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Mujeres siempre han sido guerreras

Investigadores analizaron muestras de 26 tumbas con herramientas para la caza y en 10 eran mujeres./Foto: Especial
Investigadores analizaron muestras de 26 tumbas con herramientas para la caza y en 10 eran mujeres./Foto: Especial

Nuevos estudios demuestran que el hombre no siempre era el cazador; lo cual revela que las mujeres han sido lideresas desde hace miles de años Annalee Newitz/New York Times Aunque es de destacarse que por fin haya una vicepresidenta en Estados Unidos, dejemos de decir que se trata de un logro sin precedentes. Como algunos … Leer más

Nuevos estudios demuestran que el hombre no siempre era el cazador; lo cual revela que las mujeres han sido lideresas desde hace miles de años

Annalee Newitz/New York Times

Aunque es de destacarse que por fin haya una vicepresidenta en Estados Unidos, dejemos de decir que se trata de un logro sin precedentes. Como algunos estudios arqueológicos recientes demuestran, las mujeres han sido lideresas, guerreras y cazadoras desde hace miles de años.

Un nuevo estudio cuestiona las creencias arraigadas de los roles de género en la historia antigua, lo cual nos invita a reconsiderar lo que pensamos sobre el trabajo de las mujeres en la actualidad.

En noviembre, un grupo de antropólogos y científicos publicó un artículo en la revista académica ‘Science Advances’ sobre los restos de un cazador de animales de gran tamaño con una antigüedad de 9 mil años, exhumados en los Andes. Al igual que otros cazadores del periodo, esta persona estaba enterrada con una herramienta especializada que se cree que se utilizaba para acechar a animales grandes, raspadores para curtir pieles y una herramienta que parecía un cuchillo.

No había nada inusual en el cuerpo, aunque los huesos de las piernas parecían algo delgados para ser de un cazador. Pero, cuando los científicos analizaron el esmalte dental con un método que suele utilizarse en las ciencias forenses que revela si una persona es portadora de una versión masculina o femenina de una proteína llamada amelogenina, el cazador resultó ser una mujer.

Teniendo en cuenta esa información, los investigadores volvieron a analizar las muestras de otras 107 tumbas en el continente americano de más o menos el mismo periodo. Se quedaron asombrados al descubrir que, de las 26 tumbas con herramientas para la caza, diez pertenecían a mujeres. Bonnie Pitblado, arqueóloga de la Universidad de Oklahoma, en Norman, comentó a la revista Science que los hallazgos indican que “las mujeres siempre han sido capaces de cazar y que de hecho lo hicieron”. Los nuevos datos ponen en duda un influyente dogma en el ramo de la arqueología, conocido como el “hombre cazador”, que consiste en la noción de que los hombres y las mujeres en las sociedades antiguas tenían roles definidos de manera estricta: los hombres cazaban y las mujeres recolectaban. Ahora, puede que esta teoría esté a punto de desmentirse.

Hace tres años, científicos volvieron a estudiar los restos de un guerrero vikingo del siglo X que el arqueólogo Hjalmar Stolpe exhumó en Suecia a finales del siglo XIX. Los restos óseos se habían enterrado con majestuosidad en lo alto de una colina, con una espada, dos escudos, flechas y dos caballos. Durante décadas, desde la exhumación original, los arqueólogos dieron por sentado que el cuerpo vikingo pertenecía a un hombre.

Cuando en los años setenta los investigadores realizaron una nueva evaluación anatómica del esqueleto, comenzaron a sospechar que el vikingo era una mujer. No obstante, no fue sino hasta 2017, cuando un grupo de arqueólogos y genetistas suecos extrajo ADN de los restos, que confirmó que el sexo del guerrero era femenino.

El hallazgo desató cierta controversia sobre si los restos pertenecían a los de una guerrera, y algunos académicos y críticos protestaron contra lo que llamaron historia revisionista. Aunque la determinación del sexo genético resultó irrebatible (los huesos del esqueleto tenían dos cromosomas X), las críticas llevaron a los investigadores suecos a analizar la evidencia una vez más y a presentar un segundo análisis más contextual en 2019. Su conclusión, de nuevo, fue que la persona había sido un guerrero.

Los detractores esgrimieron argumentos razonables. En la arqueología, como admitieron los investigadores, no siempre podemos saber por qué una comunidad enterró a alguien con ciertos objetos. Y que haya una guerrera no significa que muchas mujeres fueran lideresas, así como el reinado de la reina Elizabeth I no fue parte de un movimiento feminista de gran escala.

Los cuestionamientos al “hombre cazador” se derivan también de nuevos análisis de las culturas tempranas del continente americano. En la década de 1960, una excavación arqueológica en la ciudad antigua de Cahokia, en lo que ahora es el suroeste de Illinois, descubrió un cementerio con una antigüedad de entre 1000 y 1200 años con dos cuerpos centrales, uno encima del otro, rodeados de otros esqueletos. El entierro estaba repleto de cuentas de conchas, puntas líticas y otros artículos de lujo. En aquel momento, los arqueólogos concluyeron se trataba de la tumba de dos hombres de alto rango flanqueados por sus sirvientes.

Sin embargo, en 2016 los arqueólogos realizaron un nuevo estudio de la tumba. Resultó que las dos figuras centrales eran un hombre y una mujer, rodeados de parejas de hombres y mujeres. Thomas Emerson, quien llevó a cabo el estudio con colegas del departamento de Estudios Arqueológicos del Estado de Illinois de la Universidad de Illinois, junto con científicos de otras instituciones, afirmaron que el descubrimiento demostró que la nobleza estaba compuesta de hombres y mujeres. “No tenemos un sistema en el cual los hombres son esas figuras dominantes y las mujeres son figuras menores”, señaló.

A los aficionados de la historia les encanta obsesionarse con las sociedades míticas dominadas por guerreras, como las amazonas y las valquirias. Seamos claros. Estos hallazgos no revelan un matriarcado antiguo, como tampoco reafirman la idea de sociedades en las que los hombres dominan por completo. Indican algo más mundano con lo que es posible identificarse: algunas mujeres eran guerreras y lideresas; muchas, no lo eran. Había desigualdad, pero no era absoluta y hubo muchos cambios a lo largo del tiempo. Tratándose del poder femenino y los roles de género, el pasado fue tan ambiguo como el presente.

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