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Artesanos sureños en tierras queretanas

Artesanos sureños en tierras queretanas / Foto: AP
Artesanos sureños en tierras queretanas / Foto: AP

Al igual que muchos otros, han llegado con la esperanza de obtener mejores ingresos Isai López Se ven a diario más artesanos en el centro de la ciudad que vienen de diversas zonas aledañas de Oaxaca y Chiapas, para comercializar su vestimenta, muñecas y accesorios típicos debido al cierre de plazas en otros estados. Esto … Leer más

Al igual que muchos otros, han llegado con la esperanza de obtener mejores ingresos

Isai López

Se ven a diario más artesanos en el centro de la ciudad que vienen de diversas zonas aledañas de Oaxaca y Chiapas, para comercializar su vestimenta, muñecas y accesorios típicos debido al cierre de plazas en otros estados. Esto los han obligado a viajar hasta el doble de horas para obtener algún ingreso.

Debido a la pandemia que golpea al mundo y la falta de apoyos para los artesanos e indígenas, estos se han visto en la necesidad de viajar más allá de su zona recurrente de trabajo, como explica Doña Dolores, que se encuentra con su canasta en medio del andador Libertad, a la espera de que un interesado pregunte por alguna carpeta o muñeca. Ella es una artesana tejedora de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, que ha tenido que viajar este último mes acompañada de su hijo por más de 20 horas para poder llegar al Estado y así vender lo que ambos hacen.

Ellos, al igual que muchos otros, han llegado con la esperanza de obtener mejores ingresos por sus bordados, tejidos y artesanías pintadas a mano; mismas que les implica hasta un mes elaborar y donde el ojos y la manos son las principales herramientas que les ayudan en la ardua tarea de lograr plasmar lo aprendido de generación en generación.

Francisco es oaxaqueño, tiene dos días en la ciudad y trae consigo bolsas de mano hechas por su familia a un precio que él comenta, es el más bajo en que pueden ofrecerlas, pero la situación actual lo obliga. Hace una mueca y logra bajar su precio aún más al transeúnte, que ignora el trabajo de semanas y los más de mil kilómetros recorridos de Francisco y familia para preguntar al artesano sin miramientos previos ”¿Cuánto es lo menos?”.

La ciudad se ha convertido en su nueva esperanza para aquellos paisanos de tierras sureñas que han preservado las tradiciones y costumbres a lo largo del tiempo, que no se han sentido atraídos por modas extranjeras pero si por condiciones internacionales y donde solo queda la invitación a consumir local, nacional y por manos de nuestra tierra.

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