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Bernal, de pueblo mágico a pueblo fantasma

Bernal, de pueblo mágico  a pueblo fantasma
Bernal, de pueblo mágico a pueblo fantasma

Los hoteles y restaurantes permanecen cerrados, no hay actividad previa a la reapertura y solo pasean pocas en el pueblo mágico Khalid Osorio Las calles del pueblo mágico de Bernal lucen desoladas el día anterior al levantamiento de las medidas sanitarias que impiden desarrollar la mayor parte de las actividades comunes. Los locales comerciales se encuentran … Leer más

Los hoteles y restaurantes permanecen cerrados, no hay actividad previa a la reapertura y solo pasean pocas en el pueblo mágico

Khalid Osorio

Las calles del pueblo mágico de Bernal lucen desoladas el día anterior al levantamiento de las medidas sanitarias que impiden desarrollar la mayor parte de las actividades comunes. Los locales comerciales se encuentran cerrados. Aquellos que comercializan bebidas, alimentos e incluso abarrotes, no dan servicio. Las pocas personas que deambulan por sus calles son habitantes que viven en el pueblo. El turismo está ausente de este lugar que suele lucir lleno de vida, en donde es complicado encontrar en un día ‘normal’ un lugar en la plaza principal para sentarse.

El encanto del pueblo mágico se puso en pausa junto a su gente. Solo algunos locales comerciales de recuerdos se encuentran en operación. Son pocos. De hecho, los trabajadores que atienden realizan labores de limpieza alrededor del medio día. No cuestan mucha atención a la circulación que hay en las calles y se mantienen al interior de los mismos. No hay transeúntes a quien invitar a pasar para comprar algún recuerdo o prenda de vestir.

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Nelly Ramos es una vendedora de artículos elaborados a base de piedras como ónix, obsidiana, mármol y otros materiales que trabajan los artesanos del pueblo mágico. Su negocio se ubica en la entrada principal del centro del pueblo, en donde comúnmente se puede escuchar música y se aprecian filas de personas para comprar cervezas u otras bebidas para hidratarse. Hoy luce vacío. Comenta que debido a las medidas impuestas por parte de las autoridades sanitarias tuvo que cerrar su negocio por casi tres meses, reduciendo su ingreso a cero. Al inicio de la pandemia trató de vender en algunas ocasiones, pero el flujo de turistas, sobretodo extranjeros, disminuyó de manera considerable. Con ello, las ventas del negocio.

Los gastos que hizo durante los meses que estuvo cerrado el local en el pueblo mágico donde vende corrieron por su cuenta. Tenía dinero ahorrado y gracias a ello pudo pasar esta temporada. Es la primera vez, desde hace cuatro años que vende, que se vio una situación similar. Hay temporadas que son de menor afluencia que otras, pero nunca al grado de convertir un pueblo mágico en uno desolado. “Afortunadamente tenía unos ahorros. Solo fue eso de lo que echamos mano para los gastos de la casa”, comentó.

Al internarse más al pueblo mágico de Bernal, las condiciones son las mismas. La fuente que se encuentra en la calle que da a la plaza principal luce apagada. No hay flujo de agua. Las personas que se encuentran descansando en ella están ausentes. Seguramente resguardadas como la mayor parte de las personas. En el parque de Bernal solo se encuentran un par de adultos de la tercera edad charlando a la sombra de un árbol. Ambos con cubrebocas. El quiosco que se encuentra en el parque tiene una cinta amarilla con la leyenda de precaución a su alrededor, evitando que las personas intenten subir.

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Frente a este lugar resalta un negocio de tazas, sombreros, lentes de sol y pequeñas decoraciones. Es el único abierto en el primer cuadro del pueblo mágico. Rocío Vargas trabaja en este lugar desde hace cuatro años. Describe esta temporada como la peor que le ha tocado vivir desde que trabaja en este lugar. Argumenta que a pesar de ser temporada baja, entre semana las ventas ascienden hasta 8 mil pesos por día. Señala que llegan visitas de estudiantes o grupos de adultos mayores a visitar el lugar cuando está aparentemente más calmado y se puede apreciar mejor. Durante la contingencia, trabajando en un horario reducido, las ventas de un día apenas alcanzan los 60 pesos. Esto afecta directamente su ingreso ya que este se determina en base a lo que vende.

La cancelación de los eventos del equinoccio de primavera que se realizan en el pueblo mágico golpeó de manera considerable los ingresos de los locales comerciales. Asimismo la ausencia de visitantes durante Semana Santa, que representa una de las más fuertes para los habitantes, pues en su mayoría viven del turismo, hizo que un gran número de comerciantes perdieran ingresos. En cada uno de los cuatro días más concurridos de Semana Santa, Rocío vende un promedio de 20 a 30 mil pesos. En esta ocasión únicamente alcanzó la cifra de 200 pesos diarios.

Las condiciones de su trabajo cambiaron, ya que únicamente ganaba 100 pesos por día al no haber ventas y la comida que corría a cargo de los dueños del local se canceló por la merma en los ingresos en el pueblo mágico. “Mi esposo es albañil. Él no dejó de trabajar. También le recortaron días, pero no fue el total. Ee ese dinero nos sostuvimos durante estos meses”, comenta Rocío.

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Adicionalmente al ingreso de su esposo, recibieron un apoyo alimentario del Gobierno del estado. Sin embargo, no se enteró del monto de cuatro mil pesos que anunció el gobernador para los trabajadores que vieron disminuidos sus recursos o perdieron su fuente de ingreso a raíz de las medidas restrictivas que se adoptaron frente a la pandemia. A pesar de la situación económica que vive, considera es apresurado a levantar el aislamiento, pues el miedo de contagiarse por COVID-19 es latente. “Siento que debieron esperar un poco más. Al principio como que la gente no creía, pero ya sabemos de casos, nos da miedo porque van a comenzar a llegar personas de otros lugares”, explicó.

Ese mismo miedo comparte Mónica Pérez, una chica que atiende un par de locales en una de las calles más concurridas del pueblo mágico. La pandemia le obligó a adoptar medidas sanitarias a los que no estaba acostumbrada. A la entrada del negocio tiene una botella grande de gel antibacterial. Cada que debe entregar un productos, recibe dinero o entrega el cambio de alguna venta, acostumbra a lavarse las manos y tomar un poco de gel. La baja afluencia de posibles compradores le permite realizar esta rutina que no podría hacer en uno de los días con ventas fuertes.

Indica que el temor al contagio de esta enfermedad es latente, pero evitarlo depende de la precaución y las medidas sanitarias que adopte cada persona. “Sí me da miedo, pero no tanto. Simplemente haciendo lo que debemos hacer. Usando gel al momento de entregar algún producto, de dar o recibir cambio y con uso de cubrebocas”, mencionó Mónica.

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Al igual que Nelly, tuvo que echar mano de sus ahorros.  Ahora se encuentra en espera de recibir respuesta a la solicitud de apoyo que anunció el Gobierno estatal. Confía que con esta ayuda podrá sobrellevar de mejor manera los gastos que requiere mientras se normaliza el número de visitantes que llegan al pueblo mágico.

Las tres vendedoras del pueblo mágico coinciden en que los beneficios de la reapertura de las actividades no traerá ganancias en el corto plazo. Aunque confían que pronto llegue todo a la normalidad. Sin embargo, saben que tendrán que esperar, pues a pesar de que el número de visitantes incrementará, este no llegará a los niveles que se esperan habitualmente. Piensan que algunos de los locales no abrirán sus puertas y creen que el flujo de dinero y la magia tarden en llegar un poco más a Bernal.

MT

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