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León-Portilla recibirá homenaje en Bellas Artes

Foto: Archivo
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La semilla del pensamiento de Miguel León-Portilla seguirá alimentando a las nuevas generaciones de pensadores NOTIMEX La nueva generación de pensadores quienes hoy dialogan de ‘tú a tú’ con el mundo, destacó Alejandra Frausto, secretaria federal de Cultura. Por ello, se realizará hoy un homenaje al historiador en el Palacio de Bellas Artes a partir … Leer más

La semilla del pensamiento de Miguel León-Portilla seguirá alimentando a las nuevas generaciones de pensadores

NOTIMEX

La nueva generación de pensadores quienes hoy dialogan de ‘tú a tú’ con el mundo, destacó Alejandra Frausto, secretaria federal de Cultura. Por ello, se realizará hoy un homenaje al historiador en el Palacio de Bellas Artes a partir de las 10:00 horas.

Agregó que el pensador mexicano destapó un cesto olvidado y lo puso sobre la mesa, ello para saber que ahí había pensamiento filosófico y literaturas indígenas al nivel de las más grandes civilizaciones.

 

El maestro nos enseñó todo lo que había que enseñar, este año que parte, su voz se escucha más fuerte que nunca, su legado es eterno y el amor de México a su trabajo también. Acompañamos a Chonita, Mariza y su familia. Lo honraremos con la alegría, orgullo y esplendor que merece”, destacó.

 

De acuerdo con el área de comunicación de la Secretaría de Cultura, el homenaje se logró en mutuo acuerdo con los familiares de León-Portilla, sin embargo “la familia expresamente pidió que la información del funeral se mantuviera en privado”.

El HISTORIADOR

Según cuenta la vieja tradición, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac, la virgen María se le apareció cuatro veces al indio de Cuautitlán Juan Diego, muerto supuestamente nueve años después, en 1540.

Cuando ocurre tal suceso, este “se muestra sorprendido al principio al escuchar cantos de aves preciosas a las que el monte parece responder, resume Miguel León-Portilla en su libro ‘Tonantzin Guadalupe’ (El Colegio Nacional / Fondo de Cultura Económica, 2000). Oye luego que alguien lo llama. Pronto se da cuenta de que es una noble señora, a la que se acerca y contempla. Ella le dice que es la madre del Dador de la Vida, Ipalnemohuani, Dueño del Cerca y del Junto, Tloque Nahuaque. En seguida le encarga obtenga del obispo de México, fray Juan de Zumárraga, se le edifique un templo en el llano, al pie del cerro. El indio se sorprende hondamente”.

El relato, aunque ampliamente conocido, no deja de maravillar por el misticismo con que se ha impregnado el mito. León-Portilla (Ciudad de México, 22 de febrero de 1926 / 1 de octubre de 2019), en forma sumaria, precisa su contenido.

Piensa Juan Diego “que tal vez se halla en la Tierra Florida, Xochitlalpan, en la Tierra de nuestro sustento, Tonacatlalpan, de la que hablaban los ancianos. Luego acude al obispo en dos ocasiones, pero no logra persuadirlo de la misión que le ha confiado la que ya sabe es la virgen María. Lo más que obtiene del obispo es la petición de que esa señora, para él no conocida, le haga llegar alguna señal que pueda convencerlo. La señal serán las flores preciosas que la virgen le ordena corte en la cumbre del Tepeyac, donde solo se daban abrojos, nopales y mezquites. Juan Diego las recoge y las coloca en el hueco de su tilma o capa y las lleva ante la presencia del obispo. Extiende entonces su tilma y contempla cómo las flores se esparcen. El relato concluye diciendo que en ese momento quedó pintada en la tilma del indio la imagen de la virgen ante los ojos asombrados del obispo y de cuantos estaban con él”.

En su detallado estudio, León-Portilla dice que “son numerosos los guadalupanistas y los antiaparicionistas que han dedicado mucha tinta y a veces sutiles elucubraciones a esclarecer el origen de este relato”.

No es intención del investigador, por supuesto, participar en este debate sino solo introducirse en el famoso texto el ‘Nican mopohua’ [“Aquí se relata…”] que a propósito de este encuentro religioso apareció publicado por primera vez en México, durante 1649, editado por el bachiller Luis Lasso de la Vega, entonces capellán del santuario o ermita de Guadalupe, quien afirma en su introducción que fue él, como dirigiéndose a la virgen María, quien “se animó a escribir en náhuatl acerca de cómo se mostró ella y cómo hizo entrega de su imagen, la que está aquí en tu preciosa casa, en Tepeyac”.

 

FOR.

 

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