Miguel Ángel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor
LO BUENO
Los mexicanos tenemos grabado en nuestro ADN la empatía y solidaridad para ayudarnos unos a otros cuando la naturaleza, por sismos, huracanes o incendios, ponen a prueba nuestra supervivencia y nuestra capacidad para levantarnos. Siempre hay manos disponibles, múltiples esfuerzos que se suman a la menor convocatoria para levantar piedras, quitar lodo, buscar personas, para alimentar y dar abrigo a quienes lo perdieron todo. Ese estímulo al que reaccionamos es valiente, arrojado y autónomo, no requiere permiso de ninguna autoridad para comenzar a actuar, no depende de burocracia ni trámites. Es una respuesta de ayuda inmediata que llega incluso antes de pedirla.
LO MALO
Con la justificación de tener orden y control, el Gobierno de la 4T intentó limitar la llegada de recursos, víveres y apoyos para la población guerrerense, para que todos los donativos fueran encausados a través de la autoridad federal. El propio presidente llamó a la población a recibir únicamente la ayuda del personal militar y evitar el de la sociedad civil para evitar mal uso de esos donativos. Un sinsentido. Afortunadamente, la solidaridad de los mexicanos no entiende de caprichos políticos y su cooperación no escucha limitaciones burocráticas.
LO PEOR
Ante la devastación, hay otra cara de la sociedad mexicana que aprovecha la situación de vulnerabilidad para sacar provecho. Aquellos que saquearon tiendas, comercios, supermercados, negocios de cualquier tipo, también se hicieron presentes para agravar el nivel de devastación en Guerrero. Esas también son manos mexicanas, su actuación no se justifica y no debe tolerarse ni omitirse.