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La joya del barroco queretano

Foto: Archivo
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La Iglesia de Santa Rosa de Viterbo se ha convertido en un punto de referencia cultural para la capital del estado Francisco Pérez Dos estatuas flanquean los extremos de la plaza: de un lado, el jurista republicano Ezequiel Montes, y del otro, el militar José María Arteaga. Ambos son personajes liberales que la historia queretana … Leer más

La Iglesia de Santa Rosa de Viterbo se ha convertido en un punto de referencia cultural para la capital del estado

Francisco Pérez

Dos estatuas flanquean los extremos de la plaza: de un lado, el jurista republicano Ezequiel Montes, y del otro, el militar José María Arteaga. Ambos son personajes liberales que la historia queretana enaltece en monumentos y calles que hoy rodean la icónica Iglesia de Santa Rosa de Viterbo.

La ironía salta a la vista. Es una curiosa situación que dos liberales vigilen hoy uno de los templos católicos más representativos de la ciudad. La imagen de la iglesia es típica en postales y pinturas de Querétaro. Su cúpula y sus caras enigmáticas que dan a la calle Arteaga han visto desfilar a generaciones de queretanos desde el siglo XVII; básicamente hablamos de cantera que ha sido fiel testigo del pasar de lo siglos en una de las ciudades más bellas de México.

“Es un lugar turístico muy importante de Querétaro, mucha gente viene y se hace fotos aquí”, habla don Pánfilo con calma y dificultad por la edad desde una de las jardineras de la plaza, lugar donde se ubican los monumentos de Montes y Arteaga. Plaza e iglesia van de la mano y se han convertido en un mismo punto de referencia.

Don Pánfilo es queretano, asegura que vive a unas calle de ahí, acostumbra sentarse a tomar en fresco mientras ve pasar los años y las pocas palomas que le quedan a la iglesia. “Hace algunos años, había más palomas, aquí vendían bolsitas de comida en dos pesos y los niños las alimentaban. La plaza llegó a estar muy viva”.

Hubo años en que frente a Santa Rosa había tabernas, restaurantes, comercios y niños corriendo. Hoy la plaza y el templo lucen más solos, un tanto tristes. Es el inevitable paso del tiempo y el cambio generacional. Son las nuevas atracciones que existen en Querétaro y el desapego a lo tradicional, a lo viejo que parece rancio y en desuso. Por lo menos esa es la idea general de don Pánfilo.

“Me toca ver las fiestas que hay, viene la gente bien vestida y se toman fotos. Les gusta el lugar, pero ya no es lo que era antes”. La nostalgia se mantiene presente en su plática sobre un Querétaro que parece que no volverá. Sin importar los cambios, don Pánfilo sigue fiel a sus costumbres y tradiciones, se pasea en la Plaza Mariano de las Casas y parece que espera a las palomas que antes llegaban por decenas.

EN OTRO TIEMPO

El Real Colegio de Santa Rosa de Viterbo es un espacio arquitectónico barroco de la época virreinal. Los terrenos fueron comprados por don Juan Alonso Herrera en 1640. Hacía 1697 se edificaron las celdas y el famoso huerto que hoy es un jardín que da hogar a las oficinas del Centro de las Artes de Querétaro (Ceart).

El proyecto de este edificio fue diseñado en Madrid, España. Posteriormente fue traído a la Ciudad de México y al final concretado con 100 por ciento de cantera queretana, el revestimiento con que está construido uno de los Centros Históricos más hermosos de México.

El templo es de una sola nave,
reforzada por fuera con un par de botareles de gran tamaño. La fachada y la torre tienen influencia árabe, por lo que pudieran considerarse ‘manieristas’. La plazuela al norte del templo facilita la apreciación del conjunto arquitectónico. Estos son algunos de los principales detalles arquitectónicos que se brindan
oficialmente del recinto religioso.

IGLESIA DE LEYENDA

El templo encierra belleza y misterio; es imposible no asociarlo a la famosa leyenda de la monja que habita en las enigmáticas paredes. Ana María de San Francisco y Neve es el nombre de la religiosa que se inmortalizó en un lienzo del siglo XVIII. Cuenta la leyenda que quien ha dudado de la existencia fantasmal de esta monja ha muerto misteriosamente, incluso dentro del recinto religioso.

El Centro Histórico de Querétaro es un caldo de cultivo para mitos y leyendas. En él habitan fantasmas, historias de amor, mitos y cientos de queretanos que enriquecen una de las ciudades más pujantes de la República. El adoquín de sus banquetas, su gastronomía y portales, las casonas y las iglesias son el marco perfecto para turistas y locales.

Es imprescindible visitar la Plaza Mariano de las Casas, sentarse a tomar un atole con don Pánfilo y admirar la belleza de un monumento como este.

LRR

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