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Eduardo González, a lograr 500 sitios mayas visitados

La historia del queretano es un ejemplo de los frutos alcanzados tras dedicar la vida a una pasión, desvivirse por un hobbie y convertirlo en una gran obra Julián Istilart En abril de 2003, Eduardo González se dirigió a la ciudad de Guatemala a impartir una certificación de spinning. Uno de los días que pidió … Leer más

La historia del queretano es un ejemplo de los frutos alcanzados tras dedicar la vida a una pasión, desvivirse por un hobbie y convertirlo en una gran obra

Julián Istilart

En abril de 2003, Eduardo González se dirigió a la ciudad de Guatemala a impartir una certificación de spinning. Uno de los días que pidió extras en su viaje lo destinó a visitar Tikal, la ciudad maya más esplendorosa jamás descubierta. Su vida cambiaría para siempre. Desde entonces, empezó a llamarse y creerse un explorador maya, ‘a la antigüita’, como le gusta a él.

Ver todos los videos de sus exploraciones de forma seguida te tendría colocado frente a la computadora ocho días y medio. Sus seguidores en Facebook y Youtube, de todas partes del mundo, conocen a través suya lugares que saben que nunca podrán presenciar en persona. Esta semana, el queretano concedió una emotiva charla a AM de Querétaro sobre los 495 sitios mayas que ha explorado. “Si todo sale bien, este 2021 regresaré a la selva de Chiapas antes de la temporada de lluvias. Entonces, podré estar llegando a mi exploración número 515 o 520, lo que me colocaría como segundo explorador, vivo o muerto, que más sitios mayas ha explorado en el mundo”, afirma el aventurero.

J.I.: “¿Qué te ha enseñado de los mayas haber explorado tantos sitios?

E.G.: Es como visitar a un amigo que hace mucho tiempo que no ves. Se me eriza la piel al llegar a un nuevo sitio. Cada vez dejo un sitio, hago una reverencia para despedirlo, ya que no sé si volveré.

Por otro lado, me parece increíble que estas estructuras hayan sido construidas hace 1,200 años y sigan en pie, a pesar de todas las inclemencias de la selva. Para ellos mismo sería increíble pensarlo. Cuando estoy en un sitio maya, me transporto en el tiempo e imagino a los mayas, con sus grandes tocados, caminando frente a mi.

J.I: ¿Qué opinas sobre la detección de estructuras por láser?”

E.G.: Los chicleros de principios del siglo XX se abrieron paso y construyeron caminos provisionales que fueron descubriendo varias estructuras en la selva. Se cerró el comercio chiclero y los sitios se volvieron a cubrir de selva. Por otro lado, una cosa es descubrirlas y otra, trabajarlas, lo cual cuesta millones de dólares.
No es por ser malinchista, pero de no haber sido por los americanos, no conoceríamos los grandes tesoros de la cultura maya. Sin embargo, hay mayas del siglo XXI que cuidan su patrimonio y son un ejemplo a seguir, como Humberto Bonilla Caamal, de Santa Elena, Yucatán, quien enseña con gran pasión los tesoros del gran universo Puuc de la cultura Maya.

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J.I.: No coleccionas vestigios mayas, pero sí, libros

E.G.: Mi libro más preciado es la primera edición de ‘Incidentes de viaje en América Central, Chiapas y Yucatán’, de John Lloyd Stephens. Pensar que este libro lo tuvo en sus manos el mismo explorador es increíble.

J.I.: ¿Puede el Tren Maya respetar selva y ciudades antiguas?”

En los sesentas, setentas y ochentas se destruyeron decenas de sitios con la construcción de las carreteras Cancún-Tulum, Escárcega-Chetumal o la que bordea Guatemala desde Palenque. Aunque es inevitable que se toquen los sitios, espero que sea mínima la invasión.

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