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La trampa de los jóvenes y los celulares

BC-OPINION-HAIDT-TEENAGERS-DEPRESSION-ART-NYTSF — As students return to school in the coming weeks, there will be close attention to their mental health. Many problems will be attributed to the COVID pandemic of 2020, but in fact we need to look back further, to 2012. (Ard Su/The New York Times) — ONLY FOR USE WITH ARTICLE SLUGGED — BC-OPINION-HAIDT-TEENAGERS-DEPRESSION-ART-NYTSF — OTHER USE PROHIBITED.
BC-OPINION-HAIDT-TEENAGERS-DEPRESSION-ART-NYTSF — As students return to school in the coming weeks, there will be close attention to their mental health. Many problems will be attributed to the COVID pandemic of 2020, but in fact we need to look back further, to 2012. (Ard Su/The New York Times) — ONLY FOR USE WITH ARTICLE SLUGGED — BC-OPINION-HAIDT-TEENAGERS-DEPRESSION-ART-NYTSF — OTHER USE PROHIBITED.

Jonathan Haidt y Jean M. Twenge Cuando los estudiantes vuelvan a la escuela en las próximas semanas, se prestará mucha atención a su salud mental. Muchos problemas se atribuirán a la pandemia de COVID, pero en realidad hay que ir más atrás, a 2012. Fue entonces cuando las tasas de depresión, soledad, autolesiones y suicidio … Leer más

Jonathan Haidt y Jean M. Twenge

Cuando los estudiantes vuelvan a la escuela en las próximas semanas, se prestará mucha atención a su salud mental. Muchos problemas se atribuirán a la pandemia de COVID, pero en realidad hay que ir más atrás, a 2012.

Fue entonces cuando las tasas de depresión, soledad, autolesiones y suicidio de los adolescentes empezaron a aumentar de manera drástica. En 2019, justo antes de la pandemia, las tasas de depresión entre los adolescentes casi se habían duplicado.

Cuando empezamos a ver estas tendencias en nuestro trabajo como psicólogos que estudian a la generación Z (las personas nacidas después de 1996), quedamos perplejos. Jean descubrió que 2012 fue el primer año en que la mayoría de los estadounidenses poseía un teléfono inteligente.

En 2012, como ahora todos sabemos, las principales plataformas habían creado una máquina de indignación que hizo que la vida en línea fuera mucho más fea, más rápida, más polarizada y más propensa a incitar la humillación. A medida que Instagram se volvía más popular durante la siguiente década, tuvo efectos particularmente fuertes en las niñas y mujeres jóvenes, pues la red las invitaba a ‘comparar y desesperarse’ mientras observaban las publicaciones de amigos y extraños cuyos rostros, cuerpos y vidas se habían editado una y otra vez hasta que muchos estuvieron más cerca de la perfección que de la realidad.

La pregunta científica más común ha sido: ¿Los adolescentes que pasan mucho tiempo en las redes sociales tienen peores resultados de salud que quienes las usan poco? La respuesta es sí, sobre todo las chicas.

Un año antes de que comenzara la pandemia de COVID-19, un estudiante universitario canadiense nos envió un correo electrónico que ilustra cómo los celulares han cambiado la dinámica social en las escuelas.

“La generación Z es un grupo de personas increíblemente aislado”, escribió. “Tenemos amistades superficiales y relaciones románticas superfluas que están mediadas y gobernadas en gran medida por las redes sociales”.

Un paso importante es dar a los niños un largo periodo diario en el que no se distraigan con sus dispositivos: la jornada escolar.

Un segundo paso importante es retrasar la edad en que comienzan a usar redes sociales; lo ideal sería mantenerlas fuera de las escuelas primarias y secundarias por completo.

Desde hace muchos años, algunos expertos afirman que los celulares y las redes sociales perjudican a los adolescentes, mientras que otros han desestimado esas preocupaciones como otro pánico moral, no diferente de los que acompañaron la llegada de los videojuegos, la televisión y los cómics.

Incluso antes de la pandemia de COVID-19, los adolescentes se sentían cada vez más solos en la escuela. La rápida transición a la vida social mediada por teléfonos inteligentes en torno a 2012 es, como lo hemos demostrado, la principal sospechosa.

Ahora, después de casi dieciocho meses de distanciamiento social, miedo al contagio, ansiedad en la crianza de los hijos, escolarización a distancia y mayor dependencia de los dispositivos, ¿guardarán los estudiantes de manera espontánea sus celulares y volverán a socializar en persona a la antigua usanza, al menos durante las horas que estén juntos en la escuela? Tenemos una oportunidad histórica para ayudarlos a hacerlo.

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