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Donaciones para Notre Dame develan desigualdades sociales

Foto: The New York Times.
Foto: The New York Times.

Luego del incendio de la catedral en París, el Gobierno había recibido poco más de 850 millones de euros, ofrecidos para salvaguardar el tesoro cultural que, en algunos casos, escondía peticiones de deducciones fiscales. Liz Alderman & Steven Erlanger Las promesas de donaciones aparecieron de inmediato, una tras otra. François-Henri Pinault, el segundo hombre más … Leer más

Luego del incendio de la catedral en París, el Gobierno había recibido poco más de 850 millones de euros, ofrecidos para salvaguardar el tesoro cultural que, en algunos casos, escondía peticiones de deducciones fiscales.

Liz Alderman & Steven Erlanger

Las promesas de donaciones aparecieron de inmediato, una tras otra. François-Henri Pinault, el segundo hombre más rico de Francia, contribuyó con la fabulosa cantidad de 100 millones de euros para la reconstrucción de Notre Dame, cuando los bomberos apenas estaban apagando las últimas llamas en la catedral la mañana del martes. Para no quedarse atrás, Bernard Arnault, el descendiente más rico de Francia y feroz rival de Pinault y su padre, François Pinault, subió la apuesta con un regalo de 200 millones de euros unas horas después.

Foto: The New York Times.

Para el miércoles, el Gobierno había recibido unos 850 millones de euros –más de 960 millones de dólares–, ofrecidos en el nombre patriótico de salvaguardar el tesoro cultural, mientras entraban raudales de dinero de familias y empresas acaudaladas francesas, al igual que de corporaciones internacionales.

Sin embargo, el espectáculo de los multimillonarios tratando de opacarse entre sí intensificó rápidamente el resentimiento sobre la desigualdad que ha estallado durante el movimiento de los ‘chalecos amarillos’, mientras el presidente Emmanuel Macron buscaba transformar la calamidad en una nueva era de unidad nacional. Hubo acusaciones de que los tremendamente ricos estaban tratando de limpiar sus reputaciones en un momento de tragedia nacional.

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“¿Se imaginan? ¡100 millones, 200 millones con un solo clic!”, comentó Philippe Martinez, quien encabeza la unión sindical militante CGT. “Eso verdaderamente demuestra las desigualdades en este país”.

“Si son capaces de dar decenas de millones para reconstruir Notre Dame”, añadió, “deberían dejar de decirnos que no hay dinero para pagar por las desigualdades sociales”.

Ollivier Pourriol, filósofo y novelista francés, resumió ese sentimiento de una forma más graciosa.

“Víctor Hugo agradece a los generosos donantes dispuestos a salvar a Notre Dame y propone que hagan lo mismo con ‘Los Miserables’”, escribió en Twitter, como referencia a otra de las novelas famosas de Víctor Hugo, sobre la vida de los pobres.

Manon Aubry, una figura importante de Francia Insumisa, el principal partido de izquierda radical, dijo que el financiamiento era “un ejercicio de relaciones públicas”. Mencionó que la lista de los donantes “se ve como los listados de empresas y gente que se pueden encontrar en los paraísos fiscales”.

“Quiero decirles: comiencen por pagar impuestos. Eso se sumará al presupuesto para cultura del Estado”, agregó.

El inicio de la tormenta

La disputa era lo más lejano a la imagen de una Francia unida que el presidente dibujó cuando pronunció un discurso nacional el martes. Macron dijo: “Depende de nosotros transformar esta catástrofe” en un momento para ser “mejores de lo que somos”.

La tormenta comenzó cuando Jean-Jacques Aillagon, exministro de Cultura y ahora asesor del padre de Pinault, apareció en Twitter después de que François-Henri Pinault anunció el martes su regalo para sugerir que a las contribuciones corporativas para la restauración de Notre Dame se les diera una deducción fiscal de 90 por ciento, en lugar del 60 por ciento que estas normalmente obtienen por contribuciones de caridad.

“Ahí fue cuando todo estalló”, comentó Pierre Haski, comentarista de France-Inter, la estación de radio pública. “Causó indignación que ese acto de generosidad se convirtiera en una ventaja fiscal”.

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La reacción fue tan intensa, que Aillagon se presentó en la radio la mañana del miércoles para retractarse de su sugerencia. La familia Pinault anunció después que no pediría que se le dedujeran impuestos por la donación.

“Dijo mucho sobre la sensibilidad de todo este asunto”, dijo Haski, que esto sucediera en medio de un gran debate nacional sobre los ‘chalecos amarillos’ y sus protestas contra la desigualdad y los privilegios fiscales.

En general, muchos se sienten aliviados de que Notre Dame siga en pie, y si ahora hay mil millones de euros para reconstruirla, sin afectar demasiado un presupuesto nacional ya de por sí limitado, eso podría ser suficiente.

Los ‘chalecos amarillos’

No obstante, los impuestos han sido uno de los temas urgentes del movimiento de los ‘chalecos amarillos’, además de ser la cuestión que Macron ha tenido más problemas para disolver.

Las protestas que comenzaron en el otoño estaban relacionadas en un principio con un impuesto sobre la gasolina, pero se transformaron en una protesta colectiva más amplia sobre la disminución de la calidad de vida que muchos franceses promedio atribuían a los impuestos elevados, mientras que a las facciones de clase media alta en las grandes ciudades, y obviamente a los ricos, les iba bien.

Los manifestantes habían criticado duramente a Macron por favorecer a los más ricos con la eliminación de un impuesto sobre el patrimonio, entre otros incentivos que eran parte de su plan para estimular la economía.

Aunque desde entonces el presidente ha anunciado una serie de recortes fiscales modestos para ayudar a las personas que luchan para que el dinero les alcance hasta fin de mes, se ha negado a reinstalar el impuesto sobre el patrimonio, lo cual resulta una bofetada simbólica al rostro de los protestantes, duplicando su enojo.

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Ingrid Levavasseur, lideresa fundadora de los ‘chalecos amarillos’, dijo que Francia debería “volver a la realidad”.

“Existe un creciente enojo en las redes sociales sobre la inercia de las grandes corporaciones a ignorar la miseria social, mientras prueban que son capaces de movilizar una cantidad demencial de dinero de la noche a la mañana para Notre Dame”, agregó la lideresa.

Los ricos, con ventajas fiscales

Las empresas que han contribuido se encuentran entre las más grandes de Francia y representan decenas de miles de empleos nacionales y extranjeros en las industrias del lujo, la energía y la construcción.

No obstante, para muchos son solo símbolos de una clase intocable de superricos que siguen haciéndose más ricos, gracias a un montón de ventajas fiscales.

Foto: The New York Times.

Tanto Arnault como Pinault amasaron sus fortunas en el mundo del lujo: Arnault construyó el imperio LVMH Louis Vuitton, y la familia de Pinault es propietaria de Kering, el segundo grupo de marcas de lujo más grande de Francia.

En el pasado, el padre de Pinault también se había negado a aceptar una exención fiscal por la remodelación de la histórica Bolsa de comercio de París en el centro de la ciudad, que está transformando en un museo de arte moderno, con el argumento de que los contribuyentes franceses no deberían pagar la factura por su gasto personal.

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Cuando pareció que otros donantes ricos podrían beneficiarse de una ventaja fiscal por su generosidad, el primer ministro Edouard Philippe buscó detener las tensiones en una conferencia de prensa el miércoles.

“Debemos sentirnos complacidos de que los individuos de bajos ingresos y los muy ricos, así como las empresas quieran participar en el esfuerzo para reconstruir una catedral que está en el corazón de nuestra historia”, declaró el primer ministro.

Hasta ahora, otros donantes ricos han guardado silencio sobre este tema. Arnault, quien rápidamente redobló la promesa de Pinault, no ha emitido ninguna otra declaración.

A algunos franceses, como Grâce Kitoudi, representante de atención a clientes en un aeropuerto, el tema les pareció exagerado.

En su opinión, la crisis de los ‘chalecos amarillos’ y el incendio de Notre Dame “son dos debates muy distintos”, comentó. “No debemos confundirlo todo. Si tenemos donaciones para reconstruir este monumento increíble, está bien”.

The New York Times / OHH

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