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Estados Unidos planea sabotear misiles y cohetes iraníes

Foto: The New York Times
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La Casa Blanca de Trump ha acelerado un programa secreto de Estados Unidos para sabotear misiles y cohetes iraníes. David E. Sanger/ William J. Broad La Casa Blanca de Trump ha acelerado un programa secreto de Estados Unidos para sabotear misiles y cohetes iraníes, de acuerdo con exfuncionarios y funcionarios en activo del Gobierno, quienes … Leer más

La Casa Blanca de Trump ha acelerado un programa secreto de Estados Unidos para sabotear misiles y cohetes iraníes.

David E. Sanger/ William J. Broad

La Casa Blanca de Trump ha acelerado un programa secreto de Estados Unidos para sabotear misiles y cohetes iraníes, de acuerdo con exfuncionarios y funcionarios en activo del Gobierno, quienes lo describieron como parte de una campaña en expansión de Estados Unidos para debilitar el Ejército iraní y aislar su economía.

Foto: The New York Times

Los funcionarios señalaron que era imposible medir con precisión el éxito del programa clasificado, el cual nunca ha sido del dominio público. Sin embargo, tan solo durante el mes pasado, en apenas unos minutos fracasaron dos lanzamientos de satélites de Irán.

Las fallas de esos dos cohetes –uno que Irán anunció el 15 de enero y el otro, un intento no reconocido, del 5 de febrero– fueron parte de un patrón que se ha desarrollado a lo largo de los últimos 11 años. En ese periodo, ha fracasado 67 por ciento de los lanzamientos orbitales de Irán, una cifra sorprendentemente alta en comparación con la tasa de error de 5 por ciento en lanzamientos espaciales similares a nivel mundial.

Los reveses no han disuadido a Irán. Esta semana, el presidente Hasán Rohaní destacó la flotilla de misiles de Teherán cuando prometió “continuar nuestro camino y con nuestro poderío militar”.

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El Gobierno de Trump mantiene que el programa espacial iraní solo sirve para encubrir sus intentos por desarrollar misiles balísticos con la potencia suficiente como para enviar ojivas nucleares entre continentes.

Unas horas después del intento del 15 de enero, el secretario de Estado, Mike Pompeo, destacó que los lanzadores satelitales de Irán tenían tecnologías “casi idénticas e intercambiables a las que se utilizan en misiles balísticos”.

Esta semana, Pompeo está en Varsovia junto con el vicepresidente Mike Pence para encabezar una reunión de 65 naciones con el objetivo de fomentar la estabilidad en el Medio Oriente, incluida la expansión de sanciones económicas en contra de Irán. En esencia, es un llamado a los aliados europeos quienes, aunque se siguen oponiendo a la decisión que tomó el presidente Donald Trump de abandonar el acuerdo nuclear con Irán firmado en 2015, también consideran que deben parar las pruebas de misiles.

Teherán tiene sospechas

Las fallas en los lanzamientos provocaron que ‘The New York Times’ buscara a más de media decena de exfuncionarios y funcionarios en activo que han trabajado en el programa de sabotaje de Estados Unidos a lo largo de los últimos 12 años. Hablaron con la condición de permanecer en el anonimato porque no estaban autorizados a discutir el programa encubierto en público.

Los funcionarios describieron un esfuerzo de gran alcance, creado durante la presidencia de George W. Bush, para filtrar partes y materiales defectuosos en la cadena de suministro aeroespacial de Irán. El programa estuvo activo a inicios del Gobierno de Obama, pero se había relajado para 2017, cuando Pompeo asumió la dirección de la CIA y le inyectó nuevos recursos.

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Teherán ya tiene sospechas. Incluso antes de que Trump se retirara del acuerdo nuclear en mayo pasado, el general brigadier Amir Ali Hajizadeh, el líder del programa de misiles de Irán, acusó a las agencias de inteligencia de Estados Unidos y de los aliados de haber dejado de lado la infraestructura atómica de Irán para dirigir el foco de sus campañas de “infiltración y sabotaje” a su complejo de misiles.

“Quieren repetir su sabotaje nuclear en el área de los misiles”, comentó a la televisión del Estado iraní en 2016, cuando prometió que el programa nunca se detendría “bajo ninguna circunstancia”.

La CIA se rehusó a comentar sobre la labor del sabotaje. Los funcionarios gubernamentales pidieron a ‘The New York Times’ que no publicara algunos detalles de su reportaje, que en esencia involucraban las identidades de proveedores específicos del programa iraní, porque esta labor sigue su curso.

Expertos aeroespaciales advirtieron que, debido a que hay muchas cosas que pueden impedir un lanzamiento –desde una mala elección del momento para realizarlo, pasando por malas soldaduras, hasta mala suerte–, algunos de los problemas de Irán perfectamente podían ser el resultado de fallas normales.

Sin embargo, el aumento reciente en cantidad de fallas sugiere que quizá ya se haya intensificado el esfuerzo por sabotear los lanzamientos espaciales y los vuelos de pruebas de misiles de Irán, así como los flujos resultantes de información forense, los cuales son necesarios para el desempeño del despegue.

Las acciones encubiertas en contra del programa de misiles y cohetes de Irán se están llevando a cabo por medio de países y empresas que suministran las operaciones aeroespaciales de Teherán. Algunos funcionarios franceses y británicos se han sumado a Estados Unidos en su llamado a encontrar mecanismos que puedan contrarrestar el programa iraní de misiles.

El mes pasado, mientras estaba en el Pentágono para revelar una nueva estrategia de defensa en contra de misiles, Trump hizo notar el lanzamiento espacial fallido del 15 de enero. Si hubiera tenido éxito, según Trump, le habría dado “información crítica” a Teherán que pudo haber utilizado “para buscar la capacidad de lanzar misiles balísticos internacionales, y una capacidad para de verdad llegar a Estados Unidos”.

“No vamos a permitir que eso suceda”, advirtió Trump.

El objetivo iraní

Durante la presidencia de Bush, surgieron dos programas encubiertos en paralelo en contra de Irán: uno se enfocaba en materiales nucleares, el otro en misiles.

La CIA, con la ayuda de la Agencia de Seguridad Nacional, buscó la manera de subvertir fábricas, cadenas de suministro y lanzamisiles.

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No se necesitaba de un gran esfuerzo, de acuerdo con funcionarios de los Gobiernos tanto de Bush y como de Obama. La interrupción del vuelo podría requerir nada más un pequeño cambio en el diseño de una válvula crucial, una alteración modesta en una parte del motor o en el sistema de guiado, o una aleación contaminada en la fabricación de los estabilizadores de los lanzamisiles, los cuales son críticos para la estabilidad aerodinámica.

Los funcionarios militares de Estados Unidos instaron al Congreso a invertir más dinero en los programas que habían alabado de forma indirecta en testimonios abiertos como técnicas “left of launch” (a la izquierda del lanzamiento), llamadas así porque dependen del sabotaje de los lanzamisiles antes de que sean disparados.

En el caso de Irán, esto implicaba identificar las redes de suministro y los subcontratistas que vendían partes y materiales aeroespaciales a Teherán. Las sanciones de Naciones Unidas se debían a que Irán también dependía cada vez más de los mercados negros e intermediarios oscuros, objetivos que, en comparación, la CIA encontraba más fáciles de penetrar, de acuerdo con dos exfuncionarios.

Según la descripción de varios participantes, la idea clave era subvertir las pruebas de lanzamiento de los misiles nuevos. Si las pruebas fallaban, Irán iba a dudar a embarcarse en la producción en masa.

El presidente Barack Obama apresuró la guerra clandestina con interrupciones dirigidas no solo a los misiles, sino también a un objetivo que acababa de emerger: los lanzadores espaciales.

Por definición, los cohetes arrojan los satélites en órbita, y los misiles disparan ojivas a través de los límites del espacio para atacar objetivos remotos. La primera secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton, sostuvo que el desarrollo y las pruebas de un tipo de lanzador podían potenciar las del otro.

Algunos especialistas en cohetes han cuestionado esos argumentos, pues aseguran que cualquier coincidencia que exista es demasiado pequeña como para ser significativa. Por su parte, Irán insiste en que sus lanzamientos de satélites no tienen valor militar y que no busca desarrollar armas nucleares.

Cuando Pompeo llegó a la CIA, había relativamente poca actividad nuclear en Irán. La mayoría de las centrífugas de Teherán habían sido desmanteladas conforme el acuerdo de 2015, y el 97 por ciento del combustible nuclear del país había sido enviado a Rusia.

No obstante, Irán había reforzado su programa espacial y de misiles. De inmediato, Pompeo se concentró en la cadena de suministro de los cohetes y los misiles, un mundo que conocía de cerca.

Evidencia de manipulación

La primer vez que Irán logró poner un pequeño satélite en órbita fue en 2009, justo mientras reforzaba su programa nuclear. Lo volvió a hacer en 2011, 2012 y 2015. Hace poco tiempo, Jonathan McDowell, un astrónomo de Harvard que publica ‘Jonathan’s Space Report’ y se especializa en el monitoreo orbital, se percató de que esos cuatro lanzamientos eran los únicos exitosos de una docena.

Al menos una vez, un cohete iraní explotó en la plataforma de lanzamiento, lo cual dejó un daño tan extenso que los satélites que sobrevolaban la zona podían ver marcas de la explosión, restos quemados y un transportador de cohetes tiznado. En 2012, los funcionarios iraníes no dijeron nada relacionado con el desastre.

Hasta ahora, Irán no ha logrado probar con éxito la nueva generación de su lanzador de satélites: un cohete más grande y más poderoso conocido como Simorgh o Fénix. El vehículo, de casi nueve pisos de alto, debutó en abril de 2016. Irán envolvió el vuelo de prueba en secretismo y los monitores del cielo están seguros de que ningún satélite entró en órbita.

En julio de 2017, otro Simorgh rugió desde la plataforma de lanzamiento del Centro Espacial Imán Jomeini, un complejo ubicado al este de Teherán llamado así en honor al primer líder supremo de la nación. Irán dijo que había sido un éxito. Sin embargo, una vez más, no se vio ningún satélite. Los reportes señalaron que Washington concluyó que había sido un “fracaso catastrófico”.

En enero, Pompeo advirtió a Irán que no lanzara un Simorgh, cuya preparación había sido detectada por satélites espías. El 15 de enero, después de que despegó, los funcionarios iraníes declararon que había sufrido la que llamaron una falla en la tercera etapa.

“A veces la vida no se da como uno esperaría”, publicó en Twitter el ministro de telecomunicaciones de Irán, Mohammad Javad Azari Jahromi.

Algunos expertos atribuyeron el pobre desempeño de Irán a otros factores, entre ellos los embargos comerciales que bloquean la mejor tecnología. “No es un gran récord, pero no es nada raro, en especial si se consideran las sanciones”, comentó McDowell, el astrónomo de Harvard. “Así es más difícil conseguir las partes”.

Una advertencia desde Varsovia

En Varsovia, se espera que Pompeo repita sus advertencias sobre el peligro del programa de misiles de Irán y que presione a los Estados europeos y árabes para expandir las sanciones y las defensas antimisiles en contra de Irán.

Lo más seguro es que no se mencionen los esfuerzos del sabotaje secreto de Estados Unidos. Sin embargo, cuando Trump habló en el Pentágono el mes pasado, no calificó de amenazas los misiles de Rusia, China y Corea del Norte. Solo mencionó a Irán.

“Nuestra estrategia se basa en un objetivo principal: detectar y destruir cualquier tipo de ataque con misiles en contra de cualquier blanco estadounidense, ya sea antes o después del lanzamiento”.

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