Michelle Goldberg
Una de las principales interrogantes en el escándalo entre Trump y Rusia ha sido si Vladimir Putin ejerce alguna influencia sobre el presidente de Estados Unidos y, de ser así, en qué forma lo hace. Después de todo, la importancia del famoso “video de la orina”, no es que revele que Donald Trump sea un pervertido empecinado en deshonrar el lugar donde durmió Barack Obama; más bien, la cinta nos importa porque, de ser real, demostraría que el presidente es vulnerable al chantaje ruso.
Por ese mismo motivo, la evidencia de que Trump desarrollaba negocios con Rusia sería importante, tal como lo afirmó Trump en un tuit, poco antes de su toma de protesta como presidente: “Rusia nunca ha tratado de ejercer influencia sobre mí. ¡NO TENGO NADA QUE VER CON RUSIA: NO HAY TRATOS, NI PRÉSTAMOS, NI NADA!”
Todavía no sabemos con certeza si Rusia ha tratado de ejercer su influencia sobre Trump, pero ya no debería haber ninguna duda de que la tiene.
La mañana del jueves, el exabogado de Trump Michael Cohen — exvicepresidente ejecutivo de la Organización Trump— se declaró culpable de cometer perjurio ante el Congreso sobre los esfuerzos para construir una propiedad con la marca Trump en Moscú, los cuales se extendieron hasta la campaña presidencial de 2016.
En una carta de agosto de 2017 a los comités de inteligencia de ambas cámaras del Congreso, Cohen mencionó que el proyecto de Moscú terminó en enero de 2016. Afirmó no recordar contactos con funcionarios del gobierno ruso sobre un posible acuerdo. Cohen declaró ante el Congreso que habló sobre el proyecto con Trump —identificado como el “Individuo 1” en el documento de información penal que Robert Mueller, el fiscal especial, presentó el jueves— únicamente en tres ocasiones. Afirmó que nunca mantuvo al tanto a la familia de Trump.
Según la presentación de pruebas de Mueller, todo esto es falso. Los esfuerzos para obtener la aprobación del Gobierno ruso para un desarrollo con la marca Trump en Moscú se prolongaron hasta “aproximadamente junio de 2016”, después de que Trump había asegurado en la práctica el nombramiento como candidato presidencial por parte del Partido Republicano.