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Querétaro se apaga en un ‘estado de sitio’ por el coronavirus

La emergencia sanitaria de coronavirus  ha borrado el color del primer cuadro de Querétaro, el movimiento se ha detenido ante la presencia de un enemigo invisible Texto: Carlos Uriegas / Fotos: Yarhim Jiménez La inmensidad del Centro de Querétaro es invaluable, es única, es histórica, pero hoy se encuentra en estado de sitio, algo similar … Leer más

La emergencia sanitaria de coronavirus  ha borrado el color del primer cuadro de Querétaro, el movimiento se ha detenido ante la presencia de un enemigo invisible

Texto: Carlos Uriegas / Fotos: Yarhim Jiménez

La inmensidad del Centro de Querétaro es invaluable, es única, es histórica, pero hoy se encuentra en estado de sitio, algo similar a lo que dictan las crónicas de 1867, pero esta vez no es el general Mariano Escobedo quien cerca la ciudad, hoy estamos atrapados por el coronavirus: un enemigo silencioso, diminuto y contagioso.

Hoy no se escuchan los cañones del Ejército Republicano al escupir fuego y metralla, este abril del 2020 estamos sumidos en un silencio que taladra los cuerpos y se encapsula en forma de miedo el interior de nuestros huesos.

Se han puesto cercos para evitar el tránsito de personas y la propagación del coronavirus.
Se han puesto cercos para evitar el tránsito de personas y la propagación del coronavirus.

Inicia la Semana Santa, la mejor época para muchos hoteles que hoy sólo hospedan a la incertidumbre, restaurantes que alimentan al aire y bares que sacian las sedes de fantasmas, almas que en pena recorren los andadores y conectan las plazas que circundan y enverdecen el Centro de Querétaro.

Aún no aparecen venados y cabras como en algunas ciudades europeas, que ante el recogimiento del humano han hecho suyas las urbes como su patio de juegos; lo que sí se aprecia son algunos indigentes que se cubren del frío y del virus con sus cobijas rotas y los anticuerpos generados por dormir en camas de concreto y bañarse en aguas de fontanas a un costado del río.

En Plaza de Armas, en otros tiempos adornada con banderas tricolores y motivos navideños, advierte con cintas amarillas que el paso está prohibido, que hay que tener precaución, que hay que quedarse en casa. La medida es reforzada por algunos vigilantes que de forma estoica cierran aún más el cerco para impedir el acceso de algún inesperado visitante, aunque a media noche los que pudieran deambular son sólo personajes de leyenda, como La Carambada, La Zacatecana o Don Bartolo, tan evocados por quienes realizan los paseos turísticos en el primer cuadro de la ciudad.

El coronavirus ha causado cierta desolación
El coronavirus ha causado cierta desolación

Las calles lucen impecables, limpias de basura, de personas, de vi- das, no hay quien ensucie por lo tan- to no hay nada que limpiar. Ojalá pudiera barrerse el virus, ojalá que con escobas se le pudiera derrotar.

El Jardín Zenea o Plaza de Abajo ha dejado para mejores ocasiones el danzón de martes, jueves y domingos, las parejas que lo bailan son las más vulnerables al ritmo y a la enfermedad, por lo que los vestidos largos y oreados, los trajes y guayaberas tendrán que guardarse en los armarios en espera de dedicar el baile a las familias que los acompañen una vez que se supere el oscuro panorama y regrese su color.

La Alameda Hidalgo, el primer parque de la ciudad y por cuyos jardines paseara Maximiliano, es un escenario vació, sin tiempo para la convivencia, la conquista y el amor; las bancas, cómplices mudos de besos y encuentros hoy están cubiertas de plástico, como un recordatorio de estos tiempos en que hay que amar con protección.

El Jardín Guerrero se parece más al antiguo huerto del Convento de Santa Clara, que a una plaza pública, el jardín que alguna vez presumió su pista de patinaje hoy es un espacio con una belleza distinta, en la que la única figura humana es la de quien alguna vez dijera “La Patria es Primero”; la estatua y la frase de Vicente Guerrero hoy están más solas que nunca.

El coronavirus le ha quitado color a los lugares emblemáticos de Querétaro.
El coronavirus le ha quitado color a los lugares emblemáticos de Querétaro.

Las Iglesias son inmensos espacios virtuales, como el Templo de Santa Rosa de Viterbo, está ahí, se puede ver, pero la solidez de la madera es infranqueable para tener acceso a la fe, esa esperanza invisible, pero que para muchos es una roca en la que han edificado su creencia y para otros, un símbolo en el que Mariano de las Casas alcanzara lo divino siendo un joven arquitecto al edificar su construcción.

Los Andadores, arterias que convergen al corazón de Querétaro, hoy carecen de la vida cotidiana,
de la risa de los niños, del colorido de las muñecas de San Ildefonso y Santiago Mexquititlán, del recorrer continuo de oriundos y visitantes. Desde el 20 de marzo se han ido bajando las cortinas, se han levantado mesas, cerrado mostradores y puertas, ahora es cuestión de esperar a que se derrote al enemigo invisible y que desde el centro la ciudad vuelva a palpitar junto con sus cinco mil negocios.

El Sitio de Querétaro de 1867 duró 71 días, del 6 de marzo al 15 de mayo, cuando en Querétaro habitaban 40 mil habitantes, ese quizá, es el evento histórico más representativo en la historia del Estado, hoy nuevamente la ciudad está sitiada, y justamente es el espacio que habitaba aquella población el que simboliza un corazón en el que no hay espacios para los matices, en el que el negro predomina sobre el blanco.

El color del Centro Histórico ha desaparecido, el gris se transforma en negro manto nocturno y las luces reflejan espectrales figuras que a media noche pudieran ser un escenario idóneo para un paseo en el que sólo habita el virus; el que llegó desde China, como la Nao, como la seda, como la pólvora que extinguiera la vida de traidores en el Cerro de las Campanas, como la brújula que hoy parece estar perdida.

UN PASEO MUY DIFERENTE

Yarhim Jiménez

Salir un domingo por la noche, cuando cotidianamente solemos ver por los andadores, plazas y calles de nuestra ciudad niños, gente, familias y amigos disfrutando un paseo, comiendo un helado, viendo algún show o simplemente caminando.

Ahora el panorama es diferente, ante Covid-19 nuestras calles lucen vacías, en silencio limpias de basura, sin tráfico. Quizá algunos piensen que es un respiro para nuestro planeta, quizá otros piensen que son estrategias del Gobierno, incluso algunos que simplemente no creen y no hacen caso a las recomendaciones.

No todos tenemos las mismas necesidades, algunos salimos por trabajo, algunos por insumos, comida, medicamentos y otros simplemente a disfrutar la soledad y silencio de las calles.

En esta cuarentena es tiempo de estar en casa, de reflexionar, hablar con nuestras familias, limar asperezas. Es tiempo hacer conciencia, pensar en lo bueno y malo que hacemos día con día. Así el día de mañana cuando todo esto termine, saldremos a abrazar a nuestros seres queridos, amigos compañeros y hermanos.

Por ti, por tu familia, por tus amigos, por tus seres queridos, por todos: #QuédateEnCasa.

 

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