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Un feminicidio le arrebató a su hija

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El noviazgo de Ximena con Carlos no la convenció desde el inicio, la psicóloga la vio alejarse poco a poco… hoy abre sus recuerdos y comparte esta historia Carlos Uriegas “—Dile que no le diga nada, que vamos por ella, que recoja su cosas, que vamos para ayudarle—. Ese era el plan, pero ya no … Leer más

El noviazgo de Ximena con Carlos no la convenció desde el inicio, la psicóloga la vio alejarse poco a poco… hoy abre sus recuerdos y comparte esta historia

Carlos Uriegas

“—Dile que no le diga nada, que vamos por ella, que recoja su cosas, que vamos para ayudarle—. Ese era el plan, pero ya no se pudo, cuando ellos se dan cuenta que los van a dejar, es el momento más peligroso para las mujeres”, y así lo fue para Ximena.

Rosamartha abre de nuevo sus recuerdos al compartirnos detalladamente el feminicidio de su hija Ximena. Ella narra el proceso que tuvo que enfrentar como madre, como psicóloga y como investigadora en busca de justicia, la cual encontró, y de cómo trabaja para transformar el dolor en amor.

Todo lo que descubrí es porque Ximena llevaba un diario, yo le regalaba diarios toda la vida y cuando ella muere lo primero que busco es su diario, pero lo buscaba y no lo encontraba, hasta que me di cuenta que su diario estaba en Facebook, en el Messenger. Estaba toda su relación, desde que se conocieron, desde que se hablaron por primera vez, de sus diferencias, de sus pleitos y las mentiras y, gracias a ese Messenger, pude ganar mucho del juicio contra Carlos”. Revela Rosamartha, reiniciando un viaje que nos remonta siete años atrás por un camino de engaños, amor y violencia.

Rosamartha comienza la conversación explicando cómo era su hija Ximena, su personalidad y lo que la lleva a relacionarse con un hombre como Carlos.

Como mamá, yo me doy cuenta que ella tenía un problema de autoestima, tenía un problema de sobrepeso, luchaba mucho con su peso y apariencia física, ella engordaba con facilidad y eso le mermó un poco la autoestima, ya que muchas veces los chicos en la secundaria o prepa no salen con la chica gordita (…) hasta que tuvo un novio que se fijó en ella y la quiso por cómo era por dentro y por fuera. Esa relación le devolvió la fortaleza y autoestima, por lo que Ximena empezó a bajar de peso y a cuidarse más, a hacer ejercicio, a quererse más, a ver que era valiosa por dentro y por fuera”.

Una baja autoestima y una cadena de mentiras se combinaron para gestar, con un primer trazo, el círculo de la violencia en el caso de Ximena.

Un día termina con su novio con el que había durado ocho años y se va a estudiar a Santa Fe, Estados Unidos. Cuando vuelve, conoce a una persona por medio de internet. Un hombre que le vendió una historia, le dijo que vivía en La Herradura, que su padre había tenido cáncer y eso les había afectado en la economía familiar. Le dijo que había nacido en el mismo hospital que ella, lo que ella me contaba con mucha emoción; una historia falsa con muchas cosas que no eran ciertas, historias que yo fui descubriendo, poco a poco, cuando mi hija ya estaba muerta”.

La historia ocurrida hace siete años es un caso, ‘como de libro’, describe Rosamartha. El cual ejemplifica, claramente, cómo la violencia puede culminar en un feminicidio. Esto la empezó a aislar.

La relación entre nosotras era muy buena, nunca peleábamos, sus amigas le preguntaban que cómo se podía llevar tan bien conmigo, una relación de mucha confianza y comunicación. Xime sabía que podía contar conmigo, ella me contaba todo. Hasta que ella y yo tuvimos un pleito, ocasionado por esta persona, para alejarnos, aislándonos”, detalla la madre de Ximena.

Una relación que avanzó muy rápido

“Cuando mi hija va a conocer a Carlos, me dice que los va a presentar una ‘coach’, un poco una cita a ciegas en la que la presentaría un conocido en común”.

La relación se empezó a dar y en menos de un mes se hicieron novios. Se conocen a principios de agosto de 2011 y, a finales de agosto, se hacen novios y lo trae a la casa. Algo que nunca olvidaré fue la primera vez que yo lo vi. Las mamás tenemos un sexto sentido, prácticamente solo vino a dejarla. Ella emocionada me preguntó qué me había parecido y yo le dije que me parecía ‘gay’, no me checó y me brincó, no estuvo más de 15 minutos en la casa y, cuando se lo dije, me dijo que cómo creía eso, que no era así, y yo le dije solo lo que me pareció. Le dije, solamente, que tuviera cuidado”, comparte Rosamartha.

La relación siguió caminando rápidamente

“En septiembre mi hija puso algo en Facebook, en el que se intuía que estaban pensando en vivir juntos. Ella tenía 24 años y, por primera vez, en toda mi vida sentí que ella no estaba siendo honesta conmigo en su respuesta, sentí que me estaba mintiendo, no aceptó que sí estaba pensando en vivir con él”.

La psicóloga de profesión recordó que le solicitó al novio de su hija que le dijera qué ocultaba, “eres demasiado perfecto para ser real”. La madre intuía algo, veía una madeja enredada, pero no encontraba la punta para tirar del hilo.

En Octubre, en el cumpleaños de Xime, Carlos le trae serenata, ella siempre soñó con ello, incluso, en su recámara se puso un balcón para que un día le llevaran serenata. Su novio anterior, de varios años, nunca le llevó serenata. La verdad me sorprendió mucho y le pregunté a ella si alguna vez le había dicho a su novio que nunca le habían llevado serenata, y dijo que sí, ­­­­­—le dije que era mi sueño y que me encantaría—, quitando autenticidad y espontaneidad al detalle”.

Rosamartha recuerda que comentó con a su esposo que había algo que no le checaba de Carlos, algo que la inquietaba. Sin embargo, era difícil ver el lado oscuro en un joven egresado del ITAM, que hablaba tres idiomas y que tenía un buen trabajo.

En noviembre me dicen que quieren comprar un departamento entre los dos. Le dije a Xime que se me hacía prematuro. Él me pidió una cita, me dijo que quería sentar cabeza, que quería un hogar, que era lo que buscaba Ximena y que estaba convencida. Le dije que me parecía precipitado, que eran adultos, que no me iba a meter, pero le sugerí que lo pensara mejor”, advierte Rosamartha.

Pone una ciudad de por medio

Ximena y su familia siempre vivieron en el sur de la Ciudad de México y lo lógico es que el departamento se buscara en dicha zona. Carlos tenía en mente el norte del área  metropolitana, por los rumbos de Satélite.

Ella y yo empezamos  buscar departamentos al sur de la ciudad, donde siempre hemos vivido, pero él le dijo que mejor se fueran al norte, a Satélite o a los alrededores, me llevaron a verlo. Empezaron a hacer el trámite de compra y yo no veía cómo detener eso”.

Ante la velocidad y seriedad que estaba tomando la relación Rosamartha decide citar a su hija para decirle lo que piensa.

Tengo una plática con ella, la siento en mi despacho y le digo lo que pienso. Le platiqué que, a veces, las personas para querer algo dicen otra cosa. Le dije que no entendía por qué estaba creciendo esto tan rápido, no me entendía, me decía, —mamá deja de dar consulta y ver los noticieros—, le dije que me sonaba muy raro, que ocultaba muchas coas, que no era totalmente honesto. Ella me oyó, pero no me escuchó”, platica Rosamartha con un evidente nudo atorado en su garganta al momento de contarlo.

“Querían irse a vivir juntos desde enero, pero le pedí que se fuera después de mi cumpleaños, que es en marzo, y así lo hizo. Armó todo para irse en marzo. A pesar del miedo que yo empecé a sentir, tenía de dos sopas: pelearme con ella o ayudarle;  esperar que fracasara esa relación y ayudarle, después, a sanarle sus heridas”, apostando así a su experiencia como psicóloga.

“Se va a vivir con alguien, no se va a morir”

En la despedida de soltera conozco a la mamá, que trabajaba de secretaria en una agencia de llantas. Recuerdo que ‘Xime’ me dio muchas explicaciones, como queriendo justificarme el origen de la señora, me saltó que me advirtiera mucho de esa historia, pero el cuento del niño que había vivido en La Herradura ya no me empezaba a checar”.

“Al día siguiente se fue a vivir con él, vi que ella iba feliz, sus amigas le ayudaron a empacar y yo lloraba como Magdalena, mi marido me dijo: —Se va vivir con alguien, no se va a morir—.”

Se va de la casa muy ilusionada, muy enamorada, muy engañada y me regresa las llaves de la casa. Le pedí que las guardara que esta siempre sería su casa, que viniera cuando quisiera, que nunca lo dudara. Quise ser respetuosa, no me la quería pasar metida ni en su casa, ni en el teléfono. Ahora me arrepiento mucho, por lo que pasó, de no haber sido más intrusiva”, se lamenta la madre de Ximena.

Le empezó a cambiar la vida, le cambió el trabajo y hasta sus gustos

“No mucho tiempo después de que se fue, empieza a quejarse conmigo. Me dice que cree que la está engañando con alguien, que lo busca y no lo encuentra. Me di cuenta que ella ya traía broncas, hasta que un día me dice que va a renunciar del trabajo, que trabajará más cerca de su casa, que el trabajo se lo consiguió Carlos con la gente que les vendió el departamento. Se iba a ir por menos sueldo, por el 40 por ciento menos, me dijo que es lo que les convenía, que estaría más tiempo en la casa. La empezó a controlar, le cambió el trabajo, le empezó a cambiar la vida”.

Ximena usaba muchas pulseras siempre. Ella era ‘Señora ruiditos’, sabíamos que estaba en la casa porque oíamos cascabelitos todo el tiempo. Y, un día, me llama la atención que no traía las pulseras que siempre le gustaban, —Carlos me dijo que ya no las usara, que le molestaba el ruidito—. Le dije: “Ya Carlos decide lo que te gusta y lo que no te gusta”, — ¡Ay, ma! ¿Ya vas empezar? —”.

Ximena se empezó a alejar de su mamá, de sus amigas. Casi no las veía, ya que todas vivían por el sur, lo que dificultaba verlas. Él la empezó a aislar.

El cambio de trabajo empezó a afectar la economía de Ximena, al grado de que, por primera vez, tuvo que acudir a su madre para que le prestara dinero para pagar su celular.

—Durante años no me habías pedido dinero para nada. Me sorprende, renunciaste de un trabajo y ahora no te alcanza. Si te presto, creo que voy a hacer mal. Ya estás casada, por qué no tratas de resolverlo con él y, si no lo resuelves, me avisas—“, le respondió Rosamartha a su hija.

Al día siguiente Ximena invitó a su hermanito, de entonces nueve años, a dormir a su casa. Lo extrañaba mucho.

“Le pregunté sobre el celular y le dije dale su lugar, ustedes son un equipo. Al día siguiente me tocaba ir a recoger a su hermano y me dice que definitivamente está muy enojada. Le reclamó que ella había dejado su trabajo por él y yo le dije que había pasado lo que le había dicho yo antes. Ximena me colgó el teléfono, nunca lo había hecho y que, además, apagara el teléfono. Yo no daba crédito que lo hubiera hecho, cuando hablé su hermano y me dijo: —Ma, no vayas a regañar a Xime, pero Carlos fue quien te colgó y le quitó el teléfono a Ximena y no se lo dio—, me confesó su hermano. Ahí fue donde pensé —¿Qué está pasando?—“.

El único pleito con su hija

“De eso que paso, estuvimos un mes sin hablarnos. Es el único pleito que tuve con mi hija; durante ese mes chocó y no lo supe, me enteré y le hablé para decirle que cómo estaba, si estaba bien, porqué el silencio, porqué te has escondido. Ya no sé si estoy enojada o triste  y la cité para que viniera y habláramos. Yo quería que viniera sola, pero vino con él, necesitábamos hablar esto a finales de agosto”.

Antes de que nos peleáramos me contó que vio en el asiento del coche una bolsa de una joyería. Ximena le dijo a Carlos que qué era eso y él la regañó por metiche. Le dijo que era su anillo de compromiso, pero por metiche no se lo iba a dar. Lo bajó del coche y él guardó el estuche en el cajón de su ropa interior y le dijo que no se lo iba a dar, que ahí iba a estar. —Así vas a aprender que nunca más en la vida te debes de meter en lo que no te importa y te lo voy a dar cuando yo piense que te lo mereces—.  Y por eso fue el pleito de la colgada de teléfono”, detalla Rosamartha tras más de una hora de conversación.

Ximena quería casarse

Ella estaba triste por lo de la boda, Carlos se rehusaba a casarse por el tema del dinero, ese era el pretexto que ponía.

“Yo había hablado con mi marido para ver si los apoyábamos con la boda, sentados los cuatro, después de la plática que tuvimos, aclaramos muchas cosas de toda la vida. Fue la última plática que tuve con ella”.

“El ofrecimiento era que les regalaríamos una boda, no la ‘superboda’, pero que pusieran la fecha para empezar con los preparativos. Ella se puso feliz, nos llenó de besos; aparentemente él también estaba contento, y agradecido y se van, y al rato, suena el teléfono y era Ximena llorando. Me dijo que todo el camino Carlos le fue reclamando, que cómo era posible que les regaláramos la boda, que todo el tiempo se lo íbamos a estar cantando, que no iba a aceptar eso, —no se hace la boda, ¡cásate con otro!—”.

“Mamá, ¿me puedo regresar a la casa?”

“Ella estaba como atormentada, hasta que un día me escribió: —Mamá ¿me puedo regresar a la casa?— y le dije que cómo le podíamos ayudar, que me dijera si se salía porque no estaba a gusto. Me dijo, —mamá, no entiendes nada, ¿estás esperando que un día de estos te hable porque me dé un mal golpe o que me mate?—, le dije espérame — ¡qué! ¿te pega o hace algo?—. Y me dijo, —es un decir—, pero hasta la fecha yo creo que no era un decir, ya las cosas no estaban nada bien”, Rosamartha respira profundo antes de detallar el trágico día.

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