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Querétaro se hunde 5 cm cada año: UNAM

Querétaro se hunde 5 cm cada año: UNAM /Foto: Cuartoscuro
Querétaro se hunde 5 cm cada año: UNAM /Foto: Cuartoscuro

Según estudios de la UNAM Juriquilla, el suelo capitalino se hunde entre 5 y 10 cm por año debido a la sobreexplotación de mantos acuíferos Carlos Uriegas Querétaro se hunde entre 5 y 10 centímetros por año, debido a la sobreexplotación de los mantos acuíferos. Esto acrecenta las fallas como la de 5 de febrero, … Leer más

Según estudios de la UNAM Juriquilla, el suelo capitalino se hunde entre 5 y 10 cm por año debido a la sobreexplotación de mantos acuíferos

Carlos Uriegas

Querétaro se hunde entre 5 y 10 centímetros por año, debido a la sobreexplotación de los mantos acuíferos.

Esto acrecenta las fallas como la de 5 de febrero, la formación de cavernas y aumenta la probabilidad de socavones.

Al respecto, la doctora Dora Carreón Freyre investigadora del Centro de Geociencias de la UNAM Juriquilla, explicó que la sobreexplotación de mantos acuíferos, desde la década de los 70 ha generado estragos en el subsuelo, pues si se extrae el agua, los espacios vacíos no recuperan el volumen y no hay manera de revertir esto.

En la actualidad, para obtener agua del subsuelo se extrae a una profundidad de 150 metros de profundidad, lo que acentúa la falta del vital líquido.

“La disminución en la disponibilidad de agua en esta entidad, como en gran parte del territorio nacional, obedece a la concentración de la población urbana sin una optimización y uso racional del agua”, explicó la investigadora de la UNAM.

En este sentido, la investigadora enfatizó en la necesidad de contar con el Atlas de Riesgos actualizado de la zona metropolitana, con el propósito de realizar proyecciones y trabajos preventivos sobre explotación del subsuelo y así generar información preventiva riesgos derivados del crecimiento de la mancha urbana

Sobrecarga de mantos acuíferos afecta zonas urbanas

Alrededor de 70 por ciento del agua que se consume en el país proviene del subsuelo, generando una sobreexplotación del recurso en las últimas décadas, lo que se evidencia con la extracción de agua con menor calidad cada vez a mayor profundidad y la reducción de la recarga de los sistemas acuíferos.

La investigadora de la UNAM Juriquilla, Dora Carreón Freyre, aseguró que en la actualidad se extrae agua a una profundidad de 150 metros, lo cual afecta el subsuelo y genera afectaciones como fallas geológicas y socavones.

“En la ciudad de Querétaro, a partir de la década de los setenta, el agua comenzó a extraerse desde una profundidad de entre 60 y 90 metros, actualmente sobrepasa los 150 metros de profundidad. La disminución en la disponibilidad de agua en esta entidad, como en gran parte del territorio nacional, obedece a la concentración de la población urbana sin una optimización y uso racional del agua”, advirtió.

La investigadora indicó que ante este panorama se requiere fortalecer los sistemas de medición así como el monitoreo sistemático de los niveles de pozos, de la extracción y de la calidad del agua. Con esta información, indicó, se podría continuar mejorando el modelo para que permita identificar con mayor detalle las zonas en las que se tiene que vedar la construcción y bombeo de pozos, para definir una tasa de extracción más racional de agua.

¿Se puede revertir los daños al subsuelo?

“Cuando se extrae el agua, los espacios vacíos no recuperan el volumen. No es un material elástico, una vez que se deformó no hay manera de revertirlo”, aseguró la investigadora de la UNAM.

El trabajo que realizan en el Centro de Geociencias de la UNAM en Juriquilla es de carácter preventivo por lo que esperan que la información fluya para revalorar el Estado y la zonificación de riesgos derivados por la sobreexplotación del subsuelo en busca de agua.

“Vemos un crecimiento indiscriminado en la zona urbana, muchos desarrollos que se recargan del acuífero en las partes altas de la cuenca, consecuencias que se verán a mediano y largo plazo, alrededor de Zibatá, San Pedro Mártir, el Cerro del Cimatario, zonas que pierden poco a poco terreno y vemos diariamente la lucha de ambientalistas contra la depredación inmobiliaria”, comentó la doctora.

Otros dos problemas que subrayó Dora Carreón es la falta de seguimiento, de información y actualización de las autoridades locales.

En CDMX sí tuvo eco

La doctora Dora Carreón Freyre, encabezó por encargo del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) un mapa digital que muestra zonas de fracturas en 2017.

Según el estudio, existen 12 sitios de la capital del país con deformación crítica, ubicados en colonias de Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Cuauhtémoc, Benito Juárez y Xochimilco, señaló Carreón Freyre.

Y justamente en Iztapalapa la investigadora universitaria está por poner en marcha la primera planta de monitoreo de deformación profunda en el país, algo que estuvo cerca de materializar en el Hospital General de Querétaro, pero al final el proyecto no se concretó.

El ejemplo de Japón

Naciones como Japón son ejemplo de resiliencia ante este fenómeno.

“Hace 30 años dejaron de bombear agua del subsuelo; tenían un hundimiento total relativamente pequeño, de 10 centímetros, pero trabajaron en el reuso de agua tratada y en el cuidado de la superficial. Hoy prácticamente no tienen hundimientos”, dijo la investigadora en geomecánica.

Pero poder seguir el camino de los japoneses dependerá de políticas y voluntad política, legislación ordenamiento y vías alternativas.

Reveló hundimiento en Aeropuerto de Texcoco

Finalmente la doctora Carreón, quien formó parte de la investigación del suelo para la construcción de lo que sería el Aeropuerto de Texcoco y junto con el equipo del Centro Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, se determinó que el subsuelo de la zona donde se construía el Nuevo Aeropuerto Internacional de México era inestable para un proyecto de tal magnitud, reveló que para la construcción del Aeropuerto de Santa Lucia ya no fueron consultados.

“Es estudio afirmó que los materiales excesivamente comprensibles que componen el suelo de esta área (Texcoco), hacen que se registren tasas de hundimiento de entre 30 y 40 centímetros anuales lo que podría haber dañado las pistas de aterrizaje. Santa Lucía es una caja negra, pero ya no nos buscaron para que hiciéramos un dictamen de acuerdo a la especialidad”, finalizó la académica de la UNAM.

 

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