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La pandemia reduce el ruido sísmico en el mundo

La pandemia reduce el ruido sísmico en el mundo / Foto: Archivo
La pandemia reduce el ruido sísmico en el mundo / Foto: Archivo

La investigación de 76 sismólogos en 27 países reveló que la disminución se debe a medidas de distanciamiento social Carlos Uriegas Una investigación en la que participó el Centro de Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla, ha demostrado que las medidas de confinamiento, a principios y mediados de 2020 para combatir la propagación de COVID-19, … Leer más

La investigación de 76 sismólogos en 27 países reveló que la disminución se debe a medidas de distanciamiento social

Carlos Uriegas

Una investigación en la que participó el Centro de Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla, ha demostrado que las medidas de confinamiento, a principios y mediados de 2020 para combatir la propagación de COVID-19, condujeron a una reducción del 50 por ciento en el ruido sísmico observado en todo el mundo.

En la investigación se analizaron datos de ruido sísmico en más de 300 estaciones sísmicas por todo el mundo.

“El confinamiento, reflejado en el ruido sísmico, ve el efecto total de las medidas de distanciamiento social, la reducción de la actividad económica e industrial, las caídas en el turismo y los viajes. El periodo de bajo ruido sísmico de 2020 se debe a la reducción de ruido sísmico antropogénico global más larga y prominente que ha sido registrada hasta el momento”, reveló el estudio publicado en la revista Science.

El doctor Thomas Lecocq, compartió su método con la comunidad sismológica para que se analizaran los datos de todo el mundo. Esto inició una colaboración única que involucró a 76 sismólogos de 66 instituciones en 27 países. Los autores principales del estudio tienen su sede en Bélgica, el Reino Unido, Nueva Zelanda y México, en el Centro de Geociencias de la UNAM, con sede en Juriquilla, única entidad mexicana participante al proyecto.

Los investigadores universitarios Raphael De Plaen y  Víctor H. Márquez contribuyeron con el análisis de datos de México, principalmente de la zona metropolitana de Querétaro, donde el Centro de Geociencias cuenta con una red sísmica urbana de bajo costo.

El doctor De Plaen, investigador postdoctorante con beca de la DGAPA-UNAM, formó parte del grupo principal de autores y contribuyó de manera significativa a la organización y coordinación del trabajo. La contribución científica aportada por estos investigadores se enmarca en la línea de investigación de Sismología Ambiental para la cual el Centro de Geociencias es pionero en México, y que se ha beneficiado por colaboraciones multidisciplinarias e internacionales y, en gran medida, con el apoyo económico otorgado por CONACyT y la UNAM.

“La sismología se enfoca en medir las ondas sísmicas que surgen después de un terremoto. Sin embargo, los registros sísmicos de fuentes naturales están contaminados por las vibraciones de alta frecuencia (“zumbido”) producidas por los humanos en la superficie: caminar, conducir automóviles y trenes generan señales sísmicas únicas en el subsuelo. La industria pesada y el trabajo de construcción también generan ondas sísmicas que se registran en los sismómetros”, precisa la publicación.

Existen miles de estaciones de monitoreo sísmico en todo el mundo y, por lo tanto, se requirió de un esfuerzo de equipo para descargar, procesar y analizar la cantidad de terabytes de datos disponibles. Los datos provienen de la comunidad global que incluye redes de monitoreo sísmico de alta gama, así como de sensores sísmicos de ciudadanos, los cuales han sido instalados por individuos y escuelas.

Si bien 2020 no ha visto una reducción en los terremotos, la caída en el “zumbido” antropogénico ha sido sin precedentes.

“Se encontró una fuerte coincidencia entre la reducción de ruido sísmico y los datos de movilidad humana, extraídos de aplicaciones de mapeo en teléfonos móviles y puestos a la disposición del público por Google y Apple. Esta correlación permite que los datos sísmicos abiertos se utilicen como un amplio proxy para rastrear la actividad humana en tiempo casi real”, detalla el estudio.

Los efectos ambientales del confinamiento debido a la pandemia han sido acuñado como “antropausa”. Este nuevo estudio es el primero a escala global que analiza el impacto de la antropausa sobre la tierra sólida bajo nuestros pies.

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