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Recetas que guían trayectorias en Querétaro

José A. Licona: Clan culinario Para este joven de 21 años de edad, la paciencia es la clave para sazonar su trayectoria en la cocina EL DESTINO encuentra la forma de manifestarse ante aquellos que poseen un talento innato y requieren un empujón para brillar en todo su esplendor. Para José Armando, el arte culinario … Leer más

José A. Licona: Clan culinario

Para este joven de 21 años de edad, la paciencia es la clave para sazonar su trayectoria en la cocina

EL DESTINO encuentra la forma de manifestarse ante aquellos que poseen un talento innato y requieren un empujón para brillar en todo su esplendor. Para José Armando, el arte culinario proviene del clan materno de los Licona, en el que los miles de platillos preparados durante años fueron bendecidos con un sazón que se origina en el corazón. La batuta, o mejor dicho la espátula, le fue conferida por su madre, así como por su abuela y bisabuela.

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El origen de este chef –quien aún se entrena en el Instituto de Artes y Oficios de Querétaro (IAOQ)– se remonta a una visita internacional en 2016 de parte de un ser querido, a quien le cocinó una bandeja de ‘brownies’ y que, al ser degustados, causaron tal ímpetu que Armando vio la oportunidad en esto para establecer un camino de vida. La cereza en el pastel –la señal que le aseguró a este joven queretano que su trayectoria se forjaría en la cocina– data de sus lazos de amistad en la comunidad de Atongo, en el municipio de El Marqués, a donde envió dulzuras como las tradicionales conchas y mantecadas.

A la par de amasar sus habilidades en el IAOQ, Armando introduce su futuro al horno a través de la venta de sus platillos, promocionándose de boca en boca con delicias como empanadas, roscas, pays, tiramisús y tlacoyos. Las ganancias que obtenga de esto serán destinadas para el inicio de un negocio formal, así como para ahorrar y solventar sus estudios en el Instituto Gastronómico de Estudios Superiores (IGES).

Sus metas son ‘tan claras como lo es un caldo de pollo’. Estableciendo su propio local para vender panes y postres, el siguiente paso es la compra de su horno, así como la adquisición de más utensilios y, lo más importante para un chef, su mesa de trabajo.

Es en este último lugar se otorga un momento para disfrutar de los pequeños placeres del oficio, como cortar cilantro o tomate.

Asimismo, lo considera su rincón creativo, pues en ocasiones pone manos a la obra para realizar pequeños experimentos con las recetas que obtiene en sus clases del IAOQ. En este último proceso, su progenitora lo acompaña guiándolo y compartiendo también los secretos culinarios que han pasado de generación en generación en el clan de los Licona.

Mientras el platillo ‘toma forma en el horno’, el temporizador de cocina cambia apaciblemente los segundos, pues la paciencia es clave para el éxito de un camino que se adereza con constancia.

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