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Ser un paseador de perros en Querétaro implica amor y sabiduría

Ser un paseador de perros en Querétaro implica amor y sabiduría
Ser un paseador de perros en Querétaro implica amor y sabiduría

El conocimiento sobre el comportamiento de los perros y la pasión por ellos son clave en los recorridos del paseador José Armando Anaya Aguirre Carlos Perusquía Alzan ligeramente sus orejas. Agitan sus colitas. “¡Apúrate, apúrate, apúrate! Ya llegó”. Si Bongo, Vaquera y Agustina pudieran hablar, ese sería su mantra cotidiano de las 09:00 horas con … Leer más

El conocimiento sobre el comportamiento de los perros y la pasión por ellos son clave en los recorridos del paseador José Armando Anaya Aguirre

Carlos Perusquía

Alzan ligeramente sus orejas. Agitan sus colitas. “¡Apúrate, apúrate, apúrate! Ya llegó”. Si Bongo, Vaquera y Agustina pudieran hablar, ese sería su mantra cotidiano de las 09:00 horas con los ladridos que retumban hasta lo más profundo de mis oídos, los de mi familia e, incluso, los de mis vecinos.

La causa del tal excitación, pues pareciera que sus extremidades se mueven como las de un colibrí, es José Armando. Apacible, llega al portón. Los aullidos escalan hasta alcanzar los tonos agudos.

Abro el zaguán y el paseador  no se inmuta. Quieto, analiza la escena ante sí. Los canes continúan con su ‘fiesta’, quienes no huyen aunque tengan frente a ellos la oportunidad de escapar, pues la presencia del joven de 28 años de edad significa que saldrán a la calle. Lo respetan. Están conscientes que él manda y dicta los pasos. Sin embargo, este no es un lazo de poder donde el miedo y el terror imperen, pues es el amor lo que infunda hacia sus pequeños clientes.

“Los tratamos como si fueran nuestros hijos, nuestros hermanos. Los tratamos como familia. Hay perros con los que nos ponemos a hablar así de: ‘oye y ¿qué crees? Me pasó esto’. Nos la pasamos hablando con ellos prácticamente durante el paseo”, comparte Anaya Aguirre, quien recibe lengüetazos y pequeños empujones por parte de mis mascotas en señal de ya estar listos para que él les ponga sus correas.

 

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 PREVISIÓN DE LAS ANDANZAS

José Armando tiene semblante de Indiana Jones, solo que en lugar de látigo, correas de diferentes colores cuelgan de su tronco superior; asimismo, cadenas de entrenamiento penden de sus bolsillos.

Sus tenis un tanto desgastados da cuenta de los recorridos que marcan su jornada en cinco colonias de la ciudad. Un sombrero lo acompaña para protegerlo de las temperaturas que se elevan a lo largo de sus horarios de trabajo.

Dispuestos los preparativos para las andanzas, al paseador cruza mi zaguán junto con mis canes; no sin antes repasar en su mente los posibles riesgos que podrían suscitarse en el recorrido.

“(Algunos peligros son) la misma gente que suelta a sus perros, los mismos conductores.  Eso es lo difícil, porque los perros se dejan conducir solitos. Aprenden por muy difícil que sea el perro, por muy agresivo… no hay problema con ellos. Lo difícil son las complicaciones de la calle, carros, personas… personas tratando de pasear a su perro, esos son los del problema”, enumera el también entrenador.

 

Las jornadas de paseo no solo implican tener la vestimenta y accesorios adecuados, pues la salud física de José Armando es también un aspecto esencial que pudiera presentarse como otra complicación. Por ello, es cauteloso con su alimentación ya que sus labores en la ciudad comienzan a partir de las 07:30 horas.

“No podemos tomar leche en la mañana; nos hace daño. No podemos tomar tampoco mucha agua en la mañana; yo creo que podemos tomar 250 mililitros como máximo en todo el día. (Tampoco podemos) comer mucho. Cuando llegamos de trabajar a nuestras casas, nos da un hambre tremenda; llegamos con hambre, a tomar mucho agua. El agua normal ya no nos hace efecto, pues tenemos que ponerle un poquito de suero o meterle agua mineral o agua con limón sin azúcar”, explica el joven, a quien se le nota el disfrute de la caminata, cuando en ocasiones se nota que hay algunos dueños que batallan al salir con sus mascotas.

 

EL DOMINIO DE LA MANADA

 Aunque pareciera que cualquiera podría tomar las correas de cuantos perros quisiera, salir con canes esconde una ciencia que, además del gran amor a estos mamíferos, implica paciencia, perseverancia y una amplia gama de conocimientos sobre estos seres.

Dentro de la manada –que puede alcanzar hasta 10 integrantes– el primer animal es el más ‘poderoso’, se coloca a un lado de José Armando y, junto con él, protegen a la manada de algún perro suelto y agresivo o de algún can cuyo dueño no tenga control de él. Asimismo, en primer lugar van los inquietos, ya que los paseadores deben mantener el control y cuidado de ellos para evitar que se susciten agresiones al interior del clan. El segundo que ingresa al grupo se establece como una ‘barrera’; puede ser una hembra que tranquilice al primero. La última mascota que entra a este conjunto es el menos sociable; es obediente, pero no le gusta estar ‘apachurrado’ con el resto o es “el más meón”.

“Realmente no es mucho problema el proceso de pasar por cada uno sino saber por quién pasar primero, nada más”, explica Anaya Aguirre, quien posee 4 años y medio de experiencia como paseador de perros.

 

UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO

 Para una sola persona, atender a canes de cinco colonias se visualiza como una tarea colosal. Sin embargo, el entrenador cuenta con otros tres paseadores quienes, al igual que él, dedican cuerpo, alma y amor durante la mañana y parte del mediodía a la caminata y entrenamiento de estos seres.

“(A veces) yo no puedo pasar por tal perro, porque los tiempos me comen o de repente traigo una perrita que va entrar en celo y les digo a mis compañeros: ‘Oye, ¿puedes pasar por este perrito?’ Ya así nos ayudamos”, comenta el entrenador, quien hace un alto a los animales para que Selene –mi compañera del Área de Fotografía que ha estado conmigo durante todo el recorrido– y yo, tomemos un respiro. La andanza ha sido exhausta aunque estemos a 15 minutos de finalizar el paseo de una hora.

Cómo líder de la ‘manada humana’, José Armando está siempre en contacto con sus compañeros para llegar recoger y entregar a tiempo a sus clientes a tiempo, quienes ladran efusivamente de alegría cuando lo ven y chillan cuando observan su partida.

 

 UN AMOR INESPERADO

Selene y yo no solo atestiguamos el amor del paseador en su recorrido con Bongo, Vaquera, Agustina, Vivi y Toby –estos últimos dos se insertaron a la manada a mitad del recorrido–, este lazo de afecto está presente desde que inicia su día, cuando tuvimos oportunidad de atestiguar el primer paseo de la jornada con Rocky, Polo, Berlín, Magui, Barón y Manola.

La sonrisa no se le oculta a José Armando cuando marchaba al unísono con ellos y al verlo uno no esperaría que al comienzo de su trayectoria fuera alérgico a los perros.

Inicialmente, Anaya Aguirre empezó como agitador de perros –el encargado de provocar a los canes cuando se les entrena, por ejemplo, para labores deportivas– donde trataba con los animales a partir de su tronco inferior.

Sin embargo, se vio en la necesidad de aprender sobre adiestramiento, lo que implicaba un mayor contacto con los animales. Para desempeñar sin complicaciones sus labores, realizó una estancia de tres meses con su mentor Víctor Martínez en una casa llena de canes para poder aplacar su alergia; de ahí fue que pudo dar el salto a los paseos sin mayores riesgos para su salud.

El joven aclara que, domada su hipersensibilidad, los recorridos nacieron a raíz del tratar el comportamiento de uno de estos seres.

“De hecho, empecé con los paseos, porque estábamos tratando un perro agresivo con acondicionamiento físico. Tenía agresión con otros perros, no se dejaba tocar por las personas. Entonces estábamos socializándolo con las personas y otros perros y la gente empezó a ver. Empezó a preguntar: ‘¿Usted pasea perros?. A lo que decía: ‘No, señora… pero si quiere démelo’. Así comenzó todo”, revela José Armando.

Otorgarles una mejor vida a través de serenar su carácter fue el origen de esta historia, recalca el entrenador.

“Todos los perros que nos han llegado es porque tienen algún problema y al día de hoy ya no tienen ese problema y gozan de que pueda entrar a la casa o de que los dueños también lo sacan a caminar y ya nos lo dan a nosotros meramente para que salga con sus amigos. Todo lo que es el paseo… todo empezó así por simplemente tratar de ayudar a un perrito”, finaliza Anaya Aguirre.

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