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Científicos encuentran el cráneo de un ancestro de la humanidad, en una computadora

El origen de los antepasados de todos los humanos actuales se puede rastrear hasta África./NYT
El origen de los antepasados de todos los humanos actuales se puede rastrear hasta África./NYT

La representación de este cráneo ancestral, descrita en la revista Nature Research, tiene un parecido sorprendente con los fósiles más o menos de la misma época que se encontraron al este y al sur de África Carl Zimmer Tan solo un nuevo fósil puede cambiar la forma en que concebimos los orígenes del ser humano, … Leer más

La representación de este cráneo ancestral, descrita en la revista Nature Research, tiene un parecido sorprendente con los fósiles más o menos de la misma época que se encontraron al este y al sur de África

Carl Zimmer

Tan solo un nuevo fósil puede cambiar la forma en que concebimos los orígenes del ser humano, pero descubrirlo —en lo profundo de una cueva o enterrado entre rocas— sigue siendo un desafío abrumador para los paleoantropólogos que blanden sus martillos.

“Pueden pasar años y debes tener suerte para encontrar el adecuado”, comentó Aurélien Mounier, paleoantropólogo del Museo Nacional de Historia Natural de Francia.

Ahora, investigadores como Mounier están utilizando computadoras y técnicas matemáticas para reconstruir la apariencia de los fósiles que todavía no han encontrado. La semana pasada, Mounier y Marta Mirazón Lahr, paleoantropóloga de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, revelaron un cráneo virtual que perteneció al último ancestro en común de todos los humanos modernos, que vivió en África hace unos 300.000 años.

La representación de este cráneo ancestral, descrita en la revista Nature Research, tiene un parecido sorprendente con los fósiles más o menos de la misma época que se encontraron al este y al sur de África. Los científicos proponen que la humanidad moderna surgió gracias a la mezcla de poblaciones en estas dos regiones.

“Estamos comenzando a ver el registro paleontológico de una manera diferente”, señaló Mounier. “Estamos más conscientes de una gran diversidad y complejidad”.

El origen de los antepasados de todos los humanos actuales se puede rastrear hasta África. Estudios de ADN indican que nuestros ancestros comunes vivieron en ese continente hace 260.000 a 350.000 años.

No obstante, cómo evolucionaron esos primeros humanos es un enigma imperecedero. En África, el registro fósil de ese periodo no ofrece respuestas sencillas. A lo largo de las décadas, los investigadores han encontrado tan solo unos pocos restos, con una extraña mezcla de rasgos.

Por ejemplo, en 1986, unos paleoantropólogos descubrieron un fósil en Kenia que tenía entre 270.000 y 300.000 años de edad. Lo llamaron “Homo sapiens arcaico”. Otros expertos arguyeron que era de una especie totalmente distinta. Y otros solo se han dado por vencidos.

Hace dos años, un equipo de científicos que estaba trabajando en Marruecos ofreció una pista nueva importante. Descubrieron una serie de restos fósiles, de unos 315.000 años de antigüedad, que pertenecían a los “Homo sapiens”: los restos más antiguos que se hayan encontrado de nuestra especie.

Sin embargo, estos humanos eran diferentes a los humanos modernos en algunos aspectos importantes. Por ejemplo, no tenían barbillas y tenían cavidades cranianas largas y bajas.

Mounier y Mirazón Lahr querían entender cómo podían relacionarse unos enigmáticos fósiles de África con los humanos modernos. Los investigadores desarrollaron técnicas matemáticas para comparar la estructura de los cráneos, en busca de lazos evolutivos.

El primer desafío fue que la gente de la actualidad no comparte cráneos idénticos. De una persona a otra, hay muchas variaciones. En promedio, puede haber formas craneales ligeramente distintas en las poblaciones, pero esos promedios pueden ser engañosos.

“Sabemos que dentro de una población puede haber muchas más variaciones que entre dos poblaciones”, comentó Mounier. “Todos somos muy similares, pero también somos muy distintos”.

El cráneo de una persona no puede representar el de todos. Por lo tanto, Mounier y Mirazón Lahr se remontaron al pasado desde esta diversidad moderna hasta el que creen que fue el cráneo de un ancestro común.

Realizaron tomografías computarizadas de 260 cráneos de personas de una gran variedad de poblaciones: desde los habitantes de la selva tropical africana pasando por las islas del Pacífico hasta las costas de Groenlandia. También escanearon cráneos de 100.000 años encontrados en Israel cuya similitud con los de los humanos actuales es evidente.

Los investigadores también hicieron una selección de parientes extintos de los humanos, como los neandertales, para estudiarlos de la misma manera.

Luego, los científicos colocaron todos esos individuos vivos y extintos en un árbol filogenético. Con esto, pudieron rastrear la evolución de los cráneos a lo largo de cada una de las ramas, para así llegar a la imagen del cráneo del ancestro común de los humanos actuales.

“Más o menos es un humano bastante moderno”, señaló Mounier para referirse al cráneo. “Pero en realidad no corresponde a ninguna población actual, es algo distinto”.

La representación de este cráneo ancestral muestra la misma cavidad craniana abovedada que tenemos actualmente. Sin embargo, también tiene ceños más pesados y le sobresale la parte inferior del rostro.

Mounier y Mirazón Lahr compararon su cráneo ancestral con los fósiles africanos de cráneos reales del mismo periodo. Los investigadores encontraron varias diferencias, tantas, de hecho, que creen que los fósiles son de tres poblaciones, no una.

El fósil marroquí pertenece a una población. Otro fósil, hallado en Tanzania, representa la segunda. La tercera población tiene dos fósiles de dos sitios que están a miles de kilómetros de distancia: Sudáfrica y Kenia. Los investigadores concluyeron que esta tercera población era la que se parecía más al ancestro de los humanos modernos.

El linaje evolutivo que dio origen a los humanos modernos produjo poblaciones en toda África hace unos 350.000 años aproximadamente, especularon Mounier y Mirazón Lahr. Todos estos humanos tenían cerebros grandes y fabricaban herramientas cada vez más sofisticadas.

No obstante, hay claras diferencias en su anatomía. Por ejemplo, en Marruecos, los primeros “Homo sapiens” tenían una apariencia similar a la de los neandertales. “Claramente no es el candidato más cercano a haber participado en la evolución de los humanos modernos”, afirmó Mounier.

Las poblaciones de donde provienen los fósiles marroquíes y tanzanos tal vez murieron sin haber contribuido al acervo genético de los humanos actuales.

Sin embargo, quizá otros grupos tuvieron contacto con otros grupos de vez en cuando y se cruzaron. Eso pudo haberles pasado a los humanos antiguos del este y el sur de África. “La idea es que con el tiempo se mezclaron para formar nuestra especie”, agregó Mounier.

Katerina Harvati, paleoantropóloga de la Universidad de Tubinga en Alemania que no estuvo involucrada en el nuevo estudio, dijo que era “un gran mecanismo para probar hipótesis sobre los registros fósiles”.

No obstante, advirtió que cualquier reconstrucción de nuestro ancestro común depende de los cráneos que examinen los científicos. Además de los fósiles de Israel, le gustaría ver que se agregara el análisis de otros fósiles de humanos modernos.

Los datos adicionales podrían alterar el cráneo virtual, y tal vez incluso las teorías sobre nuestros orígenes.

Mounier considera que el nuevo trabajo es un marco para estudiar los orígenes de los humanos, no una conclusión del tema. “Podemos hacer muchas cosas, incluso sin nuevos fósiles”, comentó.

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