five years, as foreseen in the accord. (Doug Mills/The New York Times)

China respondió inmediatamente, y advirtió que cualquier despliegue de ese tipo “sería evidentemente muy ofensivo en su naturaleza”. Fu Cong, el principal funcionario de control armamentista de China, dijo que Pekín “tomaría medidas defensivas” e hizo énfasis en que a China “no le interesaba” el llamado de Trump a favor de charlas de control armamentista tripartitas.

Thomas Countryman, ex secretario adjunto de Estado para la seguridad internacional y la no proliferación, dijo que China, con un pequeño arsenal nuclear de unas 300 ojivas y una teoría estratégica distinta, tenía pocos incentivos para unirse a ese tipo de diálogos.

China practica la “disuasión mínima” y jura que “no será la primera” en usar armas nucleares. Su arsenal es muy pequeño como para representar una amenaza de primer ataque contra Washington o Moscú, pero lo bastante grande —y oculto— para tener una capacidad de represalia creíble.

Mientras que los tratados de control armamentista entre Washington y Moscú dependían de las inspecciones y la transparencia, “China considera que estos erosionan las pocas ventajas que tienen”, comentó Countryman.

Además, nadie admite nunca haber comenzado una carrera armamentista, dijo Countryman. “Siempre es una respuesta a lo que han hecho los demás”.

China está expandiendo sus fuerzas militares rápidamente, al igual que Rusia, decisiones que, según ellos, los mantienen competitivos respecto de Estados Unidos, que gasta mucho más. Sin embargo, también otras potencias regionales lo están haciendo, conforme aprovechan la oposición estadounidense a los acuerdos multilaterales y el deseo de Trump de reducir las responsabilidades y la huella del país en el extranjero, como en Siria y Afganistán.

Burt propone extender el Nuevo START y después negociar una mayor reducción con Moscú a mil ojivas desplegables cada uno, “y entonces posiblemente se podría incluir a los chinos para que acepten un límite en su arsenal actual. Por lo menos vale la pena intentar eso”.

De otra manera, señaló, “nos estamos dirigiendo a una carrera armamentista mucho más costosa”.

Además, si los grandes participantes no logran reducir sus juguetes nucleares solo provocarán que otros comiencen a fabricar los suyos.

The New York Times / AM 

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