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Festival Mariachela desafía al coronavirus

En el pasado festival Mariachela, a pesar de ser un evento de bebidas alcohólicas, no faltaron los pequeños y hasta las mascotas, pues el espectáculo estaba pensado para toda la familia.
En el pasado festival Mariachela, a pesar de ser un evento de bebidas alcohólicas, no faltaron los pequeños y hasta las mascotas, pues el espectáculo estaba pensado para toda la familia.

Los amantes de la cerveza no se dejaron intimidar por la paranoia en torno a la pandemia y asistieron al evento al aire libre para convivir entre amigos Magdiel Torres El encuentro de amantes de la cerveza Mariachela registró una buena entrada a pesar de las noticias desfavorables en torno a la pandemia del coronavirus … Leer más

Los amantes de la cerveza no se dejaron intimidar por la paranoia en torno a la pandemia y asistieron al evento al aire libre para convivir entre amigos

Magdiel Torres

El encuentro de amantes de la cerveza Mariachela registró una buena entrada a pesar de las noticias desfavorables en torno a la pandemia del coronavirus COVID-19.

Instalados en el Lienzo Charro Hermanos Ramírez, ante la vista imponente de la Pirámide de El Pueblito, la gente se instaló a la mitad del área verde, pues alrededor se colocaron las carpas que ofrecían una gran variedad de cervezas. Custodiados a ambos costados, dos escenarios se pusieron. Por un lado desfilaron grupos de géneros como rock, punk, pop y electrónico; mientras que en el costado extremo se dejaba escuchar la música vernácula.

A pesar de ser un evento de bebida alcohólicas, no faltaron los pequeños y hasta las mascotas, pues el espectáculo estaba pensado para toda la familia.

Sobre el escenario, entre presentación y presentación de las diversas bandas que amenizaron la tarde, los presentadores realizaron una serie de concursos en los que los premios, como era de esperarse, eran cervezas locales.

Si sobre el escenario la diversión no fuera suficiente, en el espacio en donde se habían instalado las carpas también se realizaban actividades lúdicas, como la instalación de un jenga gigante.

El evento no solo celebraba la elaboración de unas de las bebidas alcohólicas más antiguas en la historia de la humanidad, sino también una actividad que la cultura ha convertido en hedonismo formal: comer. Asadores, taquerías, antojitos y demás platillos se posicionaron al extremo opuesto en donde se colocaban las bebidas.

Así, quienes asistieron al evento pudieron degustar alguna de las cervezas artesanales y comer un platillo que se elaboraba en el momento. Para promocionar esta convivencia, se realizaron algunas promociones, lo que generó largas filas en algunas carpas.

El evento, que concluye hoy, ofrece, además de una experiencia culinaria, una propuesta musical con agrupaciones locales o del
interior de la República.

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