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Cómo un multimillonario podría hacer que tres países sean dependientes del carbón

Foto: The New York Times
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La enorme reserva no explotada de carbón en el noroeste de Australia había sido durante años el objeto del deseo de Adani, el gigante industrial indio Somini Sengupta, Jacqueline Williams y Aruna Chandrasekhar En junio, cuando las autoridades australianas le otorgaron a la compañía su aprobación para extraer carbón de la reserva, no solo estaban … Leer más

La enorme reserva no explotada de carbón en el noroeste de Australia había sido durante años el objeto del deseo de Adani, el gigante industrial indio

Somini Sengupta, Jacqueline Williams y Aruna Chandrasekhar

En junio, cuando las autoridades australianas le otorgaron a la compañía su aprobación para extraer carbón de la reserva, no solo estaban recompensando su cabildeo y su politiquería, sino también abriendo la puerta para que Adani llevara a cabo su gran plan de crear una cadena de suministro de carbón que se extienda a lo largo de tres países.

El carbón de la operación australiana, conocida como el proyecto Carmichael, sería transportado a India, donde la empresa está construyendo una nueva planta de energía por casi 2 mil millones de dólares para generar electricidad. Esa energía se vendería en la nación vecina de Bangladés.

La victoria de Adani en Australia ayudó a garantizar que el carbón siga siendo parte de la economía y las vidas de esos tres países, que en conjunto tienen un cuarto de la población del mundo, durante años, si no es que décadas. Esto ocurre a pesar de las advertencias de científicos acerca de que reducir la combustión de carbón es esencial para evitar los efectos más desastrosos del cambio climático.

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La historia de Adani y su proyecto australiano ilustra por qué el mundo sigue quemando carbón a pesar de su profundo peligro, y a pesar de los precios más bajos de alternativas como el gas natural, la energía eólica y la solar.

El carbón está sufriendo un declive drástico en los países más adinerados, entre ellos Estados Unidos y las naciones de Europa occidental, en su mayor parte debido a la competencia de esas fuentes alternativas de energía. Sin embargo, en Asia está creciendo la demanda de carbón, la principal fuente de energía. Eso se debe a que es abundante, la demanda es enorme y hay menos alternativas.

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El apoyo del gobierno también es clave para la supervivencia del carbón. Los subsidios destinados a plantas de energía impulsadas por carbón casi se han triplicado en años recientes en los países del G20, de acuerdo con un estudio del Overseas Development Institute y dos grupos más. En los países adinerados, eso ha ayudado a que el carbón siga sobreviviendo. En las naciones en vías de desarrollo, eso implica que el carbón siga prosperando.

El Grupo Adani, con un valor de 14 mil millones de dólares —un extenso conglomerado con intereses en la energía, la industria agrícola, los bienes raíces y la defensa, entre otros sectores— aprovechó su perspicacia en los negocios y la política para llevar a cabo su plan, asegurando el respaldo generoso del gobierno indio para construir su más reciente planta de energía impulsada por carbón.

Gautam Adani, el fundador de la compañía, dice que las críticas sobre el uso de carbón no son justas. “India no tiene alternativa”, dijo en una entrevista reciente en la sede de la empresa en Ahmedabad, India. Citando la asequibilidad y la confiabilidad del carbón, dijo que este era indispensable para satisfacer las demandas de energía de los grandes países en vías de desarrollo.

“Estos son los últimos momentos de la industria de los combustibles fósiles, y están aprovechando todo el capital político que tienen para atacar”, comentó Rachel Cleetus, directora de políticas públicas del grupo Union of Concerned Scientists. “Mientras tanto, estamos viendo el impacto en el clima ahora mismo”.

Una ‘gran oportunidad’ para Australia

Desde su sede en Ahmedabad, Adani estudió la política del segundo estado más grande de Australia, Queensland, a 6 mil kilómetros de distancia. Entonces, cuando se convocó a una elección nacional en Australia para mayo de este año, su equipo entró en acción.

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Los representantes de la compañía les presentaron el argumento a los habitantes de las zonas rurales de Queensland de que podrían obtener ventajas si se abría el acceso a la cuenca Galilee, la enorme veta carbonífera que el Grupo Adani quería explotar.

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La extracción de carbón ha enriquecido a Australia durante décadas. Los mercados dispuestos en las economías asiáticas de veloz crecimiento y necesitadas de energía han hecho del carbón una de las exportaciones más grandes de Australia, y tradicionalmente ha disfrutado del respaldo de la mayoría de los principales partidos políticos.

No obstante, la concientización sobre el cambio climático ha provocado que el carbón sea un tema contencioso en la política australiana a lo largo de la última década.

En el periodo previo a estas elecciones, el país se vio azotado por olas de calor, sequías e incendios de matorrales vinculados con el cambio climático, y las encuestas de opinión pública hallaron que la mayoría de los electores querían que se impusieran medidas gubernamentales más estrictas. En respuesta, los políticos conservadores en repetidas ocasiones advirtieron que alejarse del carbón de manera demasiado abrupta le resultaría muy costoso a la economía australiana, y que la zona de extracción de carbón, en el noroeste de Australia, perdería muchos empleos.

El proyecto Carmichael se convirtió en símbolo de esa división.

Sin embargo, antes de que se convocara a la elección en abril, el gobierno federal envió una señal a quienes estaban del lado del carbón. Aprobó el plan de aguas subterráneas de Adani para el sitio de Carmichael, aunque la agencia científica nacional de Australia había descrito la propuesta como un proyecto “sin la solidez suficiente”. La Australian Broadcasting Corp. informó que el gobierno se había apoyado en la agencia científica para acelerar su revisión del plan.

Cuando la votación llegó el 18 de mayo, no fue una elección decisiva para el cambio climático, como algunos lo habían pronosticado. Los australianos, especialmente en la zona de extracción de carbón, votaron a favor de mantener en el poder a la coalición conservadora actual.

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Un último obstáculo era que Queensland aprobara el plan de la compañía de monitorear los frágiles ecosistemas que dependen de varios acuíferos cerca de la veta de carbón. Los expertos independientes advirtieron a los funcionarios estatales que la mina podría secar permanentemente un manantial natural, el Doongmabulla, considerado sagrado por las personas indígenas de la zona. Hasta el 6 de junio, habían animado al estado a no apresurarse en su decisión. El efecto, dijeron, podría ser “irreversible”.

Sin embargo, una semana más tarde, Queensland aprobó el plan. La mina de Carmichael podía construirse a partir de ese momento.

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Adani usó Twitter para agradecerles a los legisladores en Australia “por creer en la visión de Adani de fortalecer la seguridad energética de India y crear oportunidades para los australianos”.

Proporciona suficientes subsidios

A nivel mundial, el carbón enfrenta poderosos factores adversos. La energía renovable se está volviendo más barata conforme se expande. Los inversionistas privados en todo el mundo se están alejando de nuevos proyectos. Al mismo tiempo, los funcionarios de salud pública cada vez están más alarmados de que la contaminación del aire, incluidas las partículas peligrosas que provienen de las plantas de carbón, esté quitándoles años de vida a las personas.

“Si tan solo observáramos los costos sociales de la contaminación del aire, veríamos que el carbón es tan nocivo que, si se convirtieran en impuestos, ninguna planta de carbón tendría sentido económicamente”, explicó Anant Sudarshan, un economista de la Universidad de Chicago que estudia la política energética.

Aunque Adani aprovechó la política local para vencer esos factores adversos en Australia, la clave del éxito en India fue distinta. Ahí, la empresa ha demostrado su capacidad inusual de entablar buenos acuerdos por sí misma y ha prosperado con la ayuda del generoso respaldo del Estado.

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En muchos niveles, esos buenos acuerdos han llegado a costa de algunas de las personas más pobres del mundo, que inhalan la contaminación que producen las centrales de carbón, beben el agua contaminada por la ceniza y, a menudo, apoyan esos proyectos de carbón con el dinero de sus impuestos.

La compañía también estableció una relación cercana con Narendra Modi, el hombre que, en 2001, se convirtió en el principal funcionario electo en Guyarat, y, en 2014, el primer ministro de India.

El Grupo Adani finalmente construyó una serie de puertos a lo largo de la costa india, lo cual le permitió proveer carbón a prácticamente cualquier parte del país. La compañía compró una mina de carbón indonesia y, en India, adquirió contratos de extracción de carbón a lo largo de miles de hectáreas de bosques vastos que antes eran intocables.

Cuando los precios del carbón aumentaron hace unos años, provocando grandes afectaciones para los productores de energía, la compañía aseguró un indulto inusual por parte de los reguladores indios: la capacidad de cobrarles a sus clientes más de lo que se había pactado originalmente con el gobierno.

Por su parte, la empresa argumentó que, si los costos no eran más altos, no podría operar la planta.

Aparte, la Dirección de Inteligencia de Ingresos de India ha acusado a la empresa de cobrarles demasiado a los contribuyentes por equipo y carbón importados. La agencia perdió un juicio en un tribunal de aduanas y ahora está apelando en un tribunal superior, donde acusa a la empresa de obstaculizar el juicio.

Uno de los más grandes impulsos para la compañía han sido las prestaciones gubernamentales asociadas con la enorme central de carbón nueva que se está construyendo en India, cerca de la ciudad de Godda. El carbón de la mina de Carmichael podría quemarse ahí, dicen ejecutivos de la compañía.

El terreno de la planta, adquirido por el gobierno en un tramo de exuberantes arrozales, era hogar de algunos de los campesinos más pobres de India.

La maquinaria pesada llegó para comenzar la construcción durante el último monzón, acompañada de la policía. Desenterraron las palmeras. Se destruyeron los arrozales y los huertos de mangos. Un video de celular tomado en ese entonces muestra que las lugareñas gritaron, se pusieron los saris en la cabeza en señal de respeto y cayeron a los pies de un representante de la compañía, rogándole que no destruyera el terreno.

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Poco después, se levantó un muro de concreto. Más tarde, oficinas improvisadas. A continuación, un mensaje espeluznante se envió a los lugareños que se atrevieron a manifestarse: la policía acusó a cinco hombres, que no querían ceder sus tierras, de allanamiento.

“Tienen rodeado el terreno”, dijo Balis Pandit, uno de los acusados, que migró a otra parte del país para encontrar trabajo. “No hay manera en que podamos entrar al terreno”.

Sin embargo, la planta no tiene por objetivo proporcionar electricidad a una sola aldea india. Como lo informó primero el sitio noticioso indio Scroll el año pasado, la energía generada en Godda se exportaría a Bangladés, un país en una zona baja del delta amenazado por el nivel en aumento del mar.

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La gente que vive cerca del sitio no recibiría la electricidad, sino solo la contaminación.

Modi anunció el acuerdo de exportación de energía en mayo durante una visita a Bangladés en 2015. Adani formó parte de su delegación de negocios.

Fue el último eslabón de una cadena larga, sucia y, para Adani, lucrativa, una que, según los detractores, solo pudo ser posibles gracias al apoyo del gobierno.

“Proporciona suficientes subsidios y cualquier cosa puede ser viable”, dijo Tim Buckley, un analista del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero. “Si no hubieran gozado de un trato especial en India no habrían podido usar de manera viable el costoso carbón extraído de Australia”.

KO

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