Miguel Ángel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor
LO BUENO
El proceso electoral al interior de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) es un tema de interés para toda la población queretana; saber quién encabezará los destinos de la máxima casa de estudios en el estado no es un asunto que pase desapercibido para los queretanos, y desde luego es un proceso que también llama la atención de la clase política, quizás más del que debería. Desde la inscripción de los aspirantes y durante el periodo de presentación de propuestas se han denunciado casos de guerra sucia, de intervención política, de acusaciones y falsedades; pese a ello, la comunidad universitaria se mantiene a la altura y sin influencia de esos elementos que pretenden enturbiar dicho proceso democrático.
LO MALO
Las intervenciones de agentes externos en el proceso democrático de la UAQ fueron confirmados por la aún rectora Teresa García Gasca. La académica no dio nombres, solo se refirió a un empleado de la Secretaría de Desarrollo Social del estado de Querétaro y quien también participa como consejero electoral en la UAQ al ser docente de la Facultad de Contaduría. La acusación de la rectora no solo incluyó la desinformación y filtración de datos, sino además de amenazas del presunto acusado en contra de otros consejeros. El caso no es menor.
LO PEOR
El presunto infiltrado es Carlos Olguín, hoy docente de la UAQ y además secretario técnico de la SEDESOQ. En su historial destaca su destitución como secretario de Administración en el Ayuntamiento de San Juan del Río, después, ante presuntas irregularidades fue destituido del Registro Público de la Propiedad donde las quejas por su desempeño ocasionaron que la secretaria de Gobierno Guadalupe Murguía justificara su salida. Si el mencionado funcionario estatal tiene interés en actuar para beneficiar o perjudicar a alguno de los candidatos a la Rectoría, lleva entre los pies a la dependencia estatal en la que también labora.