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La opinión publicada se volca sobre el PRI: Javier Esquivel

Javier Esquivel    La comunicación de un partido político para ser eficaz debe equilibrar los matices fríos y racionales del mensaje en una negociación con sus contrapartes, como balancear los tonos emotivos necesarios para convencer a sus seguidores y simpatizantes a la hora de exponer sus decisiones sobre temas delicados. En este caso, la comunicación … Leer más

Javier Esquivel 

 

La comunicación de un partido político para ser eficaz debe equilibrar los matices fríos y racionales del mensaje en una negociación con sus contrapartes, como balancear los tonos emotivos necesarios para convencer a sus seguidores y simpatizantes a la hora de exponer sus decisiones sobre temas delicados.

En este caso, la comunicación del Partido Revolucionario Institucional no apuesta por uno ni por el otro. El caso de la contrarreforma eléctrica que ha sido presentada en el Congreso de la Unión lo ha puesto contra las cuerdas y ha evidenciado su incapacidad de comunicar en periodos críticos.

El posicionamiento expresado por su presidente de hacer una consulta pública sobre el tema energético ha abonado a ser percibido negativamente por parte de sus audiencias claves.

En este sentido, la falta de contundencia en el discurso ha generado que ocho de cada 10 comentarios sobre la postura del PRI en las columnas de opinión, artículos, comentarios en redes sociales u otras menciones radiofónicas sean negativos y reproduzcan viralmente una de las valoraciones de un partido por evitar a como dé lugar: la desconfianza.

La confianza de un partido comienza con las expectativas de que algo pasará conforme lo ofertado. El partido ofreció que, a cambio de tener el voto de la gente, sería junto con sus aliados un contrapeso y oposición activa a Morena.

Difícilmente hubiera tenido la misma aceptación por parte de la coalición y de los electores, si hubiera dicho inicialmente que cada reforma constitucional la sometería a una consulta abierta y que haría todo un proceso de revisión lógica, racional y analítica a cada iniciativa presentada por el partido en el Gobierno.

En el proceso de pedir el voto, sí utilizó mensajes y narrativas emotivas, provocadas, con discurso que llamaban a la acción con todos sus voceros disponibles.

Hoy es fría y defensiva su postura, pero contradictoria en tiempo y espacio. Las y los mismos priistas defendían a ultranza las reformas del sexenio anterior; hoy, por la coyuntura y el juego estratégico de los escenarios, se ven obligados a cambiar de postura.

Si bien es cierto que todo partido tiene la capacidad de adoptar posturas de control, de contraste y de cooperación con sus contrapartes y con Poder Ejecutivo, la contradicción en los mensajes de comunicación genera desequilibrios en la construcción de escenarios confiables para un futuro próximo.

Es válido sin duda cambiar de opinión, pero no comunicarlo con éxito provoca que la opinión pública se vuelque contra de ellos. Hasta ahora, no es perceptible ningún urgente control de daños que requiere la imagen del partido.

Ante esta incapacidad, sus militantes, seguidores y simpatizantes del PRI se ven sin argumentos racionales y emotivos para hacer una defensa en la opinión pública erosionando así su credibilidad en audiencias internas y externas.

El único canal de difusión que ha empleado el PRI en esta etapa crítica es la declaración unipersonal del líder a pesar de que el partido cuenta con organismos especializados como el ONMPRI, Red Jóvenes por México, la Fundación Colosio y el Instituto Reyes Heroles, para generar una narrativa y mensajes que equilibren el relato durante la coyuntura.

Ante la carencia de una defensa sólida, cualquier sistema de vocerías del partido es nulificado.

El agotamiento de la credibilidad se acentúa más cuando existen contradicciones en las posturas internas. Mientras un grupo de senadoras rechazan de súbito la propuesta energética, los pocos gobernadores emanados del partido invitan a estudiarla o simplemente enmudecen generando así fantasmas de ruptura.

Independientemente del desenlace de este episodio donde el PRI pueda sacar ventaja de la negociación con Morena y lograr modificaciones a la iniciativa, hoy el PRI sufre un grave descenso en su aprobación y confianza.

Recordemos que el elector, el ciudadano convertido en espectador de la política polarizada, gusta más de las emociones fuertes que los argumentos razonados; es más receptivo a lo que se dice de los partidos y de los políticos a lo que dicen que van hacer.

El tiempo que ocupen para la consulta lastimará más su imagen y los estudios demoscópicos validarán su caída en los indicadores de confianza, pero, como dicen ellos mismos, “el pasar del tiempo no les corre prisa”.

 

 

 

 

 

 

 

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