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Crisis de salud mental pega a gente cada vez más joven

Kate, de 12 años, ha estado en terapia desde hace años para lidiar con el trastorno de procesamiento sensorial,. NYT
Kate, de 12 años, ha estado en terapia desde hace años para lidiar con el trastorno de procesamiento sensorial,. NYT

Kate, de 12 años, ha estado en terapia desde hace años para lidiar con el trastorno de procesamiento sensorial,. NYT Los niños son susceptibles al estrés, porque, al igual que sus mayores, experimentan ansiedad, abandono y tristeza en tiempos de pandemia Christina Caron Cuando Marie, de 11 años, llamó a una línea de prevención del … Leer más

Kate, de 12 años, ha estado en terapia desde hace años para lidiar con el trastorno de procesamiento sensorial,. NYT

Los niños son susceptibles al estrés, porque, al igual que sus mayores, experimentan ansiedad, abandono y tristeza en tiempos de pandemia

Christina Caron

Cuando Marie, de 11 años, llamó a una línea de prevención del suicidio en octubre, nadie lo vio venir. Ni siquiera la propia Marie, que llevaba meses reprimiendo sus sentimientos de soledad y tristeza sin decírselo a nadie.

Sus relaciones con sus amigos más cercanos habían empezado a resentirse cuando comenzaron las clases en línea el año pasado y le preocupaba perder también a otras personas en su vida. ¿Y si se mudan? ¿Y si mueren?

Una tarde se puso los audífonos y escuchó música mientras daba un paseo y empezó a alterarse. Incluso ahora no sabe con exactitud por qué.

“Sabía que necesitaba ayuda, pero no sabía a quién recurrir”, relató.

Buscó en su teléfono una línea de prevención de suicidios y se preguntó por un instante si los consejeros de crisis la tomarían en serio. Entonces, llamó.

Con el permiso de Marie, un consejero incluyó en la llamada a su madre, Jackie, que estaba a 25 minutos en auto. Idearon un plan para poner a Marie a salvo hasta que mamá pudiera llegar (sus apellidos y los de otros entrevistados para este artículo se reservan para proteger su privacidad. Marie es su segundo nombre).

Al día siguiente, Marie le dijo a su madre que antes, no hacía mucho tiempo, había llevado unas tijeras a su habitación con la intención de hacerse daño, pero no sabía cómo hacerlo, dijo Jackie: “Me quedé pasmada”.

DAÑO IRREPARABLE

No es que Jackie no fuera consciente de la crisis de salud mental que afecta a los adolescentes. Trabaja como enfermera en dos unidades de cuidados intensivos pediátricos en la costa este del país, donde ha atendido a muchos niños que intentaron suicidarse en el último año.

“A algunos de ellos les hemos preguntado: ‘¿Cómo se te ocurrió hacer esto?’”. Las redes sociales son su respuesta típica, contó. “No se dan cuenta de que, si se hacen daño, puede que sea algo que no podamos arreglar”.

Las entrevistas con proveedores de salud mental y los datos de hospitales de todo el país revelan que, si bien los proveedores siguen viendo un aumento en la cantidad de adolescentes que llegan a las salas de urgencias por estos problemas, el número de menores de 13 años en crisis también aumenta desde hace mucho tiempo.

La paciente más joven bajo su cuidado, que intentó suicidarse hace poco, tenía ocho años. Sobrevivió, pero otra menor de 13 no, y se convirtió en donante de órganos.

Jackie afirma que la mayoría de los menores que llegan a ella tras intentos de suicidio son niñas que han tomado dosis letales de analgésicos, como Tylenol. Algunas de ellas ahora lidian con daños en el hígado.

CRISIS EN OTOÑO

Incluso antes de la pandemia, se estaba gestando una crisis de salud mental entre los menores que luchaban contra el acoso escolar, los abusos, los trastornos alimentarios, el racismo o enfermedades mentales no diagnosticadas. Pero ahora, se enfrentan a más factores de estrés, como la pérdida de un familiar a causa de la COVID-19, la adaptación a la escuela a distancia o la ansiedad de volver a la escuela presencial.

“Es casi como si la pandemia avivara un incendio ya en progreso”, dijo Heather C. Huszti, psicóloga principal del Hospital Infantil del Condado de Orange en Orange, California (CHOC, por su sigla en inglés). “Nunca había sido tan grave”.

Para los niños pequeños, el dolor puede parecer interminable.

“Piensan: ‘Esta es mi vida ahora. ¿Puedo aspirar a algo distinto?’” dijo Huszti. “Porque simplemente, no pueden pensar a largo plazo”.

El CHOC, donde trabaja Huszti, cuenta con el único centro psiquiátrico de hospitalización del condado de Orange que recibe a menores de 12 años. Para ser admitido en una de las 18 camas del centro, el menor debe ser una amenaza actual o inminente para sí mismo o para otras personas. Cuando el centro abrió por primera vez en 2018, alrededor del diez por ciento de los niños eran menores de 12 años. En 2020, ese número comenzó a aumentar y ahora es más del doble, afirmó Huszti.

“Ha habido días en los que todos los niños de la unidad son menores de 12 años”, dijo.

Los datos nacionales muestran un patrón similar. En noviembre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades publicaron un estudio en el que se comparaba la frecuencia con la que los niños acudían a las salas de urgencias de Estados Unidos por motivos de salud mental frente a otros tipos de problemas.

La agencia encontró que entre abril y octubre de 2020, hubo un incremento del 24 por ciento en el porcentaje de visitas a los departamentos de emergencia de salud mental para niños de 5 a 11 años en comparación con el mismo periodo de 2019.

El problema parece ser aún más serio entre las niñas. Durante 2019 y 2020, la proporción de visitas al departamento de emergencias relacionadas con la salud mental fue mayor para las niñas menores de 18 años que para los niños de la misma edad, según informaron los CDC.

MÁS PEQUEÑO, MAYOR ESPERA

Los hospitales infantiles, que por lo general tienen pocas camas disponibles para internamiento (de haberlas) en casos de pacientes de salud mental, han comenzado a quedarse sin espacio.

“Cuanto más pequeño es el menor, mayor es la espera”, comentó Huszti. “Me rompe el corazón”.

Algunas unidades psiquiátricas de hospitalización no pueden admitir a niños menores de 12 años, añadió, porque a menudo requieren una mayor supervisión individualizada que los niños mayores, así como una terapia específica para su edad.

En abril, Lu, de 11 años, y su madre, Nicole (sus segundos nombres), tuvieron que esperar en una sala de urgencias de Ohio “todo el día y toda la noche” porque las trece camas pediátricas del hospital estaban llenas y había dos menores en espera antes que ella.

Al final las trasladaron a un hospital de salud mental cercano.

Lu se hizo amiga de otros niños que tenían sus propios problemas de salud mental, incluidos algunos que eran mayores por varios años. En un momento dado, vio cómo sedaban y sujetaban a alguien.

“Me preocupé”, relató Nicole. “Allí estaba expuesta a muchas cosas a las que no hubiese querido que estuviera expuesta”.

Durante la pandemia, Lu sufrió “un cambio de personalidad enorme” que Nicole atribuyó a la “tormenta perfecta” del aislamiento, las hormonas y la genética (a Nicole le diagnosticaron depresión y ansiedad cuando tenía poco más de 20 años).

Lu se sumergió en las redes sociales y parecía estar atrapada en un algoritmo que no dejaba de mostrarle videos de niños tristes, dijo su madre.

“Tuve que explicárselo”, comentó Nicole. “Le dije: ‘Oye, ¿sabías que si yo le doy me gusta a una foto de un par de zapatos deportivos, tal vez me seguirán sugiriendo fotos de ese tipo de zapatos?’. Y ella me miró y contestó: ‘¿En serio?’”.

Hace un par de meses, Nicole tuvo la repentina necesidad de revisar los mensajes de texto guardados en la tableta de su hija. Fue entonces cuando descubrió que Lu había estado planeando hacerse daño y que también había escrito una carta de despedida.

CÓMO SE LLEGA A ESTO

Aunque el estigma en torno a la atención de la salud mental ha disminuido un poco en los últimos años, “todavía no le hemos dado a la gente el conjunto de habilidades o los recursos para saber cómo manejar su salud mental, cómo prevenir o cómo responder a los pensamientos suicidas”, explicó Christine Moutier, directora médica de la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio.

Muchos niños también tienen problemas psicológicos subyacentes que no reciben atención. Un estudio publicado en JAMA Pediatrics encontró que en 2016 la mitad de los 7,7 millones de niños que se calcula que hay en Estados Unidos con un trastorno de salud mental tratable no recibieron tratamiento de un profesional de la salud mental.

Encontrar un proveedor puede ser difícil. La Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente informó que hay una grave escasez de psiquiatras infantiles en casi todos los estados del país.

En California, por ejemplo, solo hay 13 psiquiatras infantiles y de la adolescencia en activo por cada 100 mil niños menores de 18 años.

Las compañías de seguros no reembolsan los servicios de salud mental en la misma medida que los servicios médicos, lo que hace que sea mucho menos rentable para los proveedores atender a los pacientes de salud mental, según dicen los expertos.

Por ejemplo, en Connecticut, Medicaid reembolsa a los hospitales 2,665 dólares al día por un ingreso pediátrico estándar y unos 1000 dólares al día por una hospitalización psiquiátrica pediátrica, afirmó Ryan Calhoun, vicepresidente de estrategia e integración de la atención médica en el hospital Connecticut Children’s.

Por último, la Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que todos los niños de 12 años en adelante se sometan a revisiones de salud mental durante las visitas de control, pero no es una práctica habitual hacerlo con niños menores de esa edad, señaló Tami D. Benton, directora de psiquiatría infantil y adolescente y ciencias del comportamiento del Hospital Infantil de Filadelfia.

“Anteriormente, los menores de 12 años se identificaban como un grupo de bajo riesgo”, dijo.

“Eso ya no es así, añadió.

 

 

 

 

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