Anúnciate aquí

Asistencia constante registran las zonas arqueológicas

El sitio de Toluquilla está enclavado sobre una meseta alargada./Foto: Especial
El sitio de Toluquilla está enclavado sobre una meseta alargada./Foto: Especial

Armando Bahena, administrador de los cuerpos de los sitios prehispánicos en la entidad, indicó que uno de los factores que impiden mayor afluencia a estos espacios, es por la distancia que existe desde la capital queretana Gonzalo Flores Querétaro cuenta con cuatro zonas arqueológicas que son administradas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, … Leer más

Armando Bahena, administrador de los cuerpos de los sitios prehispánicos en la entidad, indicó que uno de los factores que impiden mayor afluencia a estos espacios, es por la distancia que existe desde la capital queretana

Gonzalo Flores

Querétaro cuenta con cuatro zonas arqueológicas que son administradas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, dos de ellas sin costo para su acceso y otras dos que sí tienen costo para su entrada, aunque es accesible.

El Cerrito en Corregidora, Ranas en San Joaquín, Tancama en Jalpan y Toluquilla en Cadereyta de Montes, son cuatro espacios prehispánicos que las personas pueden conocer en el estado para adentrarse en el pasado y en las culturas que ocuparon estos lugares.

Armando Bahena, quien se encarga de administrar las zonas arqueológicas del estado dentro del INAH, comentó que la distancia es uno de los factores por los que estos sitios no son lugares tan visitados por los mismos habitantes de Querétaro, así como, en el caso de Tancama, la sinuosa carretera por la que hay que circular para llegar.

Calificó como una asistencia regular a estos sitios prehispánicos, principalmente visitantes locales o de estados vecinos como San Luis Potosí, además de que también se registran visitantes extranjeros a lo largo del año.

Destacó que los trabajos que se realizan en Ranas, Toluquilla y Tancama son únicamente de preservación y mantenimientos, por lo que  actualmente no hay hallazgos nuevos, a diferencia de El Cerrito.

Actualmente el arqueólogo del INAH, Daniel Valencia, realiza trabajos de investigación en esta zona, quien al terminarlas, revelará los detalles de los nuevos vestigios que se han encontrado tras los trabajos que se realizan en el lugar, enfocados al Museo del Sitio que la administración pretende abrir en los primeros meses de 2019. Por ahora, se sigue recabando la información.

Armando Bahena indicó que otra forma de visitar las zonas arqueológicas del estado, es mediante las visitas escolares, las cuales están abiertas a todos los niveles, para las cuales las instituciones requieren enviar un escrito al Instituto para solicitar el recorrido, que sirve para concretar la fecha y horario de la visita, con el propósito de mantener un orden en estos sitios prehispánicos.

 

QUERÉTARO PREHISPÁNICO, A DETALLE

 

Tancama

La denominación proviene de la lengua huasteca que significa ‘Cerro de Fuego’o lugar de pedernal. Es un asentamiento prehispánico con un periodo de ocupación que probablemente abarca la mayor parte del periodo Clásico.

El sitio está enclavado en la Sierra Gorda, en el municipio de Jalpan de Serra,  por lo que la forma natural del terreno debió ser adaptada por los habitantes para levantar terrazas y plataformas sobre las cuales se construyeron varios conjuntos arquitectónicos.

Actualmente, en el lugar se pueden apreciar unas 42 estructuras de diferentes tamaños y formas, donde destacan las de tipo circular y semicircular.  Incluso cuenta con un juego de pelota del 18 metros de largo, uno de los más pequeños localizados  en México.

La arquitectura general del sitio presenta rasgos similares a los de Ranas y Toluquilla, con edificios hechos a base de lajas de piedra y grandes taludes que se integran en tres grandes plazas denominadas El Mirador, Santiago y de La Promesa. Su cronología es de 200 a 900 años d. C.

El recorrido por esta zona abarca dos de las plazas denominadas Mirador y Santiago, en las que están distribuidos  edificios como el de las mariposas de cobre, el más alto del lugar; el de los muertos, el patojo, el de los anzuelos y el del cuchillo de obsidiana, el nombre de cada edificio obedece a las excavaciones y hallazgos de los mismos o bien a características arquitectónicos específicas.

Se encuentra aproximadamente a 13 kilómetros de la cabecera municipal y pertenece a la delegación Rincón de Tancama; para llegar se debe tomar la carretera federal que va de Jalpan hacia Landa de Matamoros, para desviarse en la carrera de Tancama.

La zona cuenta con una unidad de servicios, area de descanso y sanitarios, así como rampas de acceso y señalización propia del lugar. Las visitas pueden hacerse de lunes a domingo de 09:00 a 16:00 horas.

 

Ranas

El poblado cerca del cual se asienta la zona arqueológica, cuya fundación data de 1622, fue denominado San Nicolás Tolentino en el Paraje de las Ranas, razón por la que el sitio recibió el nombre de “Ranas” asignado por Bartolomé Ballesteros en 1872.

Esta zona arqueológica es de suma importancia y se encuentra enclavada al suroeste de la Sierra Gorda, sitio donde hubo un desarrollo cultural durante la época prehispánica, por lo que Ranas fue construido de manera estratégica para permitir el control de los accesos.

Es un sitio asociado a la explotación de la riqueza minera de mayor envergadura de la Sierra Gorda: el cinabrio, que jugó un papel relevante por ser un pigmento de gran demanda entre los pueblos mesoamericanos.

Probablemente corresponde a una etapa teotihuacano-tolteca (entre los siglos VII y XI),  y posiblemente como una extensión cultural del altiplano hacia la planicie costera de Veracruz.

La economía de los pueblos que habitaron la Sierra Gorda se basó en una estrategia mixta, donde la minería, la caza-recolección y la agricultura de temporal eran componentes de la unidad productiva. La economía minera es un caso especial en Mesoamérica, y en Ranas, se evidencia por la distribución y cantidad  de  obras  mineras  en  la  región.

Solo en el sitio arqueológico se concentran unas 14 bocaminas prehispánicas. Su cronología abarca desde el Preclásico Medio al Posclásico Tardío, del 400 al mil 300 d. C.

Para acceder al sitio de Ranas es necesario trasladarse al municipio de San Joaquín. Se puede visitas de lunes a domingo de 09:00 a 17:00 horas y tiene un costo de acceso de 45 pesos.

 

Toluquilla

Se denomina así por un vocablo híbrido, que proviene de la raíz náhuatl ‘tolloa’ que describe la acción de jorobarse y la partícula castellana ‘illa’, lo que tendría un significado equivalente a ‘Cerro Jorobado’ o ‘Jorobadillo’.

El sitio se halla enclavado sobre una meseta alargada que fue modelada con rellenos de piedra y lodo; en está, además, hay excavaciones que forman superficies planas a diferentes niveles, sobre las cuales la ciudad fue erigida siguiendo el eje del cerro, es decir, de norte a sur.

El trazo de la zona de Toluquilla consta de tres ejes de circulación  y cuatro juegos de pelota. Las edificaciones eran levantadas sobre otras más antiguas, para conseguir así mayor altura y longitud. Sus arquitectos usaron grandes cajones de roca rústica para soportar el peso del edificio y, sobre estos, alzaron muros angostos hechos de laja bien talladas, que luego recubrieron con finas capas de estuco, posiblemente decoradas; el paso del tiempo ha dejado las piedras desnudas en la mayoría de los casos; sin embargo, todavía hay monumentos con restos de estuco.

La localidad vivió dos grandes épocas: la primera, y menos conocida, del 300 a.C. al  500/600 d.C. La segunda, que deja como legado el mayor número de edificios, del 600 al mil 350 después de Cristo.

En Toluquilla vivían los sacerdotes y personas relacionadas con el culto; el resto de la población lo hacía en los caseríos de los alrededores.

Su  organización social fue jerárquica y se especializó en la obtención de pigmentos minerales, como el cinabrio o granate (sulfuro rojo mercurio) el almagre (oxido de hierro).

Toluquilla se localiza en el municipio de San Joaquín, donde hay camionetas de servicio público que llevan hasta la zona como viaje especial. Está disponible de lunes a domingo de 09:00 a 17:00 horas con un costo de acceso de 45 pesos.

 

El Cerrito

Su nombre proviene de la identificación del sitio con su principal estructura, un basamento piramidal de 30 metros de altura llamada la Pirámide del Gran Cue, conocida actualmente como la Pirámide del Pueblito.

A lo largo del período novohispano recibió varios nombres. Es muy probable que los habitantes otomíes y chichimecas del valle de Querétaro hacia fines del siglo XVI, hayan llamado al sitio San Francisco Anbanica (que quiere decir ‘templo alto’ en otomí). Hacia finales del siglo XVIII fue nombrado como ‘el Cerrito de Cascajo’.

Por otro lado, en algunas fotografías de principios de siglo XVIII  (ubicadas en la fototeca del INAH), llevan como leyenda el nombre de ‘el Cerrito Pelón’.

En la asignación de su nombre también habrá que considerar los derrumbes en las caras del basamento piramidal, los cuales dejaron expuesto su núcleo de tierra y piedra, sobre el cual creció la vegetación, que le dio por muchos años el aspecto natural de un cerrito.

Su ocupación fue continua desde el Preclásico Superior hasta el siglo XVII. Las estructuras arquitectónicas fueron construidas en un espacio de suelos poco profundos con afloramientos rocosos, los cuales fueron aprovechados para la edificación de los basamentos y plataformas habitacionales. Las evidencias arqueológicas sugieren que el sitio captó influencias de distintas culturas a lo largo del tiempo: Chupícuaro, Teotihuacán, Toltecas, Chichimecas, Purépechas y Otomíes. Aunque ya desde el Clásico Tardío El Cerrito era un lugar que incorporaba a su territorio otros asentamientos menores, es hacia el Posclásico Temprano que El Cerrito tiene su época de mayor importancia como centro regional vinculado con la expansión Tolteca. Posterior a esta etapa, el sitio mantuvo su importancia como lugar de culto entre las etnias locales (Otomíes, Purépechas y Chichimecas).

Fuentes franciscanas señalan que hacia 1632  los indígenas continuaban ofrendando a las deidades prehispánicas en los altares del sitio.

Normalmente, los días lunes permanece cerrado, y la zona está abierta de martes a viernes de 09:00 a 14:30 horas, sábado y domingo de 09:00 a 16:30 horas.

 

 

 

 

Anúnciate aquí

Anúnciate aquí

Anúnciate aquí