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Convierten camellón frente al IMSS en ‘sala de espera’

Convierten camellón frente al IMSS en 'sala de espera'. / Fotos: Selene Ugalde
Convierten camellón frente al IMSS en 'sala de espera'. / Fotos: Selene Ugalde

Afuera del hospital las personas aguardan, entre calor, tierra, smog y frío noticias sobre la salud de sus familiares Carlos Uriegas La angustia por tener a un familiar internado es notoria, pero ésta llega a la desesperación cuando se debe dormir, comer, e ir al baño en un camellón frente al Hospital General Regional 1 … Leer más

Afuera del hospital las personas aguardan, entre calor, tierra, smog y frío noticias sobre la salud de sus familiares

Carlos Uriegas

La angustia por tener a un familiar internado es notoria, pero ésta llega a la desesperación cuando se debe dormir, comer, e ir al baño en un camellón frente al Hospital General Regional 1 del IMSS, espacio que las personas han convertido en “sala de espera”, “recámara” y “comedor”.

La sala de espera está cerrada para evitar contagios al interior del hospital, “razón” por la que los familiares aguardan noticias de sus enfermos a unos metros del ingreso a Urgencias y del Triage Respiratorio.

Los familiares esperan a las afueras del Hospital General Regional 1 del IMSS. / Foto: Selene Ugalde
Los familiares esperan a las afueras del Hospital General Regional 1 del IMSS. / Fotos: Selene Ugalde

La señora Jacqueline Hernández no se ha movido desde el sábado pasado, sus ojos reflejan el cansancio acumulado y la tristeza por tener que llevarse a su marido, a pesar de que los médicos recomiendan seguirlo dializando.

“Por fortuna ahorita no está lloviendo, pero cuando llueva imagine el lodazal que habrá; el baño nos queda muy lejos, vamos hasta la gasolinera de Tecnológico, a mi esposo ya me lo dieron de alta, no está bien, pero no acepté la diálisis, ya no lo quiero martirizar más, tiene varios problemas, está mal del riñón, tiene cirrosis, pero prefiero llevármelo aunque no lo dialicen, si Dios lo necesita él sabrá y si nos lo deja por algo será”, comparte la señora Hernández, quien convirtió al camellón en un espacio de unidad y busca de justicia.

Antes de partir de regreso a la comunidad de La Luz, ya repartió su herencia de estos días, sus cajas de cartón que servirán de cama a los que llegan.

Las voces inconformes se unifican en torno a sentimientos de tristeza, desesperación y coraje; van narrando sus angustias mientras un altavoz reclama la presencia de familiares de González Pérez Paola.

Por esto, Querétaro ganó ventaja hoy ante el coronavirus

“Hay un señor que venía desde Tequisquiapan y se quedó dos semanas durmiendo entre los arbolitos”, dice uno.

“No nos apoyan; hablamos al gobierno y dicen que no nos pueden apoyar”, expresa otra voz más alejada.

“Pedimos unas sillas o una banca, una lona para el sol”, comenta la señora Concepción Vázquez, quien es la persona del grupo con más tiempo en el camellón.

La señora Concepción lleva 15 días afuera del Hospital, orgullo del IMSS en Querétaro, ya que su hijo de 34 años está internado por un problema intestinal.

“Mi hijo Edgardo Velázquez Vázquez está trasplantado del intestino; no me voy ya que, hay que pagar mucho en pasajes y se acaba el dinero, además de que en cualquier momento salen a dar noticias, pero sí es molesto estar aquí esperando en el árbol, sentada en cartón y respirando todo el polvo de la tierra y lo que levantan los camiones de la parada de enfrente. Mi esposo se queda con la nieta, ya que tengo una hija que es madre soltera y se tiene que ir a trabajar, pero ya son 15 años de peregrinar con mi hijo que no termina de quedar bien”, narra la señora Vázquez, quien a pesar de buscar la sombra del árbol y cubrir su rostro con una gorra, no puede ocultar lo irritado de su piel.

 

La ayuda ha llegado de quien menos se esperaba

“Así como ellos piden un voto, nosotros pedimos una lona, o una silla. Hace frío, estamos a la intemperie. Hay indigentes, curiosamente, uno de ellos viene y nos ayuda, nos ofrece cartón y limpia la basura del camellón, es muy buena persona, viene con su perrito blanco y nos ayuda, y ahí se queda a dormir, entre los arbustos”, la señora Vázquez sonríe con la mirada cuando evoca a la persona que ha mostrado más empatía en estas dos semanas.

Celso Valerio Tomatzin, viene de Loarca, cerca de Mompaní y lleva ocho días con su cartón que coloca en una banqueta que improvisa como banca.

Consideran error atención a pacientes con médicos sin experiencia

“Es muy triste, nos va muy mal. Ojalá nuestras autoridades vean esto y nos ayuden, que recuerden que nosotros le pagamos su sueldo con nuestros impuestos; yo me quedé antier y ayer, hoy me va a relevar uno de mis hijos, pero sí es complicado, ojalá nos dieran aunque sea una silla”, comenta el esposo de Rosa Aura, una mujer de 48 años a quien operaron de la vesícula, lleva ya tres cirugías y no termina por quedar bien.

“Ya para la noche saco mis dos chamarritas y me echo una cabeceada, no del todo, no me vayan a robar algo, pero como están los de la Guardia Nacional, espero que ellos aquí nos cuiden, se dan su vuelta en la noche, pero sí se pasa frío y hambre”, remata el señor Celso.

Justo en plena charla con el trabajador de la construcción se escucha un enfrenón de llanta, cuando un auto evita colisionar con uno de lo camiones de la parada, revelando otro de los riesgos inminentes que corren las personas que esperan noticias de su familiar.

Guadalupe Hernández, maestra de prescolar lleva tres días en el camellón, los mismos que tiene su mamá internada, a quien tienen que operar del brazo y el humero ya que sufrió una caída en el momento menos oportuno, justo en este espacio de confinamiento.

“Me preocupa ya que ella es mayor de edad, es hipertensa, tiene diabetes y tuvo que llegar al seguro para que la operen. Estamos en riesgo y cuando entramos sí nos dijeron que hay personas con COVID, pero hay que estar acá”, narra Guadalupe, quine comento que al entrar al hospital no siempre se tienen todas las medidas de higiene ya que en ocasiones no les ponen gel al ingresar.

“Hay pacientes que llegan y entran sin cubrebocas, yo le tuve que traer a mi mamá el suyo para protegerla un poco más”.

Una enfermera que salió de prisa y trabaja en el área estéril lamenta que los familiares no puedan ingresar y permanecer en las salas de espera, pero ella resume el problema mientras corre para subir al camión que la llevara a su casa. “Está mal que estén en la calle, pero es mejor que estén acá, ya que adentro está el contagiadero”, respondió corriendo mientras se subía al autobús, aunque ninguno de los familiares que entrevistamos tenía a pacientes ingresados por COVID-19.

Otra Lupita, quien curiosamente trabaja en el área de salud en Guanajuato, tuvo que manejar hasta Querétaro en busca de atención para su hermano de 24 años.

“Allá no lo pudieron atender por falta de espacio, por lo que agarré el coche y me vine para acá, al parecer tiene apendicitis”, comparte la enfermera a quien le tocó estar ahora del lado de los pacientes, en espera de noticias de que salga pronto, pero mientras esto ocurre ya había conseguido su cartón, por si las dudas.

Al final sonó el megáfono voceando a familiares de Angelina Sánchez Ramírez, una de tantos enfermos que al interior luchan por salir adelante, mientras, al exterior y sobre el camellón de la Avenida Zaragoza, otros también batallan en la angustiante espera de una noticia, que no siempre será buena.

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