La guerra, pese a ser algo terrible, sangriento y destructivo, ha sido una realidad a lo largo de la historia. Llegar a un mundo donde no existan conflictos armados es un sueño plausible, pero utópico e irrealizable. La guerra ha sido, es y seguirá siendo un hecho siempre posible. Por ello, todo lo países han de dedicar parte de su presupuesto a la defensa.
Por otra parte, la guerra evoluciona permanentemente en todos los aspectos: estrategia, armamento, táctica, adiestramiento, doctrina, prevención e inteligencia. Si alguno de estos aspectos se encuentra atrasado o no atendido adecuadamente, ello puede ser la causa de una derrota militar y esto, por lo general, resulta catastrófico para el país que lo sufre.
El conflicto que se vive en estos días entre Israel y la banda terrorista Hamás, nos muestra lo anticuado que son muchos recursos (vigentes hoy en muchos países) que pueden quedar obsoletos y resultan del todo ineficaces. Este es un conflicto armado atípico y muy complejo. Primero, por la asimetría de los contendientes, seguido por el terreno en donde se desarrolla la guerra y luego por la naturaleza de los combatientes.
Tenemos el ejemplo del uso de la poderosa fuerza aérea israelí, casi del todo inútil, ante la densidad de población civil circundante, al tiempo de numerosas edificaciones totalmente civiles, y que harían criminal el uso indiscriminado de este recurso. Lo mismo puede decirse de la artillería. Esto ha dado paso obligado al uso muy limitado (y casi quirúrgico, diríamos) de los ataques aéreos.
Otro aspecto relevante ha sido la falla israelí en la anticipación de los ataques de Hamás, en lo particular para evitar la infiltración de agentes vía vehículos aéreos al inicio del conflicto. Hay que adjudicar la falla a la inteligencia y a aspectos político-partidistas de la vida israelí.
Otra realidad es el enfrentamiento entre un Ejército formal, bien adiestrado y equipado, contra una banda elusiva, que no duda en escudarse bajo la población civil. A todos lo que claman por la cantidad de bajas civiles, mujeres y niños, cometen la deshonestidad intelectual de no reconocer que en eso precisamente consiste la táctica de Hamás y que ellos son los únicos responsables.
Lecciones todas que las fuerzas armadas del mundo toman muy en cuenta para sus propias valoraciones. Por duro o ajeno que parezca, todo eso también nos afecta.
MT