El día a día de una enfermera queretana en la lucha contra la COVID-19
Una trabajadora del sector salud compartió que esta epidemia es lo más duro que le ha tocado enfrentar en 29 años de labor como enfermera Carlos Uriegas Después de darlo todo por salvar la vida de otros en el Hospital General de Querétaro, uno a uno, o en grupos, sale el personal médico. Son las … Leer más
Una trabajadora del sector salud compartió que esta epidemia es lo más duro que le ha tocado enfrentar en 29 años de labor como enfermera
Carlos Uriegas
Después de darlo todo por salvar la vida de otros en el Hospital General de Querétaro, uno a uno, o en grupos, sale el personal médico. Son las 14:30 horas y es tiempo de ir a comer. Llegó el momento de transformarse en civiles, ya que deben quitarse el uniforme médico, por dos motivos; evitar ser fuente de contagio y pasar inadvertidos para esquivar posibles ataques por ser trabajadores de la salud en un hospital COVID.
Por la puerta lateral del hospital la mayoría llevan en bolsas de plástico o papel estraza. Los uniformes con los que libraron la batalla diaria contra el Coronavirus, enemigo invisible, contagioso y real, capaz de enfermar a miles en el mundo, de matarlos y de separar a muchas familias.
Con 29 años trabajando en el sector salud, Verónica Cedillo nos cuenta que es la crisis sanitaria más impactante que le ha tocado enfrentar.
“El problema de este virus se expande muy rápido y vienen dos o tres semanas muy duras, vendrán olas de impacto como cada quincena. Hay gente que no cree, dicen que es como cualquier gripe, pero claro que no, te lleva a la muerte, si no nos cuidamos irá como telaraña, es algo muy fuerte”, comparte la enfermera que trabaja en el área de quirófanos.
Verónica confirma lo que se ha dicho hasta el cansancio: son aquellos que llegan con enfermedades previas quienes están viviendo complicaciones y son los que han fallecido.
“Hemos visto que los que están falleciendo son que los que tienen enfermedades crónico degenerativas. Los que no tienen enfermedades degenerativas están respondiendo mejor, pero cada organismo responde diferente, esto es algo muy serio, por lo que debemos seguir las indicaciones de protección”, recomienda la enfermera del Hospital General de 5 de Febrero.
“Aquí solo están llegando pacientes graves, que requieren hospitalización o respirador y aún hay espacios suficiente, pero no nos queremos llenar”, dice con angustia la enfermera mientras espera que su esposo, quien padece diabetes, pase por ella a recogerla.
La enfermedad es real, lo que resulta increíble para la señora Cedillo es que personal médico y del sector salud estén sufriendo agresiones.
“Me duele mucho que nos agredan, hasta ahora no me han agredido, pero la verdad no sé cómo reaccionaría a una agresión. Ahora estoy vestida de enfermera porque viene mi esposo por mí, pero si tuviera que irme en transporte me tendría que vestir de civil como ella”, nos cuenta mientras señala a alguna de sus compañeras y enseña la bolsa en la que está la ropa que usó al interior del hospital.
Así como hay gente que los ataca, por ignorancia, hay un amplio sector de la sociedad que los apoya.
“Todos necesitamos de todos, si hemos pasado tantas cosas, ¿por qué ahora tanta agresión contra uno? Aunque la verdad son más los que nos apoyan”.
“SÍ TENEMOS MIEDO”
Ya en el plano personal Verónica nos revela que sí tiene miedo de enfermar y contagiar a su familia.
“Si da miedo, sí nos preocupa. Debemos tener muchas cuidado. En 29 años no había vivido algo así. Nos da miedo contraerlo porque tenemos que regresar a casa. Mi esposo es diabético y a mi mamá, que llevaba 25 años viviendo conmigo, tuve que decirle que no esté ya en mi casa”.
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La vida ha cambiado para todos y Verónica ha tenido que modificar muchas cosas.
“Cambió la vida drásticamente, mi esposo me dice: ‘ya no hueles a perfume. Hueles a vinagre, a alcohol, a cloro’. Las manos ya nos arden hasta con el agua, por lo que hay que buscar cómo hacerle para no irritarse las manos. Ya hay compañeros con las caretas ya marcadas en el rostro”, comparte la trabajadora del sector salud.
El proceso de desinfección para salir del hospital lleva varias etapas y ya en su casa son varios los pasos que tiene que seguir. Desde quitarse la ropa, dejarla en una cubeta especial par eso, desinfectar sus zapatos con cloro, las gafas y meterse a bañar, pero la principal afectación es la de sus afectos.
“Lo que más me está afectando es no ver a mi nieta, la extraño mucho, como no se imagina”, platica, mientras sus gafas se empañan por la humedad de sus ojos mientras habla de ella.
¿Por qué ser enfermera, qué la movió a dedicarse e este trabajo?
“La motivación es ayudar a tu prójimo. Es una profesión muy noble, muy sacrificada, muy mal pagada y ahora muy agredida. Pero a pesar de eso el sentirte satisfecha por ver al enfermo salir con bien hace que todo valga la pena. Hay un salmo el 23:4, que dice: ‘Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estás a mi lado’”. Es ahí cuando se quiebra y dan ganas de abrazarla, pero no podemos, y mientras llora se despide diciendo: “Saldremos adelante, trabajando con miedo o sin miedo, al pie del cañón, para darle seguridad a los pacientes”. Se despide para subir al chevy rojo en compañía de su marido y partir hacia su casa.
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