Raúl D. Lorea
Tuve la oportunidad de platicar con el destacado arborista Eliseo Romero, aproveché para preguntarle sobre los males que aquejan a los árboles urbanos y me compartió que, como todo ser vivo, los árboles también sufren de cierto estrés por el simple hecho de vivir en la ciudad.
Eliseo, ingeniero agrónomo forestal de profesión, fue de los primeros mexicanos en lograr su registro como arborista a nivel nacional, contando que, cuando él lo obtuvo, eran menos de 15 en todo el país.
Esto le ha abierto puertas a muchos proyectos y más experiencia en el tema, por lo que pudo platicarme que todo aquello que modifica nocivamente las condiciones de confort de un árbol, lo “estresa” debilitando sus defensas y propiciando la proliferación de insectos, microorganismos u hongos en sus raíces, tronco o ramas…
Lo anterior, porque hemos visto que siempre se habla de que algún árbol caído tenía “un hongo” que deterioró su raíz, o “una plaga” que lo afectó, sin embargo, no se habla de las causas que provocaron su baja de defensas, y son cosas tan simples como poco espacio para sus raíces, aplastamiento de las mismas (por las vialidades), corte súbito en su suministro de agua, contaminación del suelo donde crece, podas violentas por golpes de vehículos en sus ramas, cambio en las condiciones de iluminación, exceso de excremento de aves, temperatura, etc.
Todo lo anterior puede afectar en mayor o menor medida a un árbol urbano, estresándolo y provocando su posterior muerte. Por lo anterior, será importante tener en cuenta en qué condiciones se han dado los casos de éxito y replicarlas o mejorarlas para los próximos árboles urbanos que pongamos en nuestra ciudad.