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Un regreso a las aulas sin estrategia: Mario Maraboto

Al iniciar la pandemia en Asia, el Gobierno federal tuvo al menos dos o tres meses para establecer una táctica a partir de lo que países europeos empezaban a hacer al respecto   Mario Maraboto   El pasado 30 de julio, la SEP informó mediante el boletín de prensa 160 y a través de su … Leer más

Al iniciar la pandemia en Asia, el Gobierno federal tuvo al menos dos o tres meses para establecer una táctica a partir de lo que países europeos empezaban a hacer al respecto

 

Mario Maraboto

 

El pasado 30 de julio, la SEP informó mediante el boletín de prensa 160 y a través de su cuenta oficial de Twitter que el regreso a las aulas “se realizará con base en una estrategia nacional integral, en la que participan los gobiernos de las 32 entidades del país, los sindicatos del sector, asociaciones de madres y padres de familia, universidades y distintas instituciones como la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), y en atención a las recomendaciones emitidas por las autoridades sanitarias respectivas.

Es indudable que dicha decisión obedece a la insistencia del presidente de la República en el regreso a las aulas, “llueva, truene o relampaguee”, aun cuando no se está contemplando la vacunación de los niños, solo la de maestros y personal administrativo y de apoyo.

El anuncio se da justo un mes antes del programado regreso a clases presenciales. Nuevamente, el Gobierno federal actúa sin una estrategia que mire por el bien de los ciudadanos. Especialmente en el tema de la pandemia, su gestión se ha regido más por criterios políticos que por criterios científicos y médicos, reaccionando conforme se presentan las circunstancias y no de acuerdo con una estrategia de largo plazo.

Al iniciar la pandemia en Asia, el Gobierno federal tuvo al menos dos o tres meses para establecer una táctica a partir de lo que países europeos empezaban a hacer al respecto; México tenía una ventaja en tiempo, pero no lo aprovechó para diseñar una estrategia en serio. Para el regreso a clases, también se tuvieron varios meses para una planeación estratégica seria y bien estructurada, pero la Secretaría de Educación Pública la anuncia cuatro semanas previas a la fecha, y lo hace mediante un comunicado sobre el aniversario de la Escuela Normal Superior; el tema del regreso a las aulas entró de forma casual al inicio del documento. No es suficiente una declaración o un decreto para garantizar un regreso seguro a las aulas, especialmente ante una tercera ola de contagios más agresiva.

Después de 18 meses con las escuelas cerradas, un mes es poco tiempo para disponer de todo lo necesario ante la nueva realidad que se vive, marcada por la permanencia y agresividad de un virus mortal. Una estrategia nacional integral demanda tiempo para poder concertar no solo con gobiernos, sindicatos y asociaciones de madres y padres de familia. Dadas las circunstancias, es necesario dialogar y pedir asesoría de reconocidos expertos en salud pública y epidemiólogos, psicólogos especialistas en niños y adolescentes, pedagogos y sociólogos, entre otros especialistas, según las circunstancias en los diferentes estados del país.

Pero más allá de los alumnos, una planeación seria debería incluir un catálogo sobre el estado físico de los planteles escolares que, en el abandono, han sido saqueados y deteriorados físicamente. Saber qué se requiere para remozarlos, cuáles son las condiciones de las instalaciones hidráulicas y eléctricas de cada plantel y del mobiliario, especialmente las bancas de los niños.

Pero, además de las instalaciones, la estrategia debería considerar las adecuaciones que se tendría que hacer a cada aula para que sean lugares ventilados, lo que implicaría, con toda seguridad, ampliar las ventanas y asegurar que se puedan abrir lo suficiente para una mejor ventilación. Igualmente se tendrían que instalar señalamientos en pisos y bancas para que los estudiantes conserven una sana distancia y dotar a cada plantel con los elementos adecuados para una continua desinfección (‘sanitización’ le dicen quienes parecen despreciar el idioma español) de los planteles.

A todo lo anterior hay que añadir, en una buena estrategia, la planeación de escenarios, del peor al óptimo, que pudieran presentarse no solo al regreso a clase, sino a lo largo del año escolar. Planear escenarios no es solo pensar en lo que pudiera pasar, sino establecer los protocolos de acción en caso de que alguno de ellos (y hasta los no previstos) se presentara (¿Existe y se ha comunicado un protocolo para dejar y recoger a los niños o para detectar un contagio y cómo proceder? Solo por mencionar algo). El panteamiento de escenarios no lo puede hacer una sola persona, sino un equipo interdisciplinario que trabaja a partir de la realidad actual para hacer prospectiva.

Es obvio que todo lo anterior no es algo que a nivel nacional pueda realizarse en un mes. Si la Secretaría de Educación Pública elaboró oportunamente una estrategia para el regreso a las aulas, lo conveniente hubiera sido comunicarlo oportunamente y a través de diferentes medios. El hacerlo a través de un boletín da la impresión de que apenas se va a confeccionar la estrategia.

Lo más probable es que, como es costumbre en este Gobierno, se perdieron varios meses para hacer un trabajo de planeación que diera certeza a todos los involucrados, especialmente padres de familia, maestros y, por supuesto, alumnos. Consistente con su desempeño, en vez de ser proactivo ante las circunstancias conocidas, prefiere ser reactivo según se presenten las oportunidades políticas.

Es cierto que los niños y los jóvenes necesitan recuperar sus espacios vitales y el contacto con sus compañeros y amigos, pero se tiene que hacer con criterios que permitan garantizar lo más posible la seguridad de su salud para evitar posibles contagios.

Me temo que la estrategia de la SEP no es garantía.

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