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Cocinas fantasmas en Querétaro

Foto: Cortesía
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La gastronomía nos lleva por un viaje desde una comida corrida, a una cena de alta cocina y culmina con una experiencia integral  Carlos Uriegas Se dice que en ocasiones se junta el hambre con las ganas de comer o está el famoso dicho “a todo se acostumbra uno, menos a no comer”, frases que … Leer más

La gastronomía nos lleva por un viaje desde una comida corrida, a una cena de alta cocina y culmina con una experiencia integral 

Carlos Uriegas

Se dice que en ocasiones se junta el hambre con las ganas de comer o está el famoso dicho “a todo se acostumbra uno, menos a no comer”, frases que han sido bien entendidas por Doña Leti, Fernanda Zarandona y Fernanda Lobato, quienes han tomado, literalmente, la sartén por el mango para enfrentar a la pandemia. A través de ‘cocinas fantasmas’ –lugares que preparan alimentos sin contar con un establecimiento  fijo y abierto al público– han llegado al paladar de mucha gente.

Cocinar comidas caseras para los vecinos, elaborar platillos que lleguen hasta tu casa para deleitar el paladar o vivir la experiencia de aventurarse en un lugar desconocido para explotar todos los sentidos, son tres ejemplos muy distintos que convergen con la necesidad y el placer de alimentarse.

Doña Leti, comida vecinal

Leticia Arreola descubrió que podía cocinar para sus vecinos, conocerlos y ayudarse económicamente. / Foto: Cortesía

La Unidad Vicente Guerrero ha encontrado en Doña Leti a la cómplice y vecina solidaria. Desde su pequeña cocina descubrió que podía cocinar para sus vecinos, conocerlos y ayudarse económicamente.

“Yo trabajaba de cajera en un restaurante del centro, pero lo cerraron por la pandemia, por lo que pensé qué hacer y me puse a preparar comida para venderles a mis vecinos”, comparte la señora Leticia, quien empezó vendiendo pozole en marzo pasado.

Tras el típico platillo guerrerense vinieron las solicitudes de otro tipo de comida, de ahí que la cocina sirviera para preparar comida corrida, sacarle jugo a la posibilidad de guisar y no quedarse de brazos cruzados.

“Empecé con el pozole y luego me pidieron comida corrida, por lo que hice folletitos y puse anuncios en las puertas y poco a poco se ha vendido y voy saliendo con los gastos”, comenta Doña Leti, como cariñosamente la llaman los vecinos que disfrutan de sus guisos caseros y no dejan de marcar o hacer sus pedidos por WhatsApp.

Comida sana, sin tanta grasa, con poca sal, balanceada con verduras y en 50 pesosson las razones que invitan a ser cliente de Leticia Arreola, quien además de pensar en la salud, también tiene consciencia por el medio ambiente al evitar el uso de platos desechables en sus pedidos.

Sirvo ensalada, arroz, frijoles y una sopa aguada con verduras, crema y queso, más el postre. Hoy por ejemplo preparé flautas de papa con pollo y pico de gallo, sopa de codito y gelatina”, dice Leti quien sirve sus comidas en platos de plástico, con sus divisiones, y al otro día los intercambia por un traste limpio para evitar la contaminación.

Por las las tardes junto con su amiga Aurora venden gelatina, flan, pastelitos y arroz con leche, ya que el postre es imperdonable.

El Mercado Hidalgo y La Cruz son los puntos en los que Leticia Arreola surte los ingredientes y destaca que la carne procede de las carnicerías de sus hermanos, lo que asegura la calidad en la carne que utiliza.

Si vives en la Unidad Vicente Guerrero, seguro ya sabes de doña Leti, una vecina que ha vivido 35 de sus 54 años en los edificios naranjas. No dejes de probar su filete de pescado a la campesina, preparado al horno con pimiento morrón, papa, calabaza en julianas y servido con su arroz blanco.

Despierta la pasión gastronómica

Zarandona lleva sus platillos a todos lados de la ciudad. / Foto: Cortesía

La pandemia vino a despertar el alma culinaria de Fernanda Zarandona, una chef con estudios en Le Cordon Bleu, París. Ella vio que había posibilidades de atender un sector que buscara una comida o cena original, de alta cocina y lista para servir a domicilio.

“La pandemia me devolvió mi carrera y pasión. Empecé ofreciendo el menú con mis círculos más cercanos y luego empecé con vecinos, amigos y conocidos, pero los redes sociales me han acercado a más gente que quiere mis servicios”, comenta la chef, quien llegó a Juriquilla luego de aprender de las cocinas europeas.

Basta llamar con una semana de antelación, elegir la fecha y cuadrar el menú que se requiere, ya que Fernanda se adapta a las necesidades de sus comensales. Lo único que lamenta es perderse el disfrute que provoca ver las reacciones de quienes prueban sus platillos y disfrutan del placer del buen comer.

“Preparo cenas a partir de seis personas; mando el menú, hacemos la mezcla, cotizo y ya que se autoriza se cierra. Me dan un anticipo para insumos y si tienen su cena a las 8, a las 8 de la noche estoy en la puerta de su casa con la comida lista para servir.  Si hay entradas las preveo, y les entrego instrucciones para cuando vayan a recalentar la comida”, explica Fernanda  Zarandona, ‘Conzeta’, como aclara siempre que menciona su apellido del que ha hecho su marca.

Zarandona lleva sus platillos a todos lados de la ciudad. Ha tenido clientes en Tejeda, Juriquilla, Jurica, El Campanario y en el Centro. En donde alguien quiera consentir al paladar llega Fernanda, quien ofrece para abrir boca un Tapenade negro a base de aceituna para untar o como acompañamiento, una tabla de quesos o pepinos europeos.

Como primer tiempo destacan la crema de tomates rostizados o la sopa de cebolla. Para plato principal hay seis platillos a elegir, donde se antoja un Prime Rib inglés a fuego lento, un salmón a la mantequilla con limón y alcaparras o una lasagna a los cuatro quesos acompañados por alguna de sus guarniciones.

“Trabajo yo solita, de pronto me ayudan y como máximo preparo comida para 15  personas, mi proyección tampoco es tan grande”, destaca Fernanda, quien comparte que el costo en promedio por menú es de 550 pesos por persona.

Una experiencia que alimenta todos los sentidos

Lobato se especializa en el diseño de experiencias a través de la mixología. / Foto: Cortesía

La cena se convierte en toda una experiencia desde un inicio. Enterarse horas antes del lugar en que se realizará el evento marca el arranque de una noche que se extenderá por los cinco sentidos.

Fernanda Lobato se ha especializado en el diseño de experiencias a través de la mixología, que complementa con la creación de conceptos con la suma de ingredientes culinarios, ideas y esfuerzos humanos.

Junto a Daniel García, su socio y colega, crearon ‘Sobremesa’, una aventura que integra a la comida con el rescate de espacios arquitectónicos, el abordaje de temas de interés mediante tertulias, bajo un esquema de apoyo a los chefs y a los productos locales.

“Luego de dejar el restaurante Dongü, me enfoqué en un proyecto integral buscando fortalecer y crear comunidad entre chefs y restauranteros. Más que vernos como competencia queremos vernos como complemento hacia un mismo objetivo”, destaca Fernanda Lobato.

‘Sobremesa’ ofrece una cena a ciegas en alguna casona del centro de Querétaro, espacios recuperados por interioristas, en la que una dupla de cocineros locales desarrolla un menú que es complementado con un coctel en el que la mixología, “alquimia” que domina Fernanda, se acopla al tomar del menú de la cena los ingredientes para la bebida. Tras la cena, comienza la charla sobre un tema de interés.

“La Sobremesa se realiza una vez al mes; en la realizada el 5 de noviembre la cena fue elaborada por el Cheff Alan de Chinicuil y Brendan de Brewer. El tema de la charla fue la tolerancia. La última sobremesa del año fue el 17 de diciembre en un espacio rehabilitado del centro, pocas horas antes les mandamos la ubicación a los comensales para que supieran cómo llegar; el tema a platicar al final de la cena fue el de apertura”, comentó Lobato.

La organizadora dijo que los eventos tienen un límite de 16 personas, se realizan en espacios abiertos como patios y se trabaja en amplias cocinas con estrictas medidas de sanidad.

Con el pago de mil pesos, la noche incluye un coctel de bienvenida diseñado para la ocasión, una cena de cinco tiempos, en la que se cuidan los detalles para conocer si hay alguna restricción, la sobremesa temática, una ilustración de algún artista, en un evento musicalizado adecuadamente y videograbado por un artista chileno que registra la experiencia completa.

“Ya nos están pidiendo otras ediciones, fechas para el 2021 con otras duplas de cocineros, no solo del centro de Querétaro sino de otras zonas de la ciudad”, adelanta Lobato desde el mundo del ‘undergound’ gastronómico, en el que se alimentan los cinco sentidos.

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