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Hay trabajos que no pueden parar ante la contingencia por COVID-19

Foto: Carlos Uriegas. Hay trabajos que no pueden parar ante la contingencia por COVID-19
Foto: Carlos Uriegas. Hay trabajos que no pueden parar ante la contingencia por COVID-19

A pesar de la contingencia, los trabajadores de limpieza comienzan a barrer las calles del Centro Histórico de la capital queretana para que quede impecable Carlos Uriegas Hay quienes no pueden parar. Su trabajo es fundamental para el correcto funcionamiento de una ciudad. Conocen su responsabilidad y la importancia para que el engranaje de Querétaro … Leer más

A pesar de la contingencia, los trabajadores de limpieza comienzan a barrer las calles del Centro Histórico de la capital queretana para que quede impecable

Carlos Uriegas

Hay quienes no pueden parar. Su trabajo es fundamental para el correcto funcionamiento de una ciudad. Conocen su responsabilidad y la importancia para que el engranaje de Querétaro se mantenga limpio y seguro. La señora Laura realiza desde hace 13 años labores de limpieza en las calles queretanas y Pablo, en su motocicleta, brinda seguridad como policía estatal; sin embargo, ambos están preocupados por contagiar el virus y llevarlo a su casa.

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Desde temprano, incluso antes de que aparezca la luz de día, ella toma sus elementos de limpieza para barrer y recoger lo que otros ensucian o arrojan a las calles. Con unos guantes y un cubrebocas como elementos de seguridad, toma la escoba para levantar basura, que en la mayoría de las veces no conoce su origen o si los desechos que recoge son potencialmente peligrosos para su salud.

La verdad sí está uno preocupada por todo lo que se escucha, nosotras estamos a la deriva, estamos en la mitad del camino, dicen ‘no salgan’, pero nosotros no podemos dejar de trabajar. No sabemos qué recogemos ni de dónde viene, una sale con el miedo y regresa uno a casa igual”, narra la trabajadora de limpia.

Sin precauciones extra, más allá de su uniforme amarillo con naranja y unos guantes de tela grises, Laura, madre de cuatro hijos, recoge poco a poco la basura en una calle del Centro de Querétaro, con la maestría que le dan 13 años de experiencia en limpiar esta ciudad.

Los cubrebocas nos lo dieron antier, pero hoy ya no nos dieron; trabajamos todo el horario. Nos tocan calles diferentes, pero ahorita estamos más enfocados al centro, que es lo que más interesa; fuera del centro sí está muy sucio”, explica Laura, quien trabaja de las 06:00 horas a las 14:00 horas.

Laura comentó que en 2009, cuando se presentó la crisis sanitaria por el H1N1, estuvieron trabajando normal, en horario corrido.

“Aquella vez, a diario nos dieron cubrebocas, aunque sí trabajamos en horario corrido”, recuerda la mujer nacida en Bernal y quien sabe que Querétaro, más que ser una ciudad limpia, es una ciudad muy limpiada, cosa distinta.

Ahora vivimos con el miedo, no solo yo, todas mis compañeras. En mi zona descansaron a la gente más grande, arriba de los 60 años; a ellos sí los descansaron, ellos tienen una semana descansando. Las chicas nos comentaron que, si esto se pone más fuerte, nos van a descansar a todos (…) Mi hija mayor sí me dice que me cuide y que no salga tanto, pero tengo que trabajar, hasta ahora aquí seguimos, habrá que ver cómo se pone esto”, culmina así la charla antes de retomar su importante labor de levantar lo que otros tiran por las calles.

Recolección de basura continúa de manera habitual en todo el Municipio de Querétaro

Si Laura limpia las calles de basura, Pablo intenta limpiarlas de delincuentes. El policía estatal sabe que su trabajo es estratégico y entiende que no descansará estos días, pero entre todo lo malo reconoce que han bajado en su perímetro los reportes de robo o delincuencia.

Nosotros no podemos parar, nuestro trabajo es proteger a la ciudadanía y, aunque todo está muy tranquilo… la verdad, hay que estar atento por cualquier cosa que pueda suceder”, admite Pablo.

“Hay muy poca gente en las calles, se nota con el menor número de reportes, al menos han bajado los reportes de delitos y eso es una buena noticia de entre todo lo malo que está sucediendo”, revela el motociclista, quien detrás de ese uniforme que transmite seguridad y respeto también siente el temor por el enemigo invisible que es el COVID-19.

La verdad… no hay que bajar la guardia, yo tengo una niña chiquita y sé que, mientras todos se cuidan, yo tengo que estar frente a personas que no sé si han tomado precauciones o están contagiados. Cuando regreso a mi casa, y antes de saludar a mi hija, me quito la ropa, la dejo en la entrada y me meto a bañar; ya saliendo de la regadera es cuando puedo abrazar a mi familia”, detalla Pablo, quien patrullará mientras dure esta crisis sanitaria.

AMIP.

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