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El segundo aviso: Los trofeos son estadística

En estos días, el correcto o incorrecto otorgamiento de trofeos en una tarde toros siempre estará sujeto a controversia. Por un lado, el público espectador, que siendo presa de una acumulación de emociones, lo exige sin considerar, en la mayoría de los casos, aspectos técnicos que bien deberían de ser tomados en cuenta para este … Leer más

En estos días, el correcto o incorrecto otorgamiento de trofeos en una tarde toros siempre estará sujeto a controversia. Por un lado, el público espectador, que siendo presa de una acumulación de emociones, lo exige sin considerar, en la mayoría de los casos, aspectos técnicos que bien deberían de ser tomados en cuenta para este fin. Por el otro, los llamados aficionados, aquellos que aplican un análisis más que exigente y que pretenden, basados en sus conocimientos taurómacos, que dicho otorgamiento se realice de manera correcta. En medio de estos dos grupos se encuentra el juez de plaza, personaje que dentro de sus funciones están, por una parte, el saber interpretar la decisión del respetable, y por la otra, aplicar tanto su criterio como el reglamento correspondiente, basándose principalmente en su experiencia y sus conocimientos.

Recordando un poco sobre este tema, el otorgar trofeos data desde el siglo XVII, cuando los Caballeros Maestrantes de Ronda y Sevilla acostumbraban a regalar los restos del toro al torero. Posteriormente, al ver que con esta mecánica se perdía dinero, deciden otorgar de manera simbólica solo una oreja, aunque al final esta seria canjeada por los restos del animal. Con el tiempo, el premio fue cambiando: una oreja equivalía a un cuarto de toro; dos orejas, medio toro; dos orejas y rabo, el toro entero. Después se intentó pagar con onzas de oro, cosa que no fue bien vista por los diestros, hasta llegar a las dos orejas, el rabo y hasta las patas, cosa que hemos podido apreciar en diversos festejos.

Realmente los trofeos en la actualidad, más que eso, son prácticamente estadística; ya que, en la mayoría de las ocasiones, estos son otorgados en base a peticiones populares muchas veces carentes de bases técnicas y sin mérito alguno, y realmente son conferidas por el juez de plaza por benevolencia a esa demanda que en ocasiones son hechas también tanto por el matador como por su cuadrilla. En el biombo, se debe de ser objetivo, ecuánime y conocedor para poder tomar la decisión correcta y premiar adecuadamente tanto al toro como al torero. En el tendido, se debe de analizar el total de la lidia y en base a las características del toro juzgar la actuación del torero para posteriormente solicitar los trofeos a los que se hayan hecho merecedores.

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