Escuela del Telar, retejiendo una tradición en Colón

Don José Vega es la cuarta generación de una familia dedicada al telar y continúa hilando la historia y enseñanza a sus alumnas

Carlos Uriegas

La Escuela del Telar de Colón es un espacio que rescata la tradición textil en el municipio de Colón y son las manos, la mente y el alma de don José Vega Ibarra las que continúan hilando la historia y la enseñanza a sus alumnas, tal y como lo hicieran su bisabuelo, su abuelo y su padre con él.

La cuarta generación de maestros en la transformación de lana reveló que lleva 52 años dedicado a la elaboración de esta artesanía, de la que se enamoró a los 11 años de edad cuando se tiraba al piso y desde ahí, acostado, miraba a su padre hilar la lana.

A los 11 años comencé a conocer el proceso del trabajo, y en esa época todo era hecho por los hombres, incluso no dejaban que lo tocaran o limpiaran las mujeres, hoy es al revés, son ellas las que aprenden y trabajan en el telar”, platica don José.

José Vega recuerda que, en 2008, Rancho Santa Marina lo contrató para que pusiera la primera escuela, para reutilizar la lana de los borregos productores de los premiados quesos, ya que antes de la creación de la escuela de tejido la lana era tirada o quemada. En las manos de don José y sus primeras cuatro alumnas, ese desperdicio se convirtió en artesanía cálida y abrigadora.

Don José, junto con sus alumnas afirman que ya se organizan para crear un corredor artesanal y así promover aún más el trabajo de los colonenses.

• Durante más de cinco décadas, don José ha mantenido a flote la tradición; ahora educando en la escuela de tejido.

LAS TÉCNICAS QUE SE ENSEÑAN EN LA CASA DEL TELAR

• Cardado rústico.
• Hilado en rueca.
• Urdir telas.
• Teñidos químicos y naturales.
• Tejido liso.
• Grecado.
• Deshilados, gobelinos.
• Encadenado.

En Colón crearán corredor artesanal para promover trabajo de colonenses.

Al preguntarle sobre un repunte o resurgimiento del trabajo con lana, don José Vega, quien encabeza la Escuela del Telar en el municipio de Colón fue contundente: “Más que un repunte y quizá suene un poco fuerte, yo diría que es un rescate total de esta artesanía, mucha gente empieza a voltear para acá y ya están organizando la creación de un corredor artesanal, el cual está muy próximo a anunciarse, además de que varias prendas viajarán a Nueva York”, y aprovecha el momento para elogiar la calidad del trabajo de Esther Martínez de la Cruz, su alumna más destacada por lo que parte de su trabajo viajará  al show de Hi Tech Moda en Nueva York.

El trabajo de Esther está llegando a un 100 por ciento de calidad, le exijo porque sé que puede”, revelando así que es un maestro que le exige a sus alumnas, pero también muestra su orgullo: “El que este trabajo empiece a trascender más allá del país y llegar a Nueva York, la verdad yo me siento como pavo real, bien anchote”.

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Sobre el número de alumnas que han completado el proceso de aprendizaje, rápido sacó la cuenta y sumó 25 mujeres.

Lo que sí me gustaría es que a las alumnas se les entregue un certificado o documento oficial que avale estos dos años de enseñanza y que pueda tener un valor curricular, ya que muchas ya no sólo lo ven como un pasatiempo, con trabajo y organización la artesanía puede convertirse en una empresa”, expresa el señor José al mostrar visión de emprendedor.

La plática con don José fue entrando en confianza y pudimos ir a su casa y conocer un telar de más de 100 años, en el que aprendió de niño y nos mostró un cuadro en forma de libro en el que dijo: “aquí está encerrado todo mi ego”, al tiempo que leía los apellidos de un linaje dedicado a los telares: “Vega Lara, Vega Elías, Vega Ibarra y Vega Prado, que soy yo”.

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Pero el verdadero tejido, el que le ha llevado más tiempo y esfuerzo es la conformación de su familia, y el contar con el apoyo de sus hijos es la obra que más lo cobija, “de la lana salió la lana para formar tres abogados y un filósofo”, nos dijo sacando así el orgullo de padre y encadenó la frase con el cariño del maestro: “Yo daría la vida por ellas, por mis alumnas, ya que quieren lo que yo quiero y a lo mejor llegan a amar esta artesanía como yo la amo”, hilando el sentimiento que lo mantiene vivo.

Les digo a las generaciones actuales que se fijen en sus pueblos, que cuiden y conserven sus artesanías, si no pueden hacerlas, al menos que las den a conocer, que no les de vergüenza o miedo su origen, su identidad, no debe darles pena, hay que mostrarla con orgullo y sobre todo con amor; yo antes de tejer le doy un beso a mi telar, en señal de amor y de respeto”, compartiendo la entrañable emoción de don José al subirse a los pedales del telar para continuar tejiendo una historia que cobija una tradición.

AMIP.