Raúl D. Lorea
Más allá de filias y fobias políticas, es importante aclarar si hubo una negligencia, revisar los protocolos y determinar las líneas de comunicación no se aplicaron para alertar a la población oportunamente sobre la llegada del huracán Otis a las costas de Acapulco.
La reconstrucción es una oportunidad para replantear la ciudad, que necesita rediseñarse desde una perspectiva humana, que permita una reconstrucción saludable y justa para sus habitantes y sobre todo, para quienes lo perdieron todo.
Además de la lenta reacción gubernamental y el mal actuar de algunos elementos de rescate o de seguridad (evidenciados en fotos, videos y narraciones), también hay que voltear a ver la preponderante necesidad de recuperar lo perdido, reconstruir y continuar con el cuidado del bien común.
Podría ser una oportunidad para reunir a las grandes mentes de urbanistas mexicanos y mexicanas, que analizaran y propusieran un plan de reconstrucción pensado en un espacio público más justo, equitativo, incluyente y, sobretodo, bello para los acapulqueños, que acaban de perder un paraíso, pero no su espíritu.
Mejorar la movilidad urbana desde la perspectiva social y humana impulsando mejores condiciones para que Acapulco no sólo recupere su esplendor, sino que se vuelva ejemplo nacional de nuevas y buenas prácticas.
Mi reconocimiento a los elementos de bomberos, protección civil, policía, guardia nacional y ejército que sí actúan con ética y están comprometidos con los guerrerenses. Apoyemos a través de las instituciones de nuestra preferencia y no dejemos solos a quienes nos necesitan.